El capitalismo salvaje ya no necesita represión. Le basta con la escasez. El consentimiento se vuelve moneda emocional: se acepta lo inaceptable cuando se teme perderlo todo.
En tiempos marcados por la polarización, la codicia y la destrucción del medio ambiente, su mensaje resuena con fuerza: otra forma de vivir es posible, si nos atrevemos a imaginarla…y a luchar por ella.
Sartre decía que el ser humano está condenado a ser libre. Esa libertad implica responsabilidad: debemos elegir quién somos y qué hacemos con nuestra vida.