Entrevistamos al director de cine Javier Ríos, con el que conversamos sobre el documental «Aqui estamos», una mirada crítica sobre la migración desde la Frontera Sur.
Por Angelo Nero
Salvo cuando los muertos se amontonan ante nuestras puertas, como sucedió en la masacre del Tarajal, el foco mediático ignora la terrible tragedia que se vive diariamente en la frontera sur del estado español, y las autoridades y los partidos políticos parecen más preocupados por gestionar como “un problema de migración irregular”, que por proteger los derechos humanos de los que llegan a nuestras costas en busca de un refugio seguro. ¿Nace “Aquí estamos” cómo un intento de darle visibilidad a este drama, al que no parece que ni nuestro gobierno, ni la Unión Europea, tengan intención de poner remedio?
El documental nace en mitad de una mudanza, los privilegiados nos mudamos no migramos, mi compañera de vida es canaria, de la isla de Tenerife, y tras muchos años en Madrid y un 2020 complicado, decidimos mudarnos a su isla en marzo de 2021. Pasamos el control de aduanas, la policía nos dijo que no acariciásemos al perro que olfateaba el equipaje, uno de nuestros perros le ladró, nos reímos tras las mascarillas, subimos a bordo y dos días después desembarcamos en las Islas Canarias. Una migración del primer mundo.
En 2020 tras decretarse el estado de alarma y el confinamiento, realizamos el documental “180 Grados” una denuncia sanitaria y sistémica que también trataba las migraciones forzosas del sur global, pero al poco de terminar 180 Grados surgió “Rompiendo el Muro” un cortometraje en apoyo a la Causa Saharaui sin el que, probablemente, “Aquí Estamos” no existiría.
Entrevisté a varios activistas saharauis como Yslem “Hijo del Desierto”, Nadhira Mohamed, Bahia Mahmud, Concha Moya y Javier Couso. Gracias a ese proyecto pude conocer mejor el contexto histórico del conflicto, la responsabilidad del Estado Español en él, las atrocidades que comete Marruecos contra el pueblo Saharaui y contra su propio pueblo, el chantaje del rey de Marruecos a España y a Europa utilizando a las personas migrantes, el narcotráfico y la amenaza terrorista.
“Aquí estamos” nace subiendo cajas de la mudanza a nuestro nuevo hogar, escuché a unos vecinos que estaban reunidos hablando de la situación de las personas migrantes, el hacinamiento en los campamentos, el caos en las comisarias con las citas para pedir asilo y la arbitrariedad a la hora de poder salir de las islas y continuar camino, el Estado Español y la Unión Europea habían convertido a las Islas Canarias en cárceles.
La abogada saharaui experta en extranjería Loueila Mint protagoniza el documental junto al activista Abdou Kane, que narra su historia personal y la labor de su asociación que da nombre al documental. La situación era tan dramática que implicamos también voces con responsabilidad en la acogida y al propio gobierno canario a través de Juan Carlos Lorenzo de CEAR Canarias e Iratxe Serrano, Directora General de Protección a la Infancia del Gobierno de Canarias. La colaboración fue muy fluida en aquel momento, incluso varios medios de comunicación alternativos atendieron la llamada, y salvo pequeñas diferencias, todos coincidían a la hora de denunciar las necropolíticas europeas y la vulneración diaria de derechos humanos y fundamentales en la Frontera Sur.
“Ellos están aquí, porque nosotros estamos allí”, señala el historiador Víctor Martín, en un momento del film. En muchos casos, las personas que se ven obligadas a abandonar sus países, lo hacen por el saqueo continuado de sus recursos naturales, y por las guerras asociadas a este expolio, ¿no deja de ser paradójico que Europa y EEUU contribuyan a que sus lugares de origen continúen en el subdesarrollo, fomenten la desigualdad y la inseguridad, y luego les nieguen asilo?
Son los cimientos históricos de nuestro sistema económico, Víctor Martin es profesor de Geografía e Historia y Director del Centro de Estudios Africanos en la ULL. Esa frase: “ellos están aquí, porque nosotros estamos allí”, sintetiza y debería ser argumento suficiente para destruir cualquier atisbo de racismo en la sociedad.
Hay un primer mundo porque hay un segundo y un tercero y viceversa. El capitalismo no existiría sin la esclavitud, la explotación, el extractivismo y las guerras coloniales y neocoloniales de los últimos siglos. Se utiliza la palabra fascismo y ahora ecofascismo para definir actitudes, directrices o derivas políticas, pero lo que se está haciendo con nuestros hermanos africanos, que mueren a miles en el desierto, en el atlántico o en el mediterráneo y con otros pueblos oprimidos de Latinoamérica y del sur global no tiene nombre.
En África, Francia e Inglaterra potenciaron su dominio colonial en los 90, se denominó neocolonialismo, y, a partir de la guerra de Ruanda, EE.UU aceleró su presencia en el continente en pro de un sistema económico que sólo puede sostenerse gracias al extractivismo, esquilmando recursos y a su principal negocio, la guerra.
A partir del 2000 China dirige sus intereses también a África, quizá con otro estilo, pero con la misma lógica capitalista, prometiendo y construyendo infraestructuras, pero empeorando aún más las condiciones laborales, esquilmando recursos minerales y de manera despiadada los bancos de pesca y los fondos marinos del continente africano.
Muchos creen que la denominada crisis de los cayucos en 2006 fue consecuencia de la entrada de China en el territorio y probablemente la de 2020 también junto al chantaje marroquí. Hasta tal punto que China ya tiene la primera base militar fuera de sus fronteras y se encuentra en África, en Yibuti.
Las guerras en Siria, Libia, Yemen, Somalia, Sudán, son reflejo de esas tensiones entre las grandes potencias capitalistas, donde todas están implicadas, no sólo Occidente.
El campo de batalla del capital es África, o el denominado tercer mundo. Ucrania quizá sea un precedente de esas tensiones ante el colapso de materias que hacen tambalear el sistema, pero el continente africano es el más rico en recursos naturales imprescindibles para esta huida hacia adelante del capitalismo, que podrá pintarse de verde, pero seguirá fomentando la desigualdad y dejando atrás a cada vez más población, empezando como siempre por los más vulnerables.
Los acuerdos entre España y Marruecos demuestran que España ha cedido al chantaje y ha externalizado el control de sus fronteras completamente, poniéndolo en manos de la dictadura marroquí, algo similar a lo que la UE ya hizo con Turquía, auguran un mal futuro para los derechos humanos.
Después de huir de la guerra o de la miseria, de atravesar mares y desiertos, en los que muchos pierden la vida, los que llegan a nuestras costas se dan cuenta de que el viaje no ha terminado. Por delante tienen una ardua travesía por las oscuras aguas de la burocracia. ¿Es la legislación, europea y española, la frontera más difícil de cruzar?
Es la hipocresía y la injusticia más grande, es no querer ver ni admitir que esta lógica con la que organizamos el mundo no tiene sentido, que este sistema económico es insostenible, inhumano y suicida.
Todas las materias primas que saqueamos provienen de esos mismos países de donde vienen las personas migrantes, esos recursos circulan libremente sin trabas, sin vallas, sin Frontex, y son acogidos con los brazos abiertos mientras a las personas se las encarcela, esclaviza, explota o se las deja morir en el camino. Estas son las consecuencias de la legislación Española y Europea.
En Europa utilizamos las palabras libertad y justicia con la misma hipocresía que llamamos progreso a un ecocidio anunciado a gritos.
El documental también hace hincapié en la solidaridad de la sociedad canaria, de esa extensa red civil que acoge y responde ante la emergencia humanitaria, cuando el estado, a través de sus instituciones, no está dando la respuesta que debiera. ¿Cómo se articula esa solidaridad y porque es especialmente activa en el caso de Canarias?
El pueblo canario es solidario y quiere decidir cómo acoge a sus hermanos africanos, pero no le dejan.
Esa solidaridad se articula de la manera más llana, grupos de whatsapp, telegram, donde se organizan recogidas de ropa, de comida, acompañamiento a comisarias, traductores, asesoramiento jurídico, psicológico y también movilizaciones para denunciar la situación en los campamentos, desde colectivos muy bien organizados, hasta iniciativas individuales de aparecer con una olla de potaje en la puerta del campamento, como solían hacer unas señoras en las Raíces.
Apenas llevo dos años en las islas y la comparativa con el Madrid come banderas que dejé atrás en 2021 condiciona bastante, pero voy construyendo una opinión.
Las Islas Canarias son uno de los territorios más pobres de Europa, a pesar de ser unas islas con un turismo anual mayor que todo el Caribe junto. Canarias sigue sometida a las decisiones que se toman a miles de kilómetros de sus costas y soportando la gestión de un cacicalismo salvaje, un caciquismo cómplice y cómodo con esa dependencia. Aunque es difícil generalizar, me atrevo a decir que, incluso la persona más conservadora del pueblo canario, tiene una empatía diferente con las personas que migran, simplemente por su condición de pueblo migrante. Cuba y Venezuela son pueblos hermanos del Canario y África también, relaciones culturales, comerciales, históricas, etc.
Gran parte de la población canaria se siente africana y la que se siente española o europea es por algún interés o porque se le estropeó la brújula. La situación geográfica, el arte, la cultura, el pasado migratorio y las adversidades a las que está acostumbrado el pueblo canario, hacen que el trato a las personas migrantes sea mayoritariamente desde el respeto, dejando poco espacio a los discursos de odio, aunque al igual que en el resto de Europa, van creciendo también en las islas.
La sociedad canaria mostró grandes dosis de solidaridad, pero reclama competencias en materia de migración para que esa acogida sea digna desde las instituciones. Unas instituciones públicas cada vez más debilitadas y a la orden del Estado Español y la UE. Ordenes que tras los últimos movimientos del Gobierno Central, archivando la masacre en Melilla y sometido a los intereses de Marruecos, van en la dirección opuesta a los derechos humanos y lo prometido al Pueblo Saharaui, pero directa al sueño del fascismo y su Europa fortaleza.
Las imágenes del hacinamiento de migrantes en el muelle de Arguineguín, en noviembre de 2020, donde llegaron a concentrarse más de 2.000 personas en condiciones infrahumanas, puso en evidencia, como señaló la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, “el fracaso de las políticas migratorias”. ¿Se ha avanzado algo en esas políticas en los años transcurridos desde que se produjera esta lamentable situación?
Tras lo sucedido en Arguineguín se decidió hacinar a las personas en campamentos improvisados, los CIES se cerraron durante la pandemia con la excusa de que no cumplían las medidas sanitarias. Evidentemente deberían cerrarlos para siempre, pero lo que hicieron fue utilizar antiguos campamentos militares casi abandonados y hacinar a las personas allí, donde tampoco se cumplían las medidas sanitarias, ni de ningún tipo, vulnerando la legalidad y los derechos humanos.
Una persona no puede estar retenida más de 48 horas y hubo personas retenidas durante varias semanas en el muelle de Arguineguín y durante 6, 8, 9, 10 meses en los campamentos sin poder salir de las islas, olvidando que migrar no es un delito. Como señala la abogada Loueila Mint en el documental, entrar de manera irregular es una falta administrativa, legalmente a la altura de que cualquiera de nosotros no llevara puesta la mascarilla en aquel momento.
Se les denominó los campamentos de la vergüenza. Actualmente se han cerrado algunos, se cambió al director de ACCEM en las islas, una subcontrata que gestionaba la acogida y que recibió muchísimas denuncias, por lo que parece que algo ha mejorado el trato en el interior de los campamentos.
Normalizar esta situación está permitiendo que las mafias también entren en el tramo Canarias, España o Canarias, Europa y se están descubriendo casos graves de corrupción, también entre los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, chantaje, extorsión y acoso a las personas en tránsito.
Lo acordado entre el Gobierno Español y Marruecos creo conllevará más opacidad y mayor vulneración de derechos humanos a las personas migrantes, sobretodo en la frontera marroquí.
Como señala la abogada y activista Loueila Mint, se está criminalizando la entrada irregular cuando, además, se ponen todos los obstáculos para que se pueda producir una entrada de migrantes de forma legal. También desde sectores políticos, y no solo desde la ultraderecha, se intenta asociar al que intenta cruzar una frontera con la delincuencia, cuando no están cometiendo ningún delito al hacerlo. ¿Cómo se combate este mensaje que está alimentando la xenofobia y el fascismo en la sociedad española?
El capitalismo necesita de esas ficciones para fomentar el odio a favor de sus intereses y ocultar los verdaderos motivos que hay detrás de casi todas sus guerras.
Algo que me impactó hace ya unos años, fue cómo EE.UU a través de Hollywood consiguió que la gran mayoría de la población estadounidense saliera a la calle a celebrar el exterminio en Hiroshima y Nasagaki tras lanzar las bombas atómicas. Décadas antes, los japoneses eran retratados en las películas como seres demoniacos, con la intención de que la sociedad americana los viera únicamente como enemigos y no como seres humanos, un racismo creado artificialmente, pero muy eficaz para proteger sus intereses.
En la actualidad es inimaginable el control que pueden ejercer a través de los grandes medios de comunicación, el sesgo en cualquier expresión artística, la publicidad, las redes sociales, y ya con el avance de la inteligencia artificial podría ser la estocada final.
Parece que a los grandes poderes económicos y a su lógica norte sur, les interesara que esta puerta entre el continente africano y europeo, no sólo esté rodeada de vallas y concertinas, también de una sociedad fácil de manipular.
Apoyar que Marruecos esté gobernada por un dictador genocida, que oprime y mantiene a su pueblo en la ignorancia y la miseria, y que España y su pueblo sigan ancladas en el franquismo con una monarquía corrupta y la mentalidad que eso conlleva, creo que es totalmente premeditado y consecuencia de los intereses de grandes potencias económicas como EE.UU por ejemplo.
La manera de combatirlo es ir a la raíz del sistema y no sosteniendo gobiernos que pretenden continuarlo hasta sus últimas consecuencias. Y con pedagogía imagino, pero es más fácil caer en los discursos de odio del fascismo y crear falsos responsables, que investigar y conocer la historia de África.
Podríamos hablar de ciencia y sentenciar que el primer ser humano era negro y los blancos no somos más que humanos desteñidos, pero al margen de ese racismo absurdo, el mayor problema para mí en el Estado Español es la falta de memoria histórica, pasear a Franco en helicóptero y la nueva ley de memoria democrática no son más que maquillaje y un insulto a las víctimas del franquismo.
Creo que la única manera de frenar y erradicar la cultura del racismo en España sería afrontando el problema desde sus cimientos, desde la educación, sin ánimo de frivolizar, creo que un referéndum monarquía república y hacer justicia con la dictadura franquista sería un gran comienzo, ya que ese racismo estructural en el territorio español, también es tradición.
Las trabas a la regularización también esconden la explotación a la que se exponen los migrantes sin papeles, que muchas veces son empleados como mano de obra barata. ¿No está siendo cómplice, de algún modo, la administración, de esta explotación velada?
En el caso de las Islas Canarias deberíamos señalar al Ministerio del Interior Español y al ministro Marlaska como ejecutores de estas necropoliticas europeas.
Cómplices y participes de esa explotación, dentro de unas instituciones cuya arquitectura es profundamente neoliberal.
Las administraciones ejecutan esas políticas al igual que los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado reciben directrices muy concretas. El sistema necesita de mano de obra barata o a coste cero para mantener su lógica de competitividad salvaje y crecimiento ilimitado, y esa arquitectura neoliberal está diseñada para fomentar la desigualdad, la explotación e intentar invisibilizar sus terribles consecuencias.
Actualmente la llegada de pateras a las islas es menor, por diferentes motivos, la ruta canaria es una de las más peligrosas, los acuerdos España-Marruecos, nuevas rutas en el norte, pero la acogida sigue siendo indigna como se vió hace unas semanas en Fuerteventura, donde a otra escala se volvió a repetir un trato inhumano al estilo Arguineguín en la llegada.
Las trabas de la administración son absolutamente las mismas, vulneración constante de derechos humanos y un insulto a la denominada justicia universal, ya que la gran mayoría de las personas que llegan son, o deberían considerarse, refugiados políticos. Una gestión lamentable de las fronteras e inaceptable desde cualquier punto de vista jurídico.
Las cifras de la migración también son utilizadas como arma política, pero pocas veces se cotejan los datos, mientras se habla de invasión, como si los migrantes fueran un ejército enemigo. ¿Cual es, realmente, la dimensión de la migración en el estado español?
Se calcula que el porcentaje de extranjeros que llega a territorio español de manera irregular es del 4%, la gran mayoría llegan en avión o en barco con sus respectivos pasaportes y sin trabas. Si la ingente cantidad de dinero que Europa se gasta en dispositivos de Frontex, en vallas, muros y personal de los cuerpos y fuerzas de seguridad para contener a un 4% , se destinara simplemente a dar una acogida digna, ni estaríamos hablando de invasión, ni de vulneración de derechos humanos. Sin embargo, ese dinero va destinado a que suceda lo del Tarajal, la masacre en Melilla, los campamentos de la vergüenza en Canarias, potenciar las mafias, permitir que las personas que llegan de manera irregular sean explotadas, y sobre todo, para que sigan muriendo miles y miles de personas en el camino cada año. Según Caminando Fronteras en los últimos cinco años más de 7000 personas perdieron la vida en el Atlántico.
Iratxe Serrano, la directora general de protección a la infancia de Canarias, afirma en el documental: “el sistema está tan debilitado, no perdamos que lo público viene de una historia de desmantelamiento de hace años, se está viendo resentido en este momento. Yo tengo el cuádruple de trabajo ahora, y no solo tengo menos medios económicos, sino menos medios personales.”
Cuando entrevisté a Iratxe Serrano estaba desbordada por la situación, ella se encarga de la tutela de los menores en las islas, de todos los menores, de los que viven en Canarias y de los que consiguen llegar.
Denunciaba con impotencia la degradación de lo público, desde el colapso sanitario a las administraciones encargadas de la acogida, y parecía no quedarle más remedio que alabar la labor de empresas privadas o pseudoprivadas, subcontratadas para gestionar la acogida, ya que, en esas circunstancias hay que dar respuesta como sea.
Fue la voz de un sistema público colapsado y debilitado durante décadas por el bipartidismo neoliberal.
¿La pandemia que mostró las consecuencias de ese desmantelamiento de lo público no puso en evidencia que, en realidad, este sistema capitalista es en realidad el origen de todos nuestros problemas?
Suelo dudar de casi todo, pero creo que es evidente y cada vez más personas están siendo conscientes de que este sistema económico es insostenible, debido a que ya les está tocando a ellos padecerlo de cerca, como dice Yayo Herrero, estamos en la era de las consecuencias.
Da igual que la mejor ciencia disponible llevara décadas advirtiendo de lo que iba a suceder, hasta que no hemos empezado a vivirlo en el denominado primer mundo, no hemos tomado conciencia de que el problema es muy grave y que mirar hacia otro lado, el escepticismo, el estoicismo y demás escapismos, sólo sirvieron para potenciar el drama.
Actualmente el sistema fomenta el negacionismo y el capitalismo verde, dos ramas del mismo árbol al que se agarran liberales, neoliberales o abiertamente fascistas para huir de la evidencia, pero el árbol se va a secar, se va a partir y también caerán, de ahí que la única solución, sea ir a la raíz.
“Nosotros tenemos más que aprender de ellos, que ellos de nosotros, porque ellos vienen de un lugar donde la comunidad sigue funcionando”, dice el profesor Víctor Martín, ¿es momento de cambiar la mirada hacia la migración, y empezar a ver todo lo que nos puede aportar a la sociedad esos miles de jóvenes que buscan un futuro en Europa?
En los últimos años se empiezan a normalizar términos como colapso, ecocidio, ecofascismo y a dirigir la mirada hacia alternativas que llevan décadas existiendo, como el ecofeminismo y el decrecimiento.
A diferencia de la huida hacia adelante que representa el capitalismo verde, las teorías decrecentistas y corrientes de pensamiento como el ecofeminismo, no están reñidas con la lucha sindical, feminista y ecologista, y apuestan por una transición ecológica justa que no deje a nadie atrás.
Eso conlleva una redistribución radical de la riqueza, que el sistema va a combatir con todas sus fuerzas. El decrecimiento de la esfera material de la economía es algo que va a suceder queramos o no, que ya está sucediendo. Es algo muy positivo que se hable por fin de decrecimiento en un planeta de recursos finitos, que entre en el debate político, incluso en el Parlamento Europeo, ya que, cómo organicemos ese decrecimiento es clave para el futuro de la humanidad.
Creo que el profesor Víctor Martín cuando dijo “Nosotros tenemos más que aprender de ellos, que ellos de nosotros.” se refería a esta adaptación que van a tener que llevar a cabo las sociedades del norte, o del primer mundo. Si alguien pudiera darnos el asesoramiento adecuado para esta transición, son comunidades del sur global como las africanas, que han padecido, durante siglos, las consecuencias del crecimiento infinito de las opulentas economías del norte. África necesita que la dejen tranquila y no ir allí a robar sus recursos, si no a aprender de sus riquezas.
Afortunadamente, gracias a las plataformas digitales, podemos ver trabajos tan necesarios como “Aquí estamos”, además de verlos en festivales o en salas de cine alternativas, que programen este tipo de películas, pero, creo que también sería necesario proyectarlas en colegios e institutos, para generar conciencia y debate entre las nuevas generaciones. ¿Habéis tenido alguna experiencia de este tipo? Y, por otra parte, ¿cuál ha sido el recorrido que ha tenido en salas y festivales?
Para terminar, nos gustaría saber, después de esa serie de excelentes documentales que ya forman una consolidad filmografía en tu carrera como director, que proyectos tienes en el horizonte, y si seguirán la línea que iniciaste en 2013 con “Reset”.
El recorrido de este tipo de proyectos realizados con presupuesto cero y de denuncia sistémica es complicado, y lo pudimos comprobar con la censura sufrida en “180 Grados” con Netflix.
Gracias a plataformas como Filmin, que apuesta por lo independiente, conseguimos que tres de nuestros proyectos tengan visibilidad. Allí se encuentran “Return” (2018), “180 Grados” (2020) y “Aquí Estamos” (2021), la cual, pudo visionarse y debatirse en varias universidades, en la televisión pública canaria y en medio mundo, gracias a RT.
En los coloquios tras la proyección de “Aquí Estamos” en Canarias, algo que me llamó la atención, ya que acababa de llegar de un Madrid donde la extrema derecha se afianzaba y no paraba de crecer, era que aquí no parecía preocuparles que pudieran calar esos discursos de odio, que la sociedad canaria estaba inmunizada ante este avance del fascismo, quise creerlo, pero acabamos de ver como esos discursos de odio con altavoces por todas partes también están calando en el archipiélago y colándose en las instituciones canarias.
Actualmente llevamos unos meses trabajando en un nuevo proyecto de largometraje documental que se llamará “Los Cinco Elementos”, basado en el libro de Yayo Herrero.
Se trata de una cartilla de alfabetización ecológica que creemos puede generar un impacto esperanzador y donde pretendemos afrontar las diferentes crisis desde la perspectiva ecofeminista. Esperamos así poder trasladar al mayor público posible las dudas, peligros, alternativas y posibilidades que conlleva el decrecimiento, a la vez que impulsar la movilización ante esta deriva ecofascista.
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