La República posible desde 1873

Para los conservadores la República constituía un sinónimo de disolución, ruina, anarquía o tumulto, pero se había convertido en un hecho y no habían sobrevenido catástrofes.

Por Eduardo Montagut

Rescatamos un artículo publicado en abril del año 1873 en La República, el periódico del republicanismo moderado de la tendencia de Emilio Castelar, titulado, “La República posible”. Algunas de las cuestiones que trataremos se repetirán, en otro contexto, en la Segunda República, y posteriormente, en especial las relacionadas con la concepción que los sectores políticos más conservadores españoles han tenido siempre sobre el sistema político republicano.

El artículo constituía una defensa de la República frente a los contrarios de la misma. Para los conservadores la República constituía un sinónimo de disolución, ruina, anarquía o tumulto, pero se había convertido en un hecho y no habían sobrevenido catástrofes.

En todo caso, esos mismos conservadores, al comprobar que se asentaba la República de forma pacífica, y creyendo que por eso mismo no se iban a producir cambios trascendentales transformaron su inicial comportamiento acercándose a la misma como amigos con el fin de conseguir que se perpetuasen la “dominación de los antiguos principios”.

Pero la República suponía una transformación política que no se detenía, por lo que la anterior benevolencia se había trastocado rápidamente en una reacción calificada de furiosa, como se veía en los diarios conservadores, que clamaban contra una situación que no querían. Habían pasado de admitir la “República posible” a fustigar una “República impracticable e imposible”.

El periódico republicano recordaba que el país había cambiado porque la opinión pública había “recabado para sí el imperio de la política”, es decir, ahora se había convertido en protagonista. Ya no bastaba con invocar el apoyo de clases, intereses o principios, sino probar y demostrar mediante una conducta “sin tacha” que se amaban esos principios, que se respetaban los intereses y que se atendía a todas las clases.

Por eso, se afirmaba que la República era posible en el momento y que también lo sería en el mañana cuando sus consecuencias, principios e instituciones se hubieran desarrollado.

No importaba la virulencia de las críticas porque, “la República es hoy más que posible, es un hecho”.

Nosotros desde la distancia y la serenidad, con el conocimiento del tiempo, sabemos que la Primera República no cuajó. Eso sí, mantenemos distintas interpretaciones sobre su fracaso, sobre las causas que impidieron esa posibilidad, alejándonos de una visión tradicional que, además, parece monolítica cargando las tintas en los propios republicanos. La realidad fue, a nuestro juicio, más compleja.

El artículo original se puede consultar en el número del 29 de abril de 1873 de La República.

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