Carla Subirana: “Sica está viviendo un viaje de la perdida de la piel de la infancia, mientras vive un desequilibrio de la naturaleza”

Entrevistamos a la directora y guionista catalana Carla Subirana, autora de documentales como “Nedar” (2008), “Volar” (2012), o “Atma” (2016), que debuta en el cine de ficción con “Sica”.

Por Angelo Nero

Llegaste a esta historia caminando por la Ruta dos Faros, en Galicia, donde te atrapó la belleza de la Costa da Morte, de un modo bien distinto al que llevó a Polanski a un paisaje similar, en Valdoviño, donde rodó “La muerte y la doncella”, ¿que te susurró este paisaje para que surgiera la historia de Sica?

El sonido del mar te habla, como dice Manuel Rivas es como el rugir de un animal, entonces ahí hay una primera escucha, una primera fascinación con ese océano salvaje que, también como decía Urbano Lugrís da de comer y quita vidas, a la vez. Esa relación de vida y muerte me pareció fascinante, y luego como yo provengo del mundo documental, inicié toda una investigación de conocer bien el territorio y a su gente, y de ahí nació Sica.

La protagonista de Sica es una adolescente anclada en el duelo, tras la perdida de su padre en un naufragio, muy arraigada con su entorno, no tanto a la gente, como al paisaje, ¿cómo fue el proceso de construcción del personaje, y como se metió Thais García en la piel de Sica?

Como te decía, yo vengo del mundo documental, y esta fase de investigación y de documentación para mi es muy importante, antes de hacer una película, y fue naciendo poco a poco. Lo primero que me llama la atención es la naturaleza, y entonces la naturaleza es un personaje de la película, y es la madre naturaleza, que nos conecta con la raíz, con ese cordón umbilical que es el la tierra madre. Y, por otro lado, a mí, a nivel personal, por mi propia historia, el vinculo con la madre me parece muy importante, y ya en mi opera prima, hablo sobre la ausencia de la figura paterna, y la importancia de la presencia de la figura de la madre. Con esa idea de hablar de la figura de la madre, de la madre naturaleza y de la que nos ha traído al mundo, necesitaba una adolescente, y ¿por qué una adolescente? Porque es una etapa de la vida de transformación, de metamorfosis, de cambios, es una etapa fascinante, dolorosa a veces y donde se pierde la piel de la infancia, se caen muchas de esas ideas o idealizaciones que tienes de niña.

Ahí ya tenía claro que necesitaba contar la película a través de una figura femenina, una adolescente que en este caso es Thais, una actriz no profesional, o una actriz natural, que me gusta más ese concepto, e hicimos un casting muy extenso con Conchi Iglesias, una directora de casting gallega, y vimos a más de mil chicos, rapaces y rapazas de la Costa da Morte, y ahí la encontramos. Cuando ya la vi en el casting, y luego personalmente, y vi como se movía, como se escondía de la cámara, como miraba con esa fuerza que tiene su mirada, un poco arisca, ya me dije: “Aquí ha llegado Sica, la tenemos”. En el caso de otros personajes si que tuvimos que adaptar un poco la escritura de los personajes, al casting que me encontré, pero en el caso de Thais, es que era Sica, tal cual. Un verdadero hallazgo.

Foto: Mario Llorca

Apostaste por un elenco no profesional, o natural, como dices tú, si exceptuamos a Nuria Prims, que le da una naturalidad asombrosa a la película, parece que todos forman parte del paisaje, ¿con Nuria quisiste acentuar el papel de la forastera?

Me parece muy interesante esta figura que ha existido siempre en la literatura y en el cine de la extranjera, ese personaje que siempre será de fuera, y para construir el personaje de la madre, que para mi es tan importante en la película, me resultaba fácil o me ayuda el que fuese catalana, porque, de alguna manera, yo soy una cineasta catalana que está en un territorio ajeno, que no es mi tierra natal, y aunque siempre me he sentido súper bien acogida en Galicia, eres una forastera que mira desde fuera, tanto el paisaje como a su gente, con todo el cariño y el respeto, por supuesto. Entonces ahí pensé que estaría muy bien que Carmen, la madre de Sica, que fuera catalana, y que esa fricción entre ellas dos en ese momento de desencuentro en el que están, por la tragedia de la perdida de su padre y, a su vez, porque ella es adolescente, y lo que quiere una adolescente es alejarse y renegar de los adultos, entonces me parecía que esa fricción, esa distancia, también a nivel idiomático era interesante, porque la madre de Sica siempre le habla en catalán, y Sica que ha nacido y se siente totalmente de Costa da Morte, siempre le contesta en gallego. Y solo al final de la película, cuando ella se reencuentra y ha hecho ese periplo vital, Sica le habla en catalán a su madre. Esa frase simboliza un poco el reencuentro, que es tangible a través del idioma.

Uno de los personajes secundarios, Suso, es un cazador de tormentas, determinante para la atemporalidad en la que se sitúa la película, ¿se ha perdido esa observación de la naturaleza, el leer los cielos para anticiparse a las tormentas?

Totalmente. Una decisión que tomé, muy al principio, es que si iba a hacer una película con personajes adolescentes como protagonistas, no podían estar situados en la actualidad, porque entonces la tecnología es súper importante en sus vidas, y media en sus vidas, en un adolescente de hoy en día, y a mí me interesaban esos personajes outsider, tanto Sica como Suso, que son dos rara avis, dos personajes un poco frikis, atípicos, un poco al margen de la sociedad, pero que están muy conectados con la naturaleza. En el caso de Suso de una manera como más evidente, porque él a través de la observación del cielo y del mar, según el viento que hace y como sopla, intuye lo que puede suceder, y el espera y caza, porque tiene ese conocimiento natural de la observación, y espera la llegada de Ofelia, esa tormenta que es la única capaz de devolver la armonía a la vida de Sica. Esa idea de que la madre naturaleza es la única que podrá armonizarnos, y esa idea está ahí, como latente.

Llama la atención la fotografía de Mauro Herce, que recoge como nadie las texturas de la Costa da Morte, también el formato de la película, ¿por qué te decidiste a rodar en 16 milímetros, y porqué te inclinaste por Mauro para la dirección de fotografía? ¿quizás por haber hurgado antes en el alma gallega con Arraianos o Longa Noite?

Si, esa fue la decisión inicial, también acababa de ver O que arde, que me pareció muy interesante, y tengo que hacer un inciso para decir que la fotografía en la película está también dirigida por Ana Molins, en una parte del metraje superior por Mauro, pero hay otra parte con Ana. Esa decisión también de rodar con esa textura de 16 milímetros, que es una decisión inaugural importante porque a nivel textural hay todo un mundo, que apoya esa idea de atemporalidad, y esa fue una apuesta que hablamos y que decidimos llevar adelante, porque la mejor manera de rodar a Sica y a la Costa da Morte era en 16 milímetros.

Sica está enfrentando el fin de la niñez, pero parece resentirse a ese tránsito, a los ritos de la adolescencia, tal vez porque le asusta enfrentarse a la realidad, como cuando nos convertimos en adultos. Y además, habita el fin del mundo, entre la tierra y el abismo del océano. ¿Es deliberado este paralelismo entre el fin de la inocencia y el fin del mundo?

Si, yo creo que el paisaje y la naturaleza de la Costa da Morte, es como andar hacia un abismo, tienes esa sensación y como yo llegué allí a través de la Ruta dos Faros, que es un camino que recorre desde Malpica a Fisterra, esos doscientos kilómetros en los que siempre andas por caminos de mariscadoras, de percebeiros, al filo. Y la Furna das Grallas, que es ese gran agujero por el que Sica está obsesionada, donde cuenta la leyenda que se puede escuchar el alma de los náufragos, esa mezcla entre el mito y la tradición oral, y la naturaleza, de alguna manera, todo allí confluye. Los romanos ya la bautizaron como Finisterrae, no hay nada más allá, y eso tiene una poesía y a la vez es real, en la visualización de ese espacio, tienes la sensación de que conectas con algo atávico, primigenio, con algo que es muy genuino y en la sociedad en la que estamos, tan tecnológica, cada vez se nos aleja más, y creo que ese mensaje te lleva a ese otro abismo, o por lo menos ese era el impulso creativo que yo sentía.

Foto: Javi Quiroga

Sica entró por la puerta grande al estrenarse en un festival con tanto prestigio como la Berlinale, que significó para ti esa experiencia, y cual ha sido el recorrido y la acogida que ha tenido después la película?

Entrar por la puerta de la Berlinale, después de seis años de proceso y de un rodaje duro, porque rodar en Costa da Morte en invierno te puedes imaginar que es complejo y fue un rodaje con una dureza climatológica, tanto por exceso como por defecto, porque como hay este proceso de la crisis climática, Sica está viviendo un viaje de la perdida de la piel de la infancia, mientras vive un desequilibrio de la naturaleza. Cuando la película es seleccionada en un festival como Berlín, es una gran recompensa a un trabajo de mucha gente implicada, porque además esto te abre otras puertas, enseguida estrenamos en el Festival de Málaga, en la sección oficial, luego en Barcelona, en el BCN Film Fest, en el Festival de Donosti, en el Made in Spain, son festivales que tienen una gran relevancia, y que la película esté en ellos es un regalo, y una promesa de continuidad y de visibilidad.

Tu vienes del mundo documental, algo que es muy visible en tu primera película de ficción, pero ¿cambia mucho a la hora de rodar, a la hora de mirar o de interpretar el mundo a través de una cámara, el hacer un documental o una película de ficción?

Si, mucho, y no tanto. Mucho a nivel práctico, y logístico, que pasas de equipos reducidos, que caben, por decirlo así, en un par de furgonetas, y en una ficción ya es una cosa de unas dimensiones mucho más grandes. Es cierto que yo me sigo sintiendo más cómoda con equipos más reducidos, porque se genera una complicidad familiar, porque cuando hay un equipo más grande la cosa se diluye, es más compleja de gestionar, desde la dirección. Pero, por otro lado, a nivel estilístico y de la idea que tienes en mente, tu puedes generar desde la estrategia documental, buscar esa verdad, esa sensación de realismo, desde la selección de artistas naturales, desde el tipo de casting que haces, también las localizaciones, eso son decisiones también que tienen que ver con la decisión de una documentalista en una ficción, donde existe la figura de un localizador o una localizadora, y en mi caso el 98% de las localizaciones las hice yo personalmente, primero, con mi compañero, andado durante varios veranos en la Costa da Morte, y luego ya con la productora, pero también pienso que ficción y documental son las dos caras de la misma moneda, para mi tampoco hay tanta diferencia.

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