Por unas Elecciones Generales constituyentes

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales, que resultaron ser un auténtico plebiscito entre monarquía y república. La victoria republicana, en la mayor parte de las capitales de provincia, principalmente en Madrid, Barcelona y Valencia, se consideró un triunfo indiscutible y en el plazo de 48 horas, se proclamó la Segunda República.

Por Víctor Arrogante

El próximo 23 de Julio estamos llamados a las urnas. Se van a celebrar elecciones generales a Cortes Generales. Serán las decimosextas elecciones generales democráticas. Tras estas elecciones comenzará la XV legislatura. Inicialmente estaba previsto que se celebraran en diciembre de 2023, pero tras la celebración de las elecciones autonómicas y municipales del pasado 29 de mayo y tras los resultados que no fueron nada buenos para los partidos de la izquierda progresista, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció su voluntad de disolver las Cortes Generales y anticipar las elecciones; pero no serán constituyentes.

El 23 de Julio, elegiremos 350 diputados para el Congreso de los Diputados, utilizando el método D’Hondt y una representación proporcional de lista cerrada con un umbral del 3% de votos válidos, que incluye votos en blanco, que se aplican en cada distrito electoral. Para el Senado, elegiremos 208 escaños, sobre una lista abierta por candidatos en lugar de partidos. A cada una de las 47 provincias peninsulares se les asignan cuatro escaños, mientras que para las provincias insulares el número oscila entre tres escaños y dos. Sobre el 23J tendremos tiempo de hablar una vez que conozcamos los resultados que por lo que parece tampoco se presentan muy halagüeñas para el PSOE.

Según las encuestas, el PP ganaría las elecciones con un 33,3% de los electores a su favor, seguido del 26,1% que cosecharía el PSOE. Vox mantendría el tercer puesto con un 14,1%, y Sumar en cuarto lugar con un 13,2%. El resto de formaciones parlamentarias (partidos independentistas y regionalistas) cerrarían el círculo porcentual con un 13,3%. Con estos datos, la entrada de Vox al Ejecutivo nacional sería casi inevitable, dado que sus votos podrían hacer presidente a Núñez Feijóo; la mayoría absoluta está, en estos momentos, condicionada por la extrema derecha.

Sánchez pierde fuerza hacia el centro pero se nutre por su izquierda: mientras 600.000 de sus antiguos votantes elegirán el 23J la papeleta de Sumar, el PSOE recoge a 755.000 electores procedentes de ese espacio, según Sigma Dos. En el caso de la derecha, 589.000 votantes pasarían de Vox al PP, pero 570.000 cambiarían al Partido Popular por Vox. Precisamente la fidelidad de voto ayuda a Vox a mantenerse.

Como he dicho, tiempo tendremos de analizar los resultados de las elecciones generales que se aproximan. Hoy me voy a referir a las elecciones generales que se celebraron el 28 de junio de 1931, que si fueron constituyentes. Las próximas del 23J no son constituyentes, aunque deberían serlo. En España necesitamos otra Constitución. La actual está demasiado vapuleada y no recoge las necesidades sociales, políticas e institucionales de los nuevos tiempos.

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales, que resultaron ser un auténtico plebiscito entre monarquía y república. La victoria republicana, en la mayor parte de las capitales de provincia, principalmente en Madrid, Barcelona y Valencia, se consideró un triunfo indiscutible y en el plazo de cuarenta y ocho horas, se proclamó la Segunda República y la bandera tricolor se izó en los ayuntamientos.

Las elecciones convocadas para el 28 de junio, se celebraron siguiendo el procedimiento del decreto del 8 de mayo de 1931 (modificaba la Ley electoral de 1907). Se sustituyeron los distritos electorales por circunscripciones provinciales, con el fin de evitar los abusos de los caciques de turno y buscar mayor proporcionalidad entre el número de electores y los representantes. Se incorporó la condición de elegibles a mujeres y sacerdotes, y se redujo la edad para tener derecho de voto de 25 a 23 años. Se estableció que las Cortes Constituyentes estarían compuestas por una sola Cámara elegida por sufragio universal y que la apertura de sus sesiones fuera el 14 de julio (aniversario de la toma de la Bastilla en 1789). La democracia comenzaba a sentirse en España, aunque visto hoy y en perspectiva, todo fue un sueño.

El resultado de las elecciones constituyentes fue una aplastante victoria de los partidos que integraban el Gobierno Provisional, que ya ocupaban cerca del 90% de los escaños. El PSOE se convirtió en la minoría mayoritaria de las nuevas Cortes con 116 diputados. Alejandro Lerroux obtuvo 89, seguido del Partido Republicano Radical Socialista de Álvaro de Albornoz y Marcelino Domingo con 55; Acción Republicana de Manuel Azaña obtuvo 30; la Derecha Liberal Republicana del presidente Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura 22, seguido por Esquerra Republicana de Cataluña.

Los grandes perdedores fueron los partidos de la derecha monárquica y católica que consiguieron 50 diputados, repartidos entre la Acción Nacional de José María Gil Robles, que formarían la Minoría Agraria, y los diputados de la coalición católico-fuerista, integrada por los carlistas, los nacionalistas vascos del PNV y los católicos independientes. Pese a lo que parecía, lamentablemente, estos resultados estaban lejos de ser los que dieron solución a los problemas enquistados en la España profunda.

El 14 de julio de 1931 tuvo lugar la apertura de las Cortes. Después del discurso del presidente del gobierno provisional de la República, Niceto Alcalá Zamora, se procedió a elegir la mesa interina de la Cámara, saliendo elegido el socialista Julián Besteiro como presidente. «La sesión finalizó con el discurso del presidente que es acogido con grandes aplausos y muestras unánimes de asentimiento». Se constituyó una comisión parlamentaria, presidida por Luis Jiménez de Asúa, para emitir dictamen sobre el texto constitucional. En la comisión afloraron los puntos más conflictivos del momento: la cuestión religiosa (que provoca la dimisión de Alcalá Zamora como presidente del Consejo y fue sustituido por Azaña), la relativa a la propiedad y a la cuestión autonómica, así como el voto femenino, que dio lugar a encendidos debates entre las diputadas por Madrid, Victoria Kent y Clara Campoamor.

La Constitución española de 1931 quedó aprobada el 9 de diciembre y Alcalá Zamora fue nombrado Presidente de la República en la sesión solemne del día 15. Se aprobaron una serie de leyes que supusieron importantes reformas sociales e institucionales, algunas de ellas antes de la Constitución, como la Ley de Defensa de la República. Los problemas, que no habían desaparecido, pronto se dejaron ver. La Ley de la Reforma Agraria tropezó con dificultades a la hora de su aplicación. Otras leyes tuvieron gran relevancia y ocasionaron grandes debates, como las leyes de secularización de cementerios, las del matrimonio civil y divorcio, o las de Asociaciones profesionales y Ordenación bancaria.

Avancemos en la historia. En las elecciones celebradas el 19 de noviembre de 1933 resultan vencedoras las fuerzas de la derecha, integradas en la CEDA, que inició una rápida contrarreforma. Las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936 dieron la victoria al Frente Popular. En el campo como en las ciudades la situación social era cada vez más tensa y se reflejaba en las discusiones de las Cortes, centradas sobre todo en el orden público. El 18 de julio, con el golpe de Estado fascista, que fracasa, da lugar a la Guerra Civil, que dura tres años y a la dictadura de Franco durante cuarenta años más.

El proceso comenzó con unas elecciones generales que fueron constituyentes y terminó con una dictadura, de la que la Constitución de 1978 es heredera directa. Por eso no estaría mal, que tras sus cuarenta y cinco años de vigencia, se cambie por otra, acorde con los tiempos que corren y si es posible con advenimiento republicano. Las próximas elecciones tras el 23J deben ser constituyentes.

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