Con los tratados de Laussane y de Ankara, en 1923, Kurdistán pasaría a cobrar la forma fraccionada que tiene ahora, estando el territorio repartido entre Siria, Irán, Irak y Turquía.
Por Alejandro Haddad / Kurdistán América Latina
El origen del pueblo kurdo es incierto. Hay varias posturas en relación a ese tema. Unas dicen que el pueblo kurdo vive en la región conocida como Kurdistán, desde seis siglos antes de Cristo. Otras dicen que su origen en la región es de más de 3.000 años, y otras, más de 10 mil. Otras dicen otras cosas, y otras, como la difundida por el nacionalismo turco, dicen que no existe tal origen, sencillamente, porque el pueblo kurdo no existe.
El Kurdistán está ubicado en la parte septentrional de Medio Oriente, entre los ríos Tirgis y Eufrates. Ocupan las alturas de las montañas de Anatolia y los montes Zagros; de ahí se los conoce como “el pueblo de las montañas”.
El pueblo que habita el Kurdistán es descendiente de los Medos, quienes derrotaron a los asirios en el año 612 antes de Cristo (A.C). Según esta versión que muchos kurdos dicen –y es objetiva-, la nación kurda lleva treinta siglos viviendo en esa zona.
Al vencer a los asirios, los kurdos intentan un imperio que será derrotado por los persas en el 550 A.C. Si bien ha logrado vivir en cierta calma durante la edad media, bajo el resguardo de los feudos, desde aquel 550 A.C. el Kurdistán viene viviendo un periplo de sucesivas dominaciones sin establecerse como nación libre e independiente.
Por los años del siglo 16, el creciente imperio Otomano y su rivalidad con el imperio Savafavid (persa), convirtieron al Kurdistán en una zona beligerante; en un territorio en disputa por su importancia estratégica, ya que, en ese entonces, se encontraba en medio de esos dos monstruos militaristas y era el paso hacia Medio Oriente o hacia Europa.
Los y las kurdas eran ciertamente autónomas, dado que, bajo el imperio Otomano, las autoridades de los feudos kurdos eran respetadas. Tan es así que el imperio Otomano “negocia” con los kurdos el paso por su territorio para llegarse hasta las puertas del imperio persa. Sin embargo, la primavera autónoma iba a sufrir socavamiento por parte de los otomanos. Las permanentes, y cada vez más profundas, interferencias en sus asuntos internos, terminaron por querer romper esa autonomía. Así es como surgen los primeros levantamientos kurdos contra el imperio Otomano.
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A comienzos del siglo 20 surgió una ideología nacionalista que iba a trasformar el imperio Otomano en república e iba a prevalecer hasta el día de hoy. Ese pensamiento-práctico fue gestado por Mustafá Kemal (Atatürk). Nace la ideología “kemalista”.
Atatürk es considerado el padre de Turquía, ya que, junto a los Jóvenes Turcos, derrocaron al Rey Otomano en 1908, y tomaron el poder prometiendo dar igualdad al pueblo, abriendo un camino de reformas hacia la democracia. Así nació la actual república de Turquía.
Los Jóvenes Turcos pretendían expandir su ideología estableciendo su poderío sobre toda Asia Central. Por supuesto, como toda ideología expansionista, la unionista era racista y chauvinista.
En 1914, y bajo los efectos narcotizantes de realizar el sueño de una ideología turca para todos, los unionistas se proponen exterminar a toda aquella persona que no fuese de la nación turca. La cruzada lleva a la persecución, entre otros pueblos, del griego, el armenio y el kurdo. Durante la Primera Guerra Mundial, un millón y medio de armenios y armenias fueron exterminadas por la práctica de esa ideología.
Sin embargo, ante tamaña planificación de exterminio que surgió a través de los años, el rumor de que el propio Atatürk habría escrito, en los años de la década de 1920, que había que darle autonomía al pueblo kurdo es cierto. El rumor sigue explicando que esos papeles fueron destruidos.
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En la Primera Guerra Mundial, el imperio Otomano es derrotado por las fuerzas británicas y francesas. Luego de esa guerra, y lejos de pretender la autonomía de los pueblos, los ingleses y franceses se dividen el botín. Francia se quedó con Líbano y Siria, mientras que Inglaterra se quedó con Irak y Jordania. En tanto, Persia se transformó en Irán.
En 1918 se firma el tratado de Sèvres, siguiendo el Programa de los Catorce Puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson. Según ese tratado, Kurdistán comenzaría a vivir la autonomía tan esperada. Con los tratados de Laussane y de Ankara, en 1923, Kurdistán pasaría a cobrar la forma fraccionada que tiene ahora, estando el territorio repartido entre Siria, Irán, Irak y Turquía.
En enero de 1946, el líder kurdo Qazi Muhammad, de la región kurda de Irán, declara la República de Mahabad o República del Kurdistán. El contexto político fue similar al de muchas luchas de los kurdos. La región estaba dividida entre el Ejército Rojo de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el Ejército del Sha de Irán. Con apoyo de los soviéticos, los kurdos izan su bandera en la ciudad de Mahabad, la cual sería capital de la república kurda. Sin embargo, el proceso fundado en 15 mil kilómetros cuadrados llega hasta el mes 11 de vida, puesto que Irán acuerda con la URSS.
No todo el Kurdistán es igual a todo el Kurdistán. Hay cuatro dialectos que se hablan en el territorio: el Sorani, el Zasakí, Goraní, y el Kurmanji. Y si bien la religión predominante es el Islam sunita, hay alevíes, chiítas, zoroastrianos, yezidís y cristianos.
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El PKK surge en 1978 de un grupo de jóvenes universitarios del Kurdistán anexado por Turquía. En su origen, el PKK es de ideología marxista-leninista. Basado en esas ideas, se propone librar al Kurdistán del colonialismo y establecer un Estado independiente. Para ello, el 15 de agosto de 1984, un grupo armado encabezado por Abdullah Öcalan realiza su primera acción atacando dos cuarteles turcos. Desde entonces, la guerrilla del PKK sigue afincada en las montañas que cosquillean las fronteras de Irak, Irán y Turquía.
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El pueblo kurdo suma un total de casi 40 millones de personas. Debido a lo complejo de su situación, los datos sobre la distribución poblacional varían, pero estaría repartido, más o menos, así: Irán: 8 millones (17% de la población); Irak: 4 millones (25% de la población); Siria: 2 millones; Armenia, Georgia, Azerbaiyán y Kasajtán: 600 mil; Turquía: 20 millones (25% de la población); Alemania y resto de Europa occidental: 2 millones; Resto del mundo: 4 millones.
Kurdistán posee en su seno casi toda el agua potable de Turquía además de las tierras más fértiles. Su territorio carga con los largos brazos de los río Eufrates y Tigris, dos masas de agua estratégicas para Turquía.
Entre tanto, Turquía le debe al Kurdistán el total del petróleo. Pero no solo Turquía vive de los kurdos. También Siria extrae casi el 100% de su petróleo de tierras kurdas, mientras que en Irak el crudo extraído de la zona kurda significa el 74% y en Irán el 50%.
A pesar de que el pueblo kurdo vale todo su peso en petróleo, no puede obtener su autonomía porque la intensión no es comprarle sino robarle. A ningún Estado-nación del mundo parece conmoverle la situación de extraños en su tierra del pueblo kurdo. A ningún país parece importarle que casi 40 millones de personas mendiguen su identidad. Ningún gobierno democrático del mundo parece querer tener intenciones democráticas en el Kurdistán prohibido. Ningún presidente ni presidenta del planeta parece querer ganar el premio Nobel de la Paz abogando por una salida pacífica en Kurdistán.
Fragmento del artículo “La autonomía que nunca tuve”, publicado en el libro “Kurdistán. Crónicas insurgentes” (2014).
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