Entrevista a Alfonso Domingo: “Fueron muchos los afroamericanos que vinieron a luchar en la guerra de España por la libertad que les negaban en su propio país”

Es bien conocida la gesta de las Brigadas Internacionales, de la Brigada Lincoln, pero quizás no tanto la de los ochenta y cinco afroamericanos que combatieron en sus filas, que no solo venían a combatir al fascismo, sino también al racismo que les negaba los mismos derechos civiles que al resto de la población en su país.

Por Angelo Nero

En la lucha por la recuperación de la Memoria Antifascista, esa que nos conecta con las trincheras del 36, donde descubrimos que, como bien decía Galeano, la solidaridad es la ternura de los pueblos, y con un hilo invisible atraviesa la “longa noite de pedra” y nos trae al presente, donde el fascismo vuelve a disputarnos las calles, hay trabajos que deben ser reivindicados una y otra vez, con la intención de recuperar las voces y los nombres de aquellos hombres y mujeres que se batieron contra los enemigos de la humanidad, gritando ¡No pasarán! ¡Tierra y Libertad!, aunque su tierra de origen estuviera a miles de kilómetros de distancia, y regaran con su sangre una piel de toro, donde se convertirían en leyenda.

Porque las decenas de miles de hombres que formaron las Brigadas Internacionales (algunos estudios cifran en más de 50.000 los brigadistas que combatieron en España), llegados desde todas las partes del mundo, de más de cincuenta nacionalidades diferentes, tenían claro que esa era una guerra contra un fascismo que, desgraciadamente, ocuparía en los años siguientes gran parte del continente europeo, llevándose por delante a millones de personas, por el delirio nazi de Hitler. España fue el laboratorio del fascismo, donde se probó el virus que terminaría infectando Europa, y el antídoto fueron los combatientes que defendían la joven república española, comunistas, anarquistas, también nacionalistas vascos, catalanes y gallegos. Y la defensa de la república, la llamada antifascista, también convocó a casi tres mil norteamericanos, reunidos en la Brigada Lincoln.

Es bien conocida la gesta de las Brigadas Internacionales, de la Brigada Lincoln, pero quizás no tanto la de los ochenta y cinco afroamericanos que combatieron en sus filas, que no solo venían a combatir al fascismo, sino también al racismo que les negaba los mismos derechos civiles que al resto de la población en su país. Cabe recordar que hasta 1965 no tuvieron derecho a voto en EEUU.

La historia de estos hombres y mujeres, que vinieron a dejar su semilla de libertad en una tierra tan lejana de la suya, está recogida en un documental imprescindible para la recuperación de su Memoria: “Héroes Invisibles”, dirigido en 2015 por el segoviano Alfonso Domingo y el catalán Jordi Torrent. Con Alfonso conversamos sobre la historia de estos hombres que, gracias a su trabajo, han dejado de ser invisibles.

Cuéntanos Alfonso, como llegas a las vidas de esos afroamericanos que vinieron a mirar al fascismo a los ojos como Langston Hughes, James Yates o Oliver Law, y como surge la idea de realizar una película sobre su historia. El guión y la dirección está firmado a cuatro manos, entre tu y Jordi Torrent, un cineasta catalán afincado en Nueva York, y que es un gran conocedor de la cultura afroamericana, aunque hay una tercera persona que creo que fue determinante en el proyecto, la productora Mieira Sentís, que además de fotógrafa y escritora, es fundadora de la Biblioteca Afro Americana Madrid.

En efecto, es una historia con tres vértices: Mireia y Jordi son fundamentales en el proyecto. Mi amiga Mireia, que como dices es una estudiosa del mundo afroamericano, en una cena me dejó un libro que había encontrado en un remate de Nueva York: Mississipi to Madrid, escrito por James Yates, un afroamericano que vino a luchar en la guerra de España por la libertad que le negaban en su propio país, como muchos otros (se habla de más de 100, aunque solo hay 85 censados). Esa historia me conmovió, sobre todo la afirmación de que en España, durante la guerra civil, fue la primera vez en su vida en la que se sintió libre. Resulta que Jordi, un amigo común, había grabado a Yates en Nueva York antes de su muerte, así que tras un par de intentos nos juntamos y pusimos en común archivos, rodamos en España y EEUU. El proyecto era muy ambicioso, pero al final, con la crisis imperante, pudimos al menos acabarlo con dignidad.

En 2006 dirigiste “Almas sin fronteras: La historia de la Brigada Abraham Lincoln”, en la que hiciste una primera aproximación al tema de los combatientes norteamericanos antifascistas, y donde recogiste muchos testimonios de estos héroes. ¿Sentiste la necesidad de seguir contando sus historias, quizás también desde la óptica anti-racista, en el trabajo que presentaste diez años después?

Bueno, me apoyé mucho en ese documental anterior que había dirigido con Miguel Ángel Nieto, donde conocí a los últimos miembros vivos que quedaban de la Lincoln. No se me olvidarán Moe Fishman y Milton Wolf, con éste último viví varios días cuando vino a celebrar a España su 90 aniversario. Ya entonces hablamos de ese tema con muchos de los veteranos, y era algo que tenía pendiente, y cuando volvió a presentarme ante mi no lo dudé.

En “Bajo todas las Banderas. Españoles en la Segunda Guerra Mundial”, estrenada en 2009, también recoges la historia de otros combatientes que lucharon fuera de su tierra, ¿Crees que hay una conexión entre las Brigadas Internacionales y los españoles que combatieron en la Resistencia Francesa, que estaban movidos por una misma causa, y que tampoco han sido suficientemente reivindicados y recuperadas sus historias?

Realmente era un combate global contra el fascismo y el nazismo, franquismo en su variante española, y eso animaba a todos los republicanos, independientemente de sus tendencias (esa desunión fue causa de muchos errores en la guerra civil pero luego, en Europa, los españoles si estuvieron unidos en la causa y lucha común). Aunque se ha reivindicado el papel de los maquis españoles en la resistencia francesa, que liberaron 14 departamentos del sur francés, aun quedaría hacer más cosas sobre la mítica “nueve”, y muchos de sus integrantes, esa unidad dentro del ejército aliado que participó en la liberación de París. Historias como la del canario Miguel Campos (que ha salido parcialmente en los Surcos del azar, de Paco Roca) merecen una película o varias novelas. Yo comencé una sobre él, pero no me da la vida.

Volviendo a “Héroes invisibles”, es de señalar algo de lo que haces hincapié en tu película, la de que revelan algunos de los afroamericanos que vinieron a combatir el fascismo aquí: “«En España fue la primera vez en mi vida que me sentí libre», afirma James Yates en su libro “Mississippi to Madrid: Memoir of a Black American in the Abraham Lincoln Brigade” y que al regresar a EEUU se volvieron a encontrar con la realidad de la segregación racial, que no permitía que se hospedaran en el mismo hotel que sus compañeros.

Muy triste, pero fue así. Por eso la historia del documental no acababa en el regreso a EEUU de los brigadistas, sino que seguía luego en la continuación de su lucha desde ALBA y los veteranos de la brigada Lincoln, en el apoyo a las organizaciones de defensa de sus derechos civiles, el movimiento de Martin Luther King, etc.

Además, en el documental, se sigue la lucha que muchos de los combatientes afroamericanos en España, tuvieron que librar en EEUU, vinculados a la lucha por los derechos civiles, de Martin Luther King, pero también dando la batalla en los sindicatos, y, especialmente, en la Memoria Antifascista, ya que los veteranos de la Brigada Lincoln también fueron objeto de la caza de brujas anticomunista del senador McCarthy. Para muchos de estos brigadistas, la lucha continuó en su tierra, ¿no es cierto?

La lucha y la persecución, como muy bien narraba Yates en el documental. El FBI les hacía la vida imposible. Abe Osheroff, por ejemplo, tuvo que vivir en la clandestinidad durante años, según nos contaba en “Almas sin Fronteras”. De alguna manera vivieron con la etiqueta de “comunistas” o la de “antifascistas prematuros”, que es algo surrealista. Esa obsesión norteamericana (de McCarthy en aquella época, de Trump y sus seguidores de extrema derecha ahora) del fantasma de los rojos es algo que aún funciona allí y es esgrimido más que como un insulto, como si fuera una aberración humana. Vivimos malos tiempos, que cada vez serán peores. El dominio de los mass media en ese sentido es abrumador, obsesivo, por no decir delirante. Pero no hay que irse muy lejos. En España también funciona esa acusación de rojo, comunista, anarquista, etc…

Para realizar una película como el de “Héroes invisibles” imaginamos que hay detrás todo un trabajo documental, tal vez de años, visitando bibliotecas, archivos, filmotecas, ¿cómo fue esa labor de investigación, de “detectives de la memoria”, como me gusta denominar, que realizasteis para la realización del documental, y durante cuánto tiempo se alargó este trabajo?

Bueno, yo soy un estudioso de la guerra civil, ya conocía los archivos de la Brigada Lincoln en NY, así como los de las brigadas en Moscú y en Albacete. He hecho muchos documentales sobre la guerra y conozco yo creo todos los fondos documentales fílmicos. Fueron de mucha ayuda los grabados por la propia unidad fotográfica de la Lincoln, así como la Fundación Cartier-Bresson, y otras fuentes. El trabajo se alargó en el tiempo, porque comenzamos este proyecto por primera vez Mireia y yo en 2006, luego se aplazó, y desde el 2010 que lo retomamos hasta acabarlo en el 2015. Mientras tanto, claro está, vimos más documentación, que luego nos sirvió.

En el documental también se desmonta el relato ampliamente difundido en torno a las Brigadas Internacionales, como el que dio lugar a la novela de Ernest Hemingway, “Por quien doblan las campanas”, y reivindicas la figura de un periodista afroamericano, Langston Hughes, que en escribió unas interesantes memorias sobre su experiencia como reportero de guerra, “Wonder as i wander”, donde coincidió con Hemingway, pero también con Miguel Hernández o Rafael Alberti.

Personalmente creo que las crónicas de Langston Hughes, poeta y periodista, primer traductor de Lorca en EEUU, son de las mejores de los corresponsales extranjeros en España, por una razón, aparte de su talento y sensibilidad: él sabía español, porque había vivido con su padre en México, y por lo tanto podía hablar sin filtros con el pueblo. Sus crónicas sobre el asedio de Madrid son magníficas.

En el trabajo por la recuperación de nuestra Memoria, hay directores como tú, que rescatan historias que piden ser sacadas a la luz como la de “Héroes invisibles”, o también como con la que, en 2016, reivindicaste la figura de “Melchor Rodríguez, el ángel rojo”, pero detrás también de muchas de tus películas también está una productora que apuesta por la recuperación de estas historias, Producciones Nueva Argonauta, en cuyo catálogo animamos desde estas páginas a adentrarse. Hablamos de esta productora, que fundaste en 1999 y que cuenta con más de treinta documentales.

Bueno, lamentablemente (o no, quién sabe) la productora ha cerrado. Son malos tiempos para el documental, a pesar de lo que digan. Yo me he jubilado y me dedico a la escritura (novela sobre todo) y guiones de proyectos de ficción, (algunos de mis novelas, tengo escrito el guion de El ángel rojo pero no hay productor de momento que se atreva con ello).

Tu último trabajo, “Cantata de la guerra civil”, estrenado en 2021, es un documental que nos cuenta, a través de las canciones populares y con intervenciones de Luis Pastor y Pedro Guerra, entre otros, y también con imágenes de archivo, la banda sonora de los terribles días de aquel conflicto que asoló España. ¿Eran muy diferentes las músicas que se escuchaban a un lado o al otro del frente de guerra?

No, no eran muy diferentes si nos referimos a las coplas, a las canciones de moda entonces, no a los himnos o las canciones ideológicas. Eso es a lo que fundamente, hemos ido en ese documental, donde rescatamos incluso una comedia musical, “nuestro culpable”, hecha por la CNT en 1938, una película fantástica adelantada a la época. Hice un esfuerzo por acompañar esas canciones con imágenes en muchos casos inéditas o que apenas se habían visto. Ese documental aun se puede ver en RTVE a la carta. Nos dieron un premio al mejor documental en un festival de NY.

Ahora estás embarcado en la presentación de tu libro “Comuneros”, un tema muy alejado de la guerra civil española y del que, en cuanto lo tengamos en nuestras manos, esperamos continuar con esta charla, pero, si puedes adelantarnos algo, dinos, Alfonso, ¿Que van a encontrar los lectores de “Comuneros”, tal vez algún grito de “Tierra y Libertad”, como se escucharon cuatro siglos después en las trincheras republicanas?

Bueno, Comuneros es una novela ambiciosa, que aspira a explicar la primera de nuestras guerras civiles, y donde está el germen de las dos Españas. Como segoviano, siempre hemos tenido muy a gala el tema comunero. Es novela histórica, pero en ella se mueven una serie de personajes fascinantes, como María Pacheco, Juan de Padilla, Juan Bravo, el obispo Acuña, pero también los imperiales, como el cardenal Adriano, el almirante Fadrique, el condestable Velasco… Es una novela de amor y guerra, que por una parte, recuerda tiempos actuales. No voy a hablar mucho de los escándalos, abusos y corrupción de ese personaje, de ese delincuente llamado el rey emérito actual. Carlos V, aunque fuera otra dinastía y otra época, fue igual o peor (no practicó la piedad y el perdón, fue extremadamente cruel). La revolución comunera (que lo fue, aunque no empezara así) tuvo algo maravilloso: creó la primera constitución del mundo, las leyes perpetuas, que son citadas por los padres de la patria norteamericana como precedente cuando hacen su constitución. Y aquí no se le ha dado ninguna importancia, nos adelantamos casi 300 años a franceses, ingleses y norteamericanos. Para los comuneros, la soberanía recaía en el pueblo, no en el rey. Y practicaban lo que luego se denominó asamblea, todos reunidos en las parroquias decidían sobre todos los asuntos. En fin, pero es una novela, con muchos datos inéditos que no se conocían o que no habían divulgado los historiadores. Intriga, aventura, amor, poesía, música, ajedrez, justicia poética y hasta memoria histórica, pues aunque sea en la ficción, traigo los huesos de María Pacheco, que murió exiliada en Portugal, a España, para que reposen con los de su marido, Juan de Padilla, como había sido sus deseo.

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