Desde una narrativa contenida, sin estridencias ni dramatismos, la autora interpela al lector a revisar su lugar en el mundo, su vínculo con las luchas ajenas, su disposición a implicarse en lo común.
El mal opera desde sistemas institucionales, desde estructuras jurídicas “legales”, desde órdenes ejecutadas por soldados y funcionarios que no necesariamente odian al palestino, pero que tampoco lo ven como sujeto político o moral.
La propuesta de expulsar a niños nacidos en España por el simple hecho de ser hijos de personas migrantes no solo es éticamente repugnante, sino que rompe con uno de los pilares del Estado de derecho: el principio de igualdad ante la ley.
Las protagonistas no son figuras angelicales moldeadas para enternecer a Occidente. No hay aquí una pornografía del sufrimiento. Las mujeres que aparecen en estas páginas son complejas, autónomas, a veces contradictorias. No piden compasión, exigen comprensión.
Este libro interpela directamente al lector: ¿a quién estás dejando de cuidar por vivir como vives? ¿Quién te cuida cuando tú te caes? ¿Cuidas o delegas? ¿Y de qué forma te estás cuidando a ti misma?.