Por Lyudmila
Para salvaguardar su anonimato, lo llamaremos Igor. Igor, un adolescente con Síndrome de Asperger, cuenta su experiencia en un estado de alarma. Como un síndrome, todavía demasiado invisible para una sociedad falta de empatía, pasa por una pandemia ante los ojos del olvido.
¿Qué es y cómo se ve el mundo a través de los ojos de un joven con Asperger?
Pues muy convulso y en ocasiones incomprensible. Ten en cuenta que los Asperger somos gente con mucho perfecionismo a la hora de hacer las cosas, en especialmente con los horarios. Y en este mundo las cosas no salen siempre como se espera y ni pasan cuando uno espera, y claro eso hace que la frustración sea ya de por si una constante en nuestras vidas.
Pero el aspecto que nos hace más difícil comprender este mundo son la falta habilidades sociales y la dificultad para expresar nuestras emociones. Este es un mundo donde las relaciones sociales son muy importantes, dado que el ser humano es un ser gregario por naturaleza. Por ende, nosotros, al haber nacido sin la mismas habilidades sociales, lo tenemos muy difícil para desenvolvernos para trabar amistades, o cosas tan cotidianas como hacer la compra o preguntar por la dirección de una calle.
Por otra parte, el no poder expresar correctamente nuestras emociones hace cosas como consolar a alguien que esté triste o nervioso, dar consejos o siquiera desahogarnos nosotros mismos, se hagan muy difíciles. Lo cual lleva a mal entendidos, calificándonos en muchas ocasiones de gente fría o muy mecánica, interpretación la cual es ciertamente comprensible pero falsa.
Por último, nuestra honestidad hace que seamos poco discretos a la hora de ir por la vida y de hablar con las personas. Siempre se ha dicho que es mejor ir de frente por la vida y ser honesto, que hablar sin pelos en la lengua hará que nos vaya mejor en la vida. Pero mi experiencia vital me ha confirmado una y otra vez que en el mundo en el que vivimos eso no es cierto, de hecho en muchas ocasiones esa sinceridad llega a ser un riesgo, quien sea Asperger lo sabrá de sobra. Y es que el no tener pelo alguno en la lengua nos acaba metiendo en bastantes problemas, e incluso llegamos a vivir más de una trifulca, dado que en este mundo no todas las personas aceptan la verdad. A parte de que en muchas ocasiones la verdad duele, como suelen decir.
Las personas con Asperger, necesitan un día a día muy estructurado. ¿Cómo te sentiste al enterarte de que entrabamos en un estado de alarma?
Pues fue algo impactante, fue algo realmente chocante. Me vino de pronto y claro me costó asimilar lo que estaba ocurriendo. Y es que de hecho el estado de alarma vino casi de golpe, quiero decir, no hubieron fases de introducción al confinamiento fue literalmente de un día para otro. Solo tuvimos el día 14 de marzo para prepararnos, solo un día, claro no me dio tiempo a adaptarme.
Así que claro se me rompió la rutina completamente, más tarde traté de establecerme una rutina dentro de los límites del confinamiento pero no fue nada fácil. Pasé a estar muchas horas dentro de casa sin saber muy bien que hacer, eso hacía que me agobiara, dado que yo no puedo estar un día entero sin hacer nada. Y lo peor era tener que aceptar que iba a tener que pasar un tiempo así.
Además, ver al día siguiente las calles completamente vacías era realmente chocante, así como lo callado y calmado que estaba el pueblo.
¿Cómo has sobrellevado los continuos cambios durante el estado de alarma?
Pues Francamente mal. Yo trataba de establecerme rutinas diarias pero a medida que pasaban las semanas y el estado de alarma se iba alargando era más complicado mantenerlas. Aquello pasó a ser un proceso de ruptura y recuperación de rutina constante, cada vez que se prorrogaba el confinamiento se rompía mis expectativas y tenía que replantear mi rutina para adaptarme al cambio.
Eso fue durante el primer mes de confinamiento, durante el segundo mes vino la resignación. Después de un mes encerrado en casa me terminé acostumbrando, ya no me preocupaba tanto que se acabara, solo estaba interesado en sobrellevarlo. En cierto sentido logré tener cierta estabilidad en cuanto a las rutinas, lo cual me tranquilizó un poco.
Pero ahora el problema eran el estrés y el agobio. Durante los inicios de este segundo mes el problema principal era el estrés, provocado por los estudios virtuales, en especial por la cantidad de trabajos que debía entregar. Durante el resto del segundo mes los problemas fueron el agobio, y también la indignación. El primero fue provocado por el tiempo libre dado por las pascuas, el cual no sabía como rellenar estando encerrado en casa. Y el segundo estaba provocado por la sobreinformación dada por los medio de comunicación, los cuales más que informar solo conseguían irritar, ya fuera por los hechos deleznables que contaban o por las mentiras que difundían.
Tras todo esto llegó el tercer mes del estado de alarma, y con él la mayor ruptura de rutina de todo el confinamiento. El tercer mes fue cuando vino la desescalada. Cuando anunciaron el inicio de la desescalada me impactó mucho, lo primero que pensé fue »¿Tan pronto?». Para mí era demasiado pronto para terminar la cuarentena, yo pensaba que había pasado poco tiempo todavía para salir. Pero lo que pasaba en verdad era que mis expectativas se habían vuelto a quebrar, pero esta vez eran mis expectativas las que se habían a largado y no la cuarentena.
Los primeros días de desescalada fueron horribles, de pronto las calles se llenaron de gente y coches cuando antes habían estado completamente vacías. Eso produjo un gran impacto en mí, y junto al hecho de que absolutamente nadie cumplía las medidas de seguridad hizo me entrase miedo de salir afuera. Pasé a tener miedo de encontrarme gente, aunque fuese en cantidades pequeñas. De hecho me dí cuenta de que tenía más miedo que durante la cuarentena.
Y lo de la imprudencia es otro cantar. Quiero decir, durante toda la cuarentena tuve dificultades para seguir las medidas de seguridad, no tuve mascarilla durante buena parte de la cuarentena y tenía que reutilizar los guantes dado que no habían. Llega la desescalada y cuando ya han repartido mascarillas y hay guantes disponibles, la gente no hace caso y sale a la calle sin mascarilla sin guantes, sin distancia de seguridad… Claro, a mí al menos me enervaba, me había costado cumplir las medidas de seguridad en confinamiento, y luego esta gente con los recursos a mano para hacerlo no lo hacía.
¿Has sentido miedo o pánico durante el estado de alarma?
Más miedo que pánico, porque justamente era una cosa diaria, algo con lo que convivías cada día. El miedo a que me multasen a la mínima excusa cada vez que salía de mi casa, aunque fuera para algo tan necesario como comprar el pan o sacar al perro, estaba muy patente en mí. Y más viendo constantemente en los medios casos de personas a las que multaban por motivos tan absurdos como haber gastado menos de 7€, por no ser una compra tan urgente.
Por ejemplo; siempre que salía a por el pan llevaba el ticket de compra del día anterior por si me veía la policía, para que supiesen que iba a comprar. Y luego cuando compraba el pan me guardaba el ticket para usarlo el día siguiente. Y también para evitar que me acusasen de estar paseando usando la bolsa de pan para disimular.
A esto se juntaba mi condición de Asperger. Desde siempre me ha costado expresarme con claridad y siempre me trabo al hablar, y claro, eso podría ser interpretado por un agente como que estoy mintiendo.
¿A qué asocias la invisibilidad del síndrome de asperger, durante esta pandemia?
Pues principalmente porque no salta a la vista, es decir, no hay ningún rasgo físico ni una característica más evidente, como la falta de lenguaje en el caso de los autistas. Justamente debido a que es un trastorno más asociado al comportamiento y las emociones la gente no lo logra apreciar, tomándolo por un comportamiento »raro» de la persona que lo tiene.
Claro esto hacía que cuando yo sacaba al perro junto a mi padre, ejerciendo mi derecho a salir (tal y como estipula el apartado 9 del artículo 7 del Real Decreto 463/2020), tuviera cierto temor a que me multaran. Sobretodo teniendo en cuenta que los vecinos siempre estaban ojo avizor.
¿ Te has sentido discriminado por el hecho de poder salir debido a tu condición de persona con Asperger?
Sí, siempre que necesitaba salir para algo tenía que ir con la tarjeta de discapacidad en la cartera y el certificado de discapacidad para evitar multas. A pesar de que el gobierno hubiese comunicado en aquel entonces que las personas con discapacidad tenían derecho a salir si lo necesitaban, a la policía y en especial a la Guardia Civil le daba igual, o ibas documentado al detalle o te arriesgabas a recibir una multa. Por eso, solo salía para lo necesario, como los demás, y siempre comprobando que tenía la documentación.
Por otro lado estaba la gente. Siempre que salía había cierta tensión, todo el mundo se me quedaba mirando, cuando pasaba delante de una persona escuchaba como cuchicheaban detrás de mí e incluso una vecina llegó a llamar múltiples veces a la policía alegando que yo »salía demasiadas veces». Esto último recalca el hecho de que el riesgo de multa del que he hablado antes era en parte por culpa de la gente, dado que en aquel entonces cuando la policía iba a multar a alguien por saltarse la cuarentena era porque la gente les llamaba.
Otra discriminación la encontré en los medios. Como muchos sabrán, a través de los medios de comunicación pidieron a las personas con T.E.A que llevaran un brazalete azul, para que los identificaran. Esto como es obvio lo que hacía era estigmatizar a las personas con T.E.A, marcándolos como autistas ante los demás. En cierto sentido este brazalete me recuerda a lo que hicieron con los judíos en Alemania a inicios de los años 30, que fue precisamente marcarles con brazaletes (en este caso con la estrella de David).
Yo no me puse el brazalete; primero por que lo consideraba y lo considero algo lamentable, y segundo porque los únicos que dijeron esto del brazalete fueron los medios de comunicación. Ya que ni el gobierno ni la propia Asociación Asperger (dedicada esta a la atención a personas con T.E.A) dijeron absolutamente nada sobre los brazaletes.
Quieres añadir algo más.
Sí, me gustaría añadir algo más. Quiero recordar a las personas que nos estén leyendo y al resto de personas que esto que hemos vivido es un acontecimiento histórico, algo que dentro de unos años se estudiará a fondo. Entonces, si ya de por si para nosotros todo este suceso es convulso, para la gente que tenga que estudiarlo lo será aún más si no ponemos de nuestra parte.
No nos olvidemos de lo que ha ocurrido, no nos olvidemos del confinamiento. Ya no solo para poder clarificar este suceso para su estudio, sino para garantizar nuestra propia seguridad. Si recordamos lo que ha sucedido estaremos preparados por si se repite algo parecido, o quizá podamos evitar que se repita. A parte de que este evento nos ha demostrado que los problemas internacionales tienen repercusión en nuestra vida privada. Que lo que pase en un lado aparentemente muy lejano del mundo puede afectar a nuestros planes, nuestras expectativas de futuro y a nuestras rutinas. Y si olvidamos todo esto, nos volverá a pasar otra vez.
Otro motivo por el que hemos de recordar el confinamiento son las consecuencias que va a tener todo lo que ha pasado, algunas de las cuales ya podemos empezar a apreciar. Hemos vivido en un estado de alarma completamente policial, con medidas represivas y restricción de libertades que no se van a esfumar ni mucho menos. Hemos podido ver auténticos desastres sanitarios, como una falta de material sanitario muy preocupante, lo cual va afectar a la evolución de esta pandemia.
También ha tenido consecuencias psicológicas para muchas personas. Mucha gente, como es mi caso, no ha podido superar del todo los dos meses de encierro, y muchas costumbres y sobretodo miedos del confinamiento aún no los ha perdido. Gente que, tras el fuerte impacto y el descalabro de la desescalada no ha terminar de asumir que todo esto ha terminado. Eso conlleva una serie de cambios de humor colectivos, lo cual va ser muy importante a la larga.
A parte, el olvidar todo lo que ha ocurrido puede llevar a actos de imprudencia que hemos podido ver, y que ya he mencionado. Recuerdo que en todo este suceso se han perdido vidas humanas, gente que no tenía nada que ver con todo esto. Esos »picos» de los que se hablaban en las noticias y de los que la gente ha hecho tanta sátira, no eran datos, eran personas como tú, como yo y como cada uno de los que nos están leyendo. Por ende hay que coger con pinzas las »bajadas» de estos datos, dado que aún sigue habiendo gente vulnerable al Covid-19. Y si no cumplimos con las medidas de seguridad ponemos en riesgo a gente vulnerable e inocente. Pero lo más importante, es que si no somos prudentes podemos provocar un rebrote, y por ende un segundo confinamiento. Por eso pido un poco de responsabilidad y respeto.
Sinceramente, considero que es un completo error y, de hecho, un completo peligro dejar todo esto a un lado. Esto ha marcado un antes y un después, y no se puede tratar como si nada. A parte de que esto nos da una lección todavía más valiosa, y es que jugar con la biología es un peligro muy grave. Así que tratemos de asimilar lo que ha ocurrido y tratemos de aprender de ello.
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