Iñaki Egaña: “De los 40 atentados de los GAL, España únicamente investigó cuatro casos con resultado de muerte”

Entrevistamos al historiador y escritor Iñaki Egaña, sobre uno de sus últimos libros, ‘Objetos perdidos. Desapariciones forzadas en el contexto vasco (1956-2010)’, publicado por la Editorial Txalaparta.

Por Angelo Nero | 4/12/2023

Iñaki Egaña es uno de los autores recurrentes en mi biblioteca, desde que hace más de treinta años, comenzaran a salir sus libros en la editorial Txalaparta, de la que, desde entonces, soy suscriptor. Este donostiarra, que además de escritor es historiador, ha buceado como pocos en eso que aquí insistimos en llamar Memoria Antifascista, no en vano preside la Fundación Euskal Memoria, también ha profundizado en las claves del conflicto vasco, e incluso ha publicado libros para niños. Ensayos como “Los días de Argel”, “La construcción del enemigo”, “El desarme”, o novelas como “1936, Aquella soledad”, o “La increíble historia de Martín Arbezu”, avalan la prolífica carrera literaria de Egaña, a la que es más que recomendable acercarse.

Uno de sus últimos trabajos -aunque al ritmo de lo que publica ya han salido otros dos, mientras preparábamos esta entrevista- que me han llegado de Txalaparta, ha sido Objetos perdidos. Desapariciones forzadas en el contexto vasco (1956-2010)”, sobre el que conversamos en NR.

Frente al desaparecido en tanto éste como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera tendría un tratamiento X. Si la aparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento, tendría un tratamiento Z. Pero mientras sea desaparecido, no puede tener un tratamiento especial Es un desaparecido, no tiene entidad. No está muerto ni vivo, está desaparecido… Frente a esto no podemos hacer nada.” Así explicaba cínicamente el dictador argentino Videla la situación de los desaparecidos.

Sin embargo, mucho antes, en 1936, en lugares donde ni tan siquiera hubo frente de guerra, como Galiza o Nafarroa, ya había cientos de desparecidos, ¿no es así?

Efectivamente, son muertos en retaguardia. Venganza en una guerra que no habían buscado. Tras un golpe de Estado que fracasó. En Navarra hubo más de 3.000 ejecutados, lo que supuso el 1% de su población. O en su caso, el 15% de los votantes del Frente Popular. Un genocidio.

Durante el franquismo fueron miles los desaparecidos, enterrados en cunetas, arrojados a barrancos o al océano, ¿por qué acotaste tu estudio, además de, por razones obvias, a Euskal Herria, al periodo comprendido entre 1956-2010?

La razón es simplemente cronológica. Ya que unos años antes había publicado el libro “los crímenes de Franco en Euskal Herria”, que trataba precisamente de las ejecuciones extrajudiciales en los cuatro territorios vascos del sur. Fue un trabajo exhaustivo con los nombres, apellidos, etc. de cada uno de ellos. Fruto de un trabajo ingente y de mi trabajo junto a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en el que llevamos inmersos desde 2002. Yo dirigía precisamente el grupo de investigación, junto a Paco Etxeberria que tutelaba el trabajo de campo, las exhumaciones que aún, ya a un ritmo más reposado, se siguen haciendo, con apoyo del Gobierno de la Comunidad Autonómica vasca y de la Foral navarra. Por tanto, había que completar el ciclo, el de las últimas décadas que comienza más o menos en 1960. Me quedaba a Jesús Galíndez, que era el delegado vasco en Nueva York, y desapareció en 1956. Según mi investigación sus restos ya fueron encontrados e identificados, pero, oficialmente, el Gobierno vasco lo considera un desaparecido.

El título de tu libro alude a uno de los 20 casos estudiados, el de Mikel Zabalza, ya que cuando su madre fue a preguntar por él al cuartel de la guardia civil, le dijeron: “Vaya a preguntar a objetos perdidos”. Zabalza permaneció un mes desaparecido, pero este caso es muy ilustrativo de la connivencia entre las fuerzas del orden, el gobierno y la prensa, para sostener la versión oficial. ¿Es también indicativo de la impunidad con la que actuaban los cuerpos de seguridad del estado con la excusa de la lucha contra el terrorismo?

Impunidad fue la fuerza del franquismo para ejecutar sus crímenes y posteriormente, esa misma naturaleza ha seguido impregnando los casos que he investigado. En el de Mikel Zabalza hay, al margen, arrogancia, con la seguridad de que no van a rodar cabezas por aquel secuestro y muerte. Porque tras la desaparición de Zabalza, hay una complicidad evidente de jueces, políticos (en particular del Ministerio del Interior), medios… que, a pesar de las evidencias y declaraciones de implicados, nada circunstanciales, por cierto, ni siquiera se ha logrado reabrir el caso. Instituciones como el Gobierno Foral, han intentado arrojar luz, pero la sombra del Estado profundo es tan alargada que ha sido inútil. El caso de Zabalza muestra que hay dos versiones en casi todos los casos. Una la oficial y otra la popular, la oficiosa que algún día se convertirá en oficial.

La desaparición de Lasa y Zabala, que duró doce años, desde su secuestro y posterior asesinato, en 1983, hasta 1995, cuando se descubrió sus cuerpos enterrados en cal viva en una fosa de Alacant. La guerra sucia del estado, a través del GAL, salió entonces a la luz, sin embargo, ¿ha quedado enterrada todavía parte de la trama oculta del terrorismo de estado?

Yo creo, que habría que denominar los GAL, en vez de “el GAL”. Porque fueron tres ramas de un mismo árbol, autónomas entre sí: la de la Policía, la de la Guardia Civil y la de los servicios secretos, que fueron precisamente, quienes dieron lugar al nombre. Con Lasa y Zabala aún no se había dado a conocer el nombre de “GAL”, que fue difundido dos meses después cuando unos policías liberaron a Segundo Marey que secuestraron en Hendaia y que estuvo detenido en una chabola de Cantabria. Lasa y Zabala estuvieron detenidos y torturados en la sede del entonces Gobierno Civil, luego delegación del Gobierno. Simultáneamente, cuatro GEOs intentaron secuestrar al refugiado Larretxea, en Hendaia. Fueron detenidos por casualidad, encarcelados por poco tiempo y luego liberados y recibidos como héroes en Madrid. No hubo reivindicación GAL. Las implicaciones políticas con el ministerio del Interior, gestionado por el PSOE, fueron evidentes y parte salieron a la luz en el juicio que se realizó en 2000. Pero, a pesar de su trascendencia y condenas, quedaron muchos flecos en el aire. Los jueces no se atrevieron a “tirar de la manta” para no provocar no una crisis de Gobierno, sino de Estado. La trama fue removida, pero las redes históricas siguieron funcionando hasta hoy. El llamado Caso Villarejo es un ejemplo más.

En tema de las desapariciones, como en todo lo asociado a la guerra sucia, los medios de comunicación, a menudo, han actuado como cortina de humo, dando como buenas las versiones oficiales, ¿crees que el periodismo español ha estado, en muchos casos, al servido del estado para hacer justo lo contrario de lo que deberían hacer, que es dar a conocer la verdad?

En la actualidad la casi totalidad de los medios están quebrados con unas deudas financieras altísimas. Eso ha llevado a que los bancos, que renegocian la deuda para no perder lo invertido, se hayan convertido en los dueños de las cabeceras. Y unos bancos que son uno de los soportes del Estado, jamás tirarán piedras sobre sus tejados. La filtración a un diario en especial de algunas de las tramas de los GAL, fue una estrategia del PP de Aznar contra el PSOE de Felipe González, para desgastar al Gobierno. Melchor Miralles, uno de los supuestamente “investigadores” lo ha dejado claro en sus intervenciones. Efectivamente, esos escándalos periodísticos fueron una de las causas de la caída de González. Pero cuando Aznar llegó a La Moncloa en 1996, cortó la línea de filtraciones e indultó a los condenados, entre ellos al ministro Barrionuevo y a los agentes de la que hoy llamamos “Policía Patriótica”. De los 40 atentados de los GAL, España únicamente investigó cuatro casos con resultado de muerte. De esos 40, 37 se produjeron en territorio francés, y París únicamente investigó 13. Me refiero a investigaciones judiciales. Las periodísticas siempre fueron a rebufo, con la excepción de los casos para socavar a González, la X según Washington.

Uno de los capítulos más curiosos de tu libro es el que dedicas a los tres trabajadores gallegos de aduanas, cuya desaparición sigue siendo un misterio, ¿qué te llevó a incluir su caso en el libro?

Desaparecieron en mayo de 1973 cuando hacían seguimiento a refugiados vascos, según las memorias del entonces jefe policial, el general Sáenz de Santa María. Por tanto, tiene visos de que algunos exiliados tomaron parte en aquel episodio. Trabajaban en la aduana de Irun, y algunas tesis apuntaron entonces, también fruto de investigaciones periodísticas, a alguna trama relacionada con mafias aduaneras. Se han lanzado toneladas de fakes sobre el tema, lo que también hace presuponer que hay sectores del Estado profundo que no están por la labor de desenterrar el tema. Siguen siendo desparecidos, al parecer en el contexto del conflicto vasco. Pero no hay certeza absoluta. Por sus familias, el caso debería ser aclarado por alguna de las partes. Pero el tiempo, también es una losa.

También me llama la atención que incluyas a Mikel Lejarza, el Lobo, un infiltrado de la policía que causó la detención de decenas de militantes de ETA e incluso la muerte de tres de ellos y del militante de la UPG, Moncho Reboiras, ¿se ha cubierto tanto su rastro como para no saber si Lejarza está muerto o vive bajo otra identidad?

Sobre Lejarza hay mucha literatura y apenas investigación. La mayoría es basura. El relato es un montaje de los servicios secretos españoles, con muchas lagunas, por cierto, fácilmente desmontables y con la participación de figurantes en su nombre. Las hagiografías de Fernando Rueda mantienen el hilo, con modificaciones según la coyuntura política. Una de las hipótesis apuntaba a que después de la delación fue ejecutado, hecho que no comparto, pero está ahí. Por eso la cito. El verdadero Lejarza, según sus antiguos compañeros de militancia habría sido un quinqui, recuperado por los servicios españoles que le propusieron entrar en ETA a cambio de perdonarle la cárcel. Una vez coronada la infiltración, volvió a ingresar en prisión en otras cuatro ocasiones, siempre por hechos diversos. Hasta la Guardia Civil le denegó, ya en época reciente, un permiso de armas por sus antecedentes.

Jon Anza fue, oficialmente, el último desaparecido de la democracia española, y aunque su cuerpo apareció, no fue hasta un año después que se reconoció su identidad, ¿qué sucedió para que Jon estuviera todo ese tiempo desaparecido?

Colaboración franco-española. Es inverosímil que a pesar de que el caso estaba judicialmente abierto en Baiona, la investigación jamás existió. Su cadáver llevaba un año en el depósito de un hospital de Toulouse a la espera de ser identificado, a pesar de que la dirección de dicho hospital lo había trasladado a las autoridades policiales francesas. Cuatro policías españoles, al parecer implicados en su secuestro, jamás fueron investigados.

Algunos casos tratados en tu libro han llegado a tener eco internacional, como el de Naparra, que llego a la Comisión de Desapariciones Forzadas de Naciones Unidas, ¿que tiene en especial el caso de Naparra para llegar a esas instancias? Y, por otra parte, ¿qué opinas de la vía de la justicia universal, como la Querella Argentina, cuando la justicia española no quiere resolver los crímenes del franquismo y de la transición?

El hecho de José Miguel Etxeberria tiene que ver con la pulsión de su familia, primero su padre y cuando falleció su hermano Eneko. Después de agotar judicialmente y políticamente todos los pasos, la familia acudió a Naciones Unidas que tomó como suyo el tema y lo incluyó entre sus prioridades. La Comisión, como no tiene carácter resolutivo al no ser un tribunal judicial, hizo varios exhortos a París y a Madrid para que arrojasen informaciones propias sobre el secuestro. Pero jamás respondieron, ni España ni Francia, a pesar de que todos los años, desde Ginebra les vuelven a recordar que sigue siendo una desaparición forzada. En cuanto a la justicia internacional, creo que es un buen instrumento para socializar los crímenes de los estados, pero que judicialmente, visto lo sucedido, no tiene recorrido. Con los crímenes del franquismo y de la Transición, la jueza argentina Servini hizo varios exhortos, que implicaron a Interpol. En teoría, varios de los implicados, entre ellos Martín Villa, ex ministro del Interior, estuvieron en búsqueda y captura por delitos de “lesa humanidad”, de los que no prescriben. Pero ninguno de ellos fue detenido. Más aún, sufrieron en aval y la defensa de Madrid y en 2021 a la jueza Servini le cortaron la hierba bajo sus pies. La Cámara de Apelaciones de Argentina señaló que no había pruebas suficientes para implicar en esos delitos a los imputados.

Recientemente Txalaparta ha creado una nueva línea editorial, relacionada con la Memoria Antifascista, que se estrena con dos libros tuyos, “Operación Ogro. Hechos y reconstrucción del mito” y “Txikia. De tu lucha brotarán”. En una editorial donde la Memoria siempre ha estado presente, y muchos de tus libros así lo corroboran, ¿qué aporta esta nueva colección de nuevo?

Esos dos libros fueron de encargo, lo que no quita que su contenido sea menos importante. Por lo que me dijeron desde la editorial y me invitaron a participar en el proyecto, que es una colección enfocada sobre todo a los jóvenes que no conocieron las épocas anteriores. No son “antifascistas”, estrictamente, sino relacionados con la historia vasca más reciente. A pesar del encargo, los temas los elegí, aupándome en dos aniversarios redondos. No son excesivamente largos, como acostumbro, para facilitar la lectura y sirven para contextualizar la época y el medio. Porque sin contextualización, la historia queda coja, sino desfigurada. Mi sorpresa ha sido que, tanto en Bilbao como en Navarra, el libro de Ogro, particularmente, ha salido en las listas de los más vendidos, lo que significa que el público no es exclusivamente joven. Algo que he podido comprobar en persona en las numerosas presentaciones que he realizado del trabajo, también en Galiza. Una mezcla generacional que, al menos en este caso, rompe las barreras habituales.

Todavía estamos pendientes de leer estos nuevos libros tuyos, y te emplazamos a una nueva entrevista cuando lo hagamos, pero, ¿por qué has elegido, precisamente, la acción que acabó con la vida de Carrero Blanco y una biografía de Txikia?

Por razones de una época vertiginosa y, como te comentaba en la respuesta anterior, por el hecho de los 50 años de la muerte de los dos protagonistas. En ambos casos, la perspectiva te da un plus para investigar, los testimonios ya no relatan en caliente, sino tras un filtro posterior más sosegado. Y, sobre todo, el acceso a archivos ahora abiertos o semiabiertos, entre ellos policiales, tanto en los históricos vascos, ya transferidos los de Interior, como en Washington.

También eres presidente de la Euskal Memoria Fundazioa, que inició su andadura en 2009, ¿cuáles fueron los objetivos que se marcó en su gestación, y que recorrido y que apoyos ha tenido hasta ahora?

En 2009 se intuía el fin de una etapa y había que crear un fondo de lo que habían sido las últimas décadas con relación a las víctimas, de todo tipo, originadas en el llamado conflicto vasco-español. En principio dando luz a las hasta entonces inexistentes, el caso de la tortura por ejemplo el más notorio. No somos un agente político sino una especie de archivo al servicio de grupos, organizaciones e instituciones que necesitan de informaciones relacionadas con las vulneraciones de derechos humanos. Hemos trabajado por encargo de ayuntamientos, diputaciones, gobiernos, de forma puntual, o incluso participando en el consejo asesor del Foral navarro. El apoyo fundamental, económicamente hablando, ha sido el de sus socios cuya cifra no voy a desvelar, pero que superó todas nuestras expectativas. Y en los trabajos de campo, archivísticos, locales o territoriales, por ese tejido popular vasco que, voluntariamente, ha colaborado de una manera excepcional que hace, por otro lado, sentirnos orgullos de esa comunidad activa y comprometida que nos hace atisbar el futuro con optimismo. Al menos en el camino de desbrozar la verdad a través de le memoria.

Se el primero en comentar

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo no será publicada.




 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.