Zetkin estaba reflejando con su defensa a ultranza de que las mujeres se uniesen a la lucha del proletariado la realidad del momento, cuando se consideraba que la socialdemocracia alemana había traicionado a la revolución.
El llamamiento incidía en un tema clásico del socialismo, a pesar de que el PSOE se había acercado al republicanismo hacía dos años para formar la Conjunción Republicano-Socialista.
En marzo de 1891 se celebró uno de estos mítines en el teatro de la localidad del Maresme, hoy denominada Vilassar de Mar, y en aquella época San Juan de Vilasar.
Sixte-Quentin afirmaba que esta declaración de Longuet podía llegar a hacer encoger de hombros a muchos franceses, socialistas incluidos, porque parecía un artículo de fe que la prosperidad británica se basaba en su imperio colonial.
Si se fortalecía la organización sindical los patronos se verían obligados a respetar a las trabajadoras, y se establecerían contratos de trabajo que no permitirían la explotación.
Dicenta denunciaba estas condiciones en esta fábrica y otros talleres, y se quejaba de cómo se vulneraba la ley. Si esto ocurría en Madrid donde era más fácil la inspección, se preguntaba qué no ocurriría en las provincias.