No sabemos todavía si las relaciones de la esposa del Presidente Sánchez con las empresas Globalia e Innova Next constituyen delito alguno. Pero más allá de eso, ¿fueron éticas?
Por Oriol Sabata | 25/04/2024
El Presidente de España, Pedro Sánchez, anunciaba este 24 de abril en una carta dirigida a la ciudadanía que necesitaba unos días de reflexión para evaluar si sigue en el cargo o presenta su renuncia. Según afirma el dirigente, todo se debe al acoso al que se está viendo sometida su esposa Begoña Gómez después de que un juez haya decidido investigar una denuncia presentada por el sindicato derechista Manos Limpias por posible tráfico de influencias y corrupción en los negocios.
El jefe del Ejecutivo español asegura que ‘no hay caso’, es decir, que las actividades de su mujer no constituyen ningún delito. Sin embargo, en la carta dirigida a los ciudadanos, Sánchez opta por dejar a un lado los hechos y apela a los sentimientos. Pero más allá del debate sobre la legalidad o no de las relaciones de Begoña Gómez con las compañías Globalia e Innova Next, lo que cabe preguntarse es si dicho comportamiento es ético.
Los posibles delitos que se investigan son el de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. El sindicato Manos Limpias asegura que desde el Gobierno se favoreció a una compañía que tuvo vínculos profesionales con la mujer del Presidente.
Caso Globalia
Si analizamos los hechos de manera objetiva, comprobamos como la esposa del Presidente se reunió con Javier Hidalgo, CEO de Globalia, en plena pandemia (2020), antes de que el Ejecutivo de Sánchez tomara la decisión de rescatar a la aerolínea Air Europa (del grupo Globalia) con 475 millones de euros. Un dinero que, por cierto, todavía no ha sido devuelto.
Según el periódico El Confidencial, Air Europa ha reconocido que la mujer del Presidente estuvo en su sede en dos ocasiones para reunirse con Javier Hidalgo justo antes de que la aerolínea fuera rescatada con fondos públicos.
Ese mismo año, Begoña Gómez fue beneficiada por Globalia, grupo que patrocinó el Instituto de Empresa África Center, que ella misma dirigía. La empresa aprobó una partida anual de 40.000 euros para el África Center, entre los que se incluyeron 15.000 euros al año para que Begoña Gómez y su equipo de la escuela de negocios pudieran viajar en vuelos de Air Europa en primera clase. La esposa del Presidente dirigió esta universidad privada desde 2018 hasta 2022.
Caso Innova Next
En julio de 2020, Begoña Gómez firmó cartas de recomendación a un grupo de empresas privadas que se presentó a un concurso público del Ministerio de Economía. El principal accionista de ese grupo empresarial era Carlos Barrabés, director de la compañía Innova Next, quien casualmente ayudó a planificar en 2019 el Máster en Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid que fue dirigido por Begoña Gómez. Gracias a esta relación personal y a las cartas de recomendación de la esposa de Sánchez, el grupo de Barrabés se hizo con contratos públicos por valor de 10,2 millones de euros.
Sistema corrupto
Desde que salió a la luz el caso del novio de la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), y el caso Koldo, que afecta al PSOE, se ha desatado una guerra sucia judicial entre el bipartidismo español. Esta nueva batalla está evidenciando una vez más la podredumbre del régimen político que emergió durante la Transición. Desde hace más de cuatro décadas, sufrimos las consecuencias de una clase dominante que usa la política como una herramienta para el lucro personal y al servicio de la patronal.
La cuestión aquí no tiene que ver con escoger bando entre la izquierda o la derecha sistémica, o determinar qué sector político es más o menos corrupto. Lo que debemos entender es que estamos ante la esencia del capitalismo: el poder político se encuentra en manos de la élite dominante y al servicio del gran capital. Y frente a esta realidad, los trabajadores no tienen que escoger trinchera, sino ser capaces de romper con todo ello y defender sus intereses como clase social.
Completamente de acuerdo, nuestra clase política está al servicio del sistema y no representa a la ciudadanía,el problema es cómo romper con esta pseudodemocracia que tiene todos los medios para engañar a la gente.