En Italia se llevaron a cabo numerosas marchas y actos de solidaridad con la central sindical CGIL en varias ciudades del país.
Por Elena Llorente
Representantes de la ultraderecha y de los «No Vacs» asaltaron el sábado la sede de la Confederación Italiana de los Trabajadores y también la guardia del Hospital Umberto Primo de Roma. Militantes de izquierda se movilizaron en repudio a estos actos.
Después de las agresivas manifestaciones de los anti Green Pass el sábado pasado en Roma, Milán y otras ciudades de Italia, la policía arrestó el domingo en la capital italiana a 12 personas (otro en Milán y 57 denunciados) , incluidos dos dirigentes de la ultraderechista Forza Nuova considerados presuntos implicados y/o responsables de la organización de esta marcha donde volaron “bombas carta” (explosivo rudimentario), piedras y otros objetos contra la policía y los edificios públicos.
En Roma, además, los manifestantes asaltaron la sede de la Confederación Italiana de los Trabajadores (CGIL), una de las tres principales centrales sindicales que hay en Italia.
En principio la manifestación había sido organizada, sin autorización policial como en cambio se requiere en Italia, en Plaza Navona para protestar contra la obligación legal del Green Pass (el permiso de circulación, incluso en Europa y otros países, que se obtiene después de la segunda dosis de la vacuna anti covid) y que a partir del 15 de octubre será obligatorio en Italia para entrar a los lugares de trabajo, sean públicos o privados.
Una parte de los manifestantes se fueron moviendo luego hacia la sede de la CGIL en Corso d’Italia, no muy lejos de Via Veneto. Allí forzaron la puerta y entraron destruyendo vidrios, puertas, paredes, muebles.
En Roma, otra parte de la gente se encaminó por Via del Corso hacia Palacio Chigi, sede del gobierno, y a pocos metros del edificio de la Cámara de Diputados. Los manifestantes fueron dispersados después de algunas horas de desorden y protestas y con la intervención de la policía que debió usar gases lacrimógenos (cosa muy rara en Italia) y camiones hidrantes.
Pero las agresiones no terminaron ahí. Durante la noche otro grupo de neofascistas asaltó la guardia del Hospital Umberto Primo de Roma, tal vez para liberar a uno de los arrestados que había sido internado en el hospital porque estaba herido. Forzaron una puerta de la guardia, le pegaron a una enfermera con una botella. Pero al parecer no lograron llevarse al herido.
De hecho, la idea de esta agresiva marcha era provocar pánico y manipular a los No Green Pass en favor de la derecha. Pero algunos se preguntan si este acto con pocos precedentes al menos en los últimos años en Italia, no podría influir en la elección de los candidatos -perjudicando a la derecha- que la gente tendrá que hacer el 17 y 18 de octubre, cuando se lleve a cabo la segunda vuelta de las elecciones municipales en muchas ciudades italianas, entre ellas Roma y Turín (norte).
Entre los arrestados sábado y domingo en Roma se encuentran al menos dos dirigentes de Forza Nuova, Roberto Fiore y Giuliano Castellino, pero también Biaggio Pasano dirigente de la organización “Io apro” (yo abro) un grupo de comerciantes y propietarios de restaurantes que se oponían al cierre ordenado por el ministerio de la salud durante los meses más agresivos de la pandemia, y también Luigi Aronica, un ex militante de NAR (Núcleos Armados Revolucionarios) una organización terrorista neofascista surgida en los años 70.
Unos 38 exponentes de la policía y las fuerzas de seguridad sufrieron heridas. La policía, según trascendió, ha logrado identificar a 600 participantes en las marchas.
El primer ministro Mario Drgahi, a través de un comunicado difundido por el gobierno, “condenó las violencias que se produjeron el sábado en varias ciudades italianas”. El “derecho de manifestar las propias ideas no puede jamás degenerar en actos de agresión e intimidación”, subrayó Draghi.
El domingo se organizaron numerosas marchas y actos de solidaridad con la CGIL en varias ciudades del país. Incluso militantes de izquierda y miembros de la CGIL se reunieron frente a la puerta de esa organización con banderas rojas y cantando una canción de tiempos de la Segunda Guerra Mundial y que aludía a la Resistencia antifascista.
El actual líder de la CGIL, Maurizio Landini, hizo un llamado a los italianos para que en el país se elimine la precariedad laboral. “Hay un malestar en nuestro país que debe ser afrontado. Es el momento de asumir decisiones, aplicar la Constitución significa también disolver ciertas organizaciones”, dijo aludiendo a los grupos que organizaron las agresiones del sábado. Pero sobre todo, según Landini, hay que resolver los malestares sociales poniendo el trabajo en el centro de las preocupaciones”.
La Constitución italiana, nacida después de la Segunda Guerra Mundial, especifica entre otras cosas que no se pueden reorganizar partidos fascistas.
Página 12
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