Una formulación socialista del patriotismo en 1913

El socialismo español planteaba también la necesidad de que ante los conflictos entre países era conveniente optar por un análisis sosegado superando la concepción, calificada de aberrante, de considerar que el país propio tenía siempre razón en un conflicto por el hecho de ser el propio

Por Eduardo Montagut

Nos vamos a la primavera 1913 y a unas opiniones vertidas en El Socialista, para seguir aportando materiales que nos puedan servir para meditar, estupendo ejercicio cuando se tratan cuestiones como éstas del patriotismo, tan llenas de sentimientos y acaloramientos.

El socialismo ha sido tradicionalmente internacionalista. En abril de 1913 se recordaba al lector que se rechazaban las fronteras, y hasta se aludía al cristianismo, al valorar la importancia de la fraternidad universal, planteada en la máxima de que todos los hombres eran hermanos, una expresión que, a pesar de que pueda parecer manida, no creemos que deba dejarse de recordar.

El socialismo español planteaba también la necesidad de que ante los conflictos entre países era conveniente optar por un análisis sosegado superando la concepción, calificada de aberrante, de considerar que el país propio tenía siempre razón en un conflicto por el hecho de ser el propio. Se defendía una lectura de la Historia sin prejuicios, evitando lo que se señalaba como “glorias de oropel”, pero también contra las calumnias de “enemigos apasionados”. No deja de tener su actualidad en relación con el debate que se está suscitando en nuestro presente sobre la conquista y colonización de América.

El análisis del periódico obrero seguía sobre consideraciones a cerca de la existencia o no de socialismos nacionales y sobre la Iglesia que, en realidad, para el propósito de este artículo presente, nos interesan menos. Lo que aquí nos importa, como reza el título, es la cuestión del patriotismo. Nos preguntamos, ¿puede ser la izquierda patriota? Bueno, en 1913 los socialistas afirmaban que sí porque amarían el país donde habían nacido, y porque luchaban por su progreso y prosperidad, pero entendido como país en general, no según el concepto clásico que se tenía del mismo, y que no era otro que el de la clase que explotaba y se enriquecía a costa de la otra.

Se era patriota pero no como los que habían ensangrentado el país con guerras civiles (en ese momento el texto aludiría a las anteriores a 1913), ni como los que intentaban en el presente empequeñecer al país llevándolo a “tiempos de fanatismos y tiranías”, en alusión a la crisis del sistema político y al más concreto de la intensa polémica que se estaba viviendo sobre la libertad religiosa en la escuela en esa primavera. Se era patriota pero no cómo los que se enriquecían envueltos en la bandera, y habían obtenido para sí las riquezas del país, viendo sin inmutarse el padecimiento de los que tenían que emigrar o a los que se quedaban sufriendo escasez. De todo este intenso párrafo, nos quedamos con la última parte, seguramente la que más tiene que ver con nuestro presente, el del enriquecimiento de los que se envuelven en las banderas. ¿1913, 2024? El caso es que ha pasado más de un siglo y sigue habiendo patriotas que hacen lo mismo, tan amantes de los paraísos fiscales cercanos o lejanos físicamente. La Historia.

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