Artsakh, resistir hasta el final

Los armenios tienen memoria, y saben que no les queda otra que resistir, hasta el final o hasta la victoria, como siempre han hecho los pueblos que no quieren rendir su tierra, su cultura, su lengua, su historia.

Por Angelo Nero

Azerbaiyán continua aumentando las medidas de presión sobre la población de Nagorno Karabakh, al límite de sus fuerzas, después de siete meses de un bloqueo iniciado por una falsa protesta medioambiental, ¿quién se acuerda de esa excusa ya?, a la que siguió un sitio medieval, que todavía continúa, ante el desinterés de la comunidad internacional, ¿que son 120.000 almas, para la humanidad?, mientras esta sigue instando a las partes implicadas a una negociación, que viene siendo lo mismo que sentar a víctima y verdugo, para establecer las condiciones del crimen.

Mientras en los balcones de París, Berlín o París cuelgan las banderas ucranianas, convencidos de que los esfuerzos bélicos de la OTAN doblegarán al oso ruso, con la inestimable ayuda económica de sus países -y el esfuerzo, sobretodo, de una clase obrera ya muy precarizada-, un pequeño pueblo del Cáucaso sigue resistiendo ante a las continuadas agresiones del ejército azerí. La alternativa, bien aprendieron esa lección en 1915, es el genocidio. ¿Quién, después de todo, recuerda hoy el exterminio de los armenios?», dijo Adolf Hitler en agosto de 1939, cuando estaba a punto de invadir Polonia y hacer saltar por los aires el tablero geopolítico mundial. Pero los armenios tienen memoria, y saben que no les queda otra que resistir, hasta el final o hasta la victoria, como siempre han hecho los pueblos que no quieren rendir su tierra, su cultura, su lengua, su historia.

Desde el corazón de Nagorno Karabakh, desde esa Stepanakert donde esas 120.000 almas siguen resistiendo al continuado asedio azerí, nos llega la voz de Nelly: “Artsakh está completamente rodeada e incluso no se transportan bienes humanitarios. Por el momento, la situación más difícil es la de los niños pequeños y las personas con problemas de salud, que no tienen acceso a diversos medicamentos y alimentos infantiles. Se organizó una acción única cerca de la oficina de la ONU en Ereván. Los participantes de la acción se llevaron una caja de comida para bebés y la entregaron en la oficina de la ONU, exigiendo que se la entreguen a cualquier niño que viva en Artsakh. ¿Cuándo terminará esta pesadilla?”

La respuesta del régimen del sátrapa Aliyev, este martes 11 de julio, ha sido suspender totalmente la circulación en el corredor de Lachin, la única vía de unión de Nagorno Karabakh con Armenia, que ya estaba muy restringida, incluso para los convoys humanitarios, con la acusación de que la Cruz Roja estaba haciendo contrabando con sus vehículos, acusación que ha sido negada por el Comité Internacional de la Cruz Roja, que aseguró que pese a los registros que realizó el ejército azerí no ha encontrado ninguna mercancía que corroborara esta acusación. Pero es que las autoridades de Azerbaiyán, después de burlarse continuadamente de las fuerzas de paz rusas, o lo que es peor, con la complicidad de estas, saben que cualquier excusa, ya sea la de una protesta medioambiental, o la del contrabando en los vehículos de la Cruz Roja, le servirán para seguir ganando tiempo en su asedio a la república de Artsakh.

En la capital de Artsakh y en las localidades que no están en manos de Azerbaiyán, se ha impuesto una severa restricción del consumo de combustible, y los alimentos básicos están racionados, como relata nuestra colaboradora Siranush Sargsyan, desde Stepanakert, desde su cuenta de twitter: “Debido a la escasez de combustible, los taxis y los automóviles privados no funcionan, lo que genera una mayor dependencia del transporte público, lo que genera hacinamiento. Se implementarán medidas para descongestionar el transporte público, lo que permitirá a los trabajadores del sector público trabajar de forma remota desde sus hogares.” “Dada la grave escasez de artículos de primera necesidad, la gente ya no intercambia miradas en las calles. Su mirada se desplaza de las caras a los artículos en las manos de los demás, ya que los extraños se ven obligados a preguntar: ‘¿Dónde lograste encontrarlo?”.

Las situaciones dramáticas se suceden en Artsakh, como la que nos ha hecho llegar Ruzanna: Una joven madre de la Agabekalanj se vio obligada a dejar solos a sus hijos, Leo, de 3 años, y Gita, de 6, para caminar hasta la ciudad cercana de Martakert, con la esperanza de obtener algo con que poder alimentar a sus pequeños, y ante la tardanza de la madre, estos decidieron ir a buscarla, pero en el camino les sobrevino el cansancio y se subieron a uno de los muchos automóviles abandonados por falta de combustible. Sus cuerpos sin vida fueron encontrados en el interior del vehículo al día siguiente, dicen que debido a un golpe de calor, pero lo que realmente les mató fue el bloqueo azerí, el que los dejó sin alimentos, el que dejó al coche sin combustible, y finalmente el que dejó a una madre sin sus dos hijos. Ruzanna, desde Ereván, también apunta: “En Artsakk, los casos de abortos involuntarios, desarrollo anormal del feto, muerte fetal han aumentado recientemente. El estrés, el nerviosismo, el miedo, la ansiedad de la incertidumbre del mañana, la desnutrición hacen su trabajo. Estas son las armas con las que Azerbaiyán comete genocidio.”

La cancilleria de Armenia ha emitido un comunicado en el que, entre otras cuestiones, señalan: “Durante estos meses ha seguido agravándose la crisis humanitaria en Nagorno Karabaj a raíz del bloqueo del Corredor de Lachin. Se ve agravado aún más por la interrupción de meses de duración del suministro de gas y electricidad por parte de Azerbaiyán. Desde el 15 de junio, el suministro de alimentos a Nagorno Karabaj se ha detenido por completo. Antes de esto, durante la operación sin trabas del Corredor de Lachin, Nagorno Karabaj estaba recibiendo aproximadamente 400 toneladas de carga, mientras que, después del 12 de diciembre, la cantidad de alimentos transportados a través del contingente ruso de mantenimiento de la paz se redujo diez veces. Actualmente, la población de Nagorno Karabaj se enfrenta a una amenaza real de hambruna, ya que se ha prohibido por completo el suministro de todo tipo de bienes. La información que circuló ayer en los medios azerbaiyanos sobre un intento de transporte de tabaco y baterías de teléfonos móviles, por un lado, demuestra una situación desesperada de la población de Nagorno Karabaj que atenta contra su dignidad y, por otro lado, pone de manifiesto una vez más la imposibilidad de movimiento sin trabas de la carga.”

Mientras tanto el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, el otrora carismático líder de la Revolución de Terciopelo, cada vez más cuestionado dentro de su país, sigue implorando a la comunidad internacional ante lo que, para él, es una crisis humanitaria: “Nagorno Karabakh está privado de suministros de todo tipo de productos desde la provocación del 15 de junio que ocurrió cerca del puente Hakari. Incluso las fuerzas de paz rusas desplegadas en Nagorno Karabakh no tienen la posibilidad de llevar suministros porque el Corredor de Lachin está completamente bloqueado. Azerbaiyán también cortó el suministro de gas natural y electricidad a Nagorno Karabakh durante meses. Al mismo tiempo, vemos una escalada creciente en la retórica y la propaganda de Azerbaiyán, especialmente en dirección a Nagorno Karabakh.”

Pero lo cierto es que el primer ministro armenio no sabe como apaciguar al agresivo vecino azerí, que ha exigido la retirada de todas las unidades del ejército de Armenia de Nagorno Karabakh. Pashinyan ha asegurado: “Armenia no tiene un solo soldado en Nagorno Karabaj. Repito, no hay militares de Armenia en Nagorno Karabaj. Nagorno Karabaj tiene su propio Ejército de Defensa, y cualquiera puede encontrar las razones de su existencia en la propaganda y las acciones oficiales de Azerbaiyán, cuya esencia manifiesta es someter a los armenios de Nagorno Karabaj a una limpieza étnica y genocidio.” El primer ministro intenta ganar tiempo mientras negocia con Baku, tal vez una “paz por territorios”, y entregar Artsakh a Azerbaiyán como garantía de que las tropas de Aliyev dejaran de romper las costuras de las fronteras de Armenia, quizás no sea consciente de que si entrega Stepanakert, los azerís no pararán hasta entrar en Ereván.

Desde ese Ereván donde está Anna, como muchos otros refugiados de Nagorno Karabakh que ahora no pueden volver a su tierra, y que nos dice: “El 28 de junio murieron cuatro de nuestros soldados, uno de ellos de mi edad. Fuimos al jardín de infancia juntos y después de estar en clases paralelas, no podía creer lo que veía cuando vi su foto. Pero me siento aún peor por otro soldado cuya familia está en Armenia y no pueden ver a su hijo por última vez, esto es tan terrible. Azerbaiyán no permite que las fuerzas de paz rusas o la Cruz Roja transfieran su cuerpo a Armenia ni existe la posibilidad de que su familia pueda venir a Artsakh. Todo esto parece una pesadilla. Creo que esta situación llegará a su fin, ya que es imposible que dure mucho. La gente se rendirá, se quedarán sin nada, especialmente los enfermos, los ancianos y los niños. Espero que podamos resistir hasta el final.”

El Ministro de estado de la República de Artsakh, Gurgen Nersisyan, en un comunicado emitido este jueves, 13 de julio, hizo un llamamiento a los ciudadanos armenios y a toda la comunidad internacional: “Las difíciles condiciones de vida, la falta de alimentos, el frío y la oscuridad no pueden obligarnos a renunciar a nuestra identidad, dignidad, derechos humanos básicos para gestionar nuestro propio destino y vivir en un entorno pacífico y seguro. (…) Durante 7 meses, la gente de Artsakh tiene estado viviendo en condiciones de falta de condiciones básicas de vida, se ha detenido el suministro de gas y energía a Artsakh. Es obvio que nuestros recursos no son inagotables y por muy poco que se utilicen, un día se acabarán y entonces tendremos pérdidas y consecuencias catastróficas e irreversibles. (…) Hago un llamamiento a los armenios de todo el mundo. Queridos hermanos y hermanas, el pueblo de Artsaj está bajo amenaza de genocidio, en pocos días nuestro pueblo enfrentará serios problemas ontológicos. Todo esto es también fruto de vuestro silencio e indiferencia, despertad y gritad, abrid todas las puertas y anunciad el genocidio del siglo XXI. (…) Hago un llamamiento a la comunidad internacional, la situación en Artsakh es grave, en unos días tendremos consecuencias irreversibles. El pueblo de Artsaj, los 30.000 niños, no pueden ser víctimas del conflicto Rusia-Occidente ni sujeto-plataforma de negociaciones. Este es un problema, la única forma de resolverlo es reconocer la seguridad y los derechos de las personas que viven en Artsaj, incluido el derecho a la libre determinación, como un valor prioritario.”

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