La importancia de descansar cuerpo y mente para poner el corazón en los derechos humanos

Hay que tratar de encontrar un equilibrio entre la productividad en el trabajo y tu tiempo de autocuidado.

Por Isabel Ginés y Carlos Gonga

En este mundo en que vivimos, los derechos humanos se defienden cada día. Más ahora, quizá, por el ingente flujo de información que nos llega y que sabemos que estos se violan constantemente. Hay mucha manipulación, mucha mentira, agresiones a mujeres, contra la memoria histórica, agresiones a personas LGTBI o a personas migrantes, entre otros colectivos. Es una lucha constante.

No habíamos tenido descanso absoluto durante los últimos cuatro años. Cuando hemos tenido tiempo de descanso lo hemos interrumpido para ir a una concentración o a una manifestación, indudablemente necesarias y que volveremos a hacer. También lo interrumpimos para ir a eventos, a distintos actos, por asistir a conferencias, por alguien que necesitaba unas fotos, un vídeo o un reportaje… Siempre habíamos pausado nuestras vacaciones para atender prioridades en torno a los derechos humanos porque estos sufren atentados diarios, es una defensa constante que al final, aunque no quieras darte cuenta, hace que no descanses porque estás siempre pendiente de todo.

Tras cinco años trabajando en esto nos hemos tomado unas vacaciones íntegras. A alguna persona no le ha parecido bien, otras lo han respetado y han entendido que llega un momento en que el descanso es necesario. Vivimos en una sociedad en que los derechos humanos, que deberían ser la base, se tienen que defender. Hay mucha gente que no los respeta porque ni siquiera los conoce, mucha otra gente los conoce pero no los entiende, y también hay quienes los conocen y los entienden pero deciden pasarlos por alto. Los artículos, los hilos y la ayuda nunca faltan pero llega un punto en que piensas “quiero ayudar, estoy ayudando pero necesito desconectar”.

Lo nuestro no solo es el trabajo de campo, en el que vamos a los sitios, allí grabamos y hacemos fotos, entrevistamos a personas, escribimos artículos o reportajes, participamos en una charla, vamos a una conferencia, cubrimos un homenaje… También es el trabajo que se hace individualmente: lectura de novelas gráficas, de ensayos, de literatura, de artículos académicos, ver películas y documentales, leer hilos, noticias, reportajes… La información que buscamos o que recibimos es constante, nunca cesa.

Es un trabajo que conlleva mucha dedicación, en el que pasas de la motivación a la extenuación mental. Cuando tu trabajo es tu vocación, tu pasión, lo vives de forma muy intensa y tratas de dar el máximo. Sabes que estás haciendo algo positivo para otras personas y no te importa hacerlo. Pero a medida que va pasando el tiempo, teniendo en cuenta que has sido objeto de censura con momentos bastante complicados, que has visto cómo gente a la que valorabas ha sido injusta contigo; que has tenido apoyo y recibido mucho amor, que en ciertos momentos es algo emocionante que naturalizamos pero que al mismo tiempo puede resultar en cierto modo difícil de asumir; que recibes insultos y amenazas con relativa periodicidad por hacer lo que haces, por parte de personas a las que no les gusta que defiendas los derechos humanos porque son fascistas, xenófobas, homófobas, machistas, nazis… Vas acumulando tantas emociones dispares que necesitas parar, reflexionar y descansar.

Tomarse un descanso para no explotar mentalmente no debería de ser una opción, debería ser obligatorio. Descansar es necesario. En esta sociedad la productividad y la conectividad son omnipresentes; el descanso, en cambio, lo relegamos. Tendemos a tener pensamientos como “tenemos que ser productivas o productivos, tenemos que hacer algo nuevo porque si no no estamos en la cresta de la ola”, tonterías del estilo de “si no soy productiva o productivo estoy siendo vago o estoy fracasando”. Queremos estar en todas partes a la vez y hacer mil cosas, y no podemos. Es necesario reflexionar y darse cuenta de esto para que la mente pueda descansar.

Uno de nuestros mayores problemas es estar siempre conectada o conectado: “A ver si alguien me manda un whatsapp urgente, un correo con algo importante, si alguien me necesita…”. No soltamos el móvil, incluso lo revisamos cada cierto tiempo sin necesidad; quizá no nos damos cuenta pero acapara nuestra atención, desviándola de otros aspectos que a la larga puede que sean más importantes. Tampoco dejamos de pensar en el listado de tareas que tenemos pendientes porque este mundo nos da a entender que si no estás haciendo algo eres vago, que si no tienes nada por hacer pierdes el tiempo, que cuando no eres productiva o productivo estás fallando. Y lo cierto es que la productividad nunca puede ser constante y aunque pudiera serlo no debería serlo, que mereces tus descansos y dedicarles tiempo, tiempo de calidad y con atención plena.

A veces necesitas simplemente no estar ahí. Ignorar la necesidad de descansar durante tanto tiempo, como hemos hecho nosotros, tiene consecuencias emocionales y que pueden afectar a cualquier cosa que hagas, sean de trabajo o no. Trabajar en nuestro propio descanso no es dejar de defender los derechos humanos ni las cosas importantes, es principalmente liberarnos de cargas emocionales y para ello se necesita tiempo y dedicación, reflexionar sobre determinados aspectos de nuestra vida y que nuestra mente no tenga decenas de flancos a los que prestar atención.

Descansar no es desatender a las personas, hay determinada gente que si nos necesita aun pudiendo ni la desatendemos ni lo haríamos nunca. Descansar es recuperar la energía que ha ido menguando para retomar tu actividad con decisión y con fuerza. Cuando vives algo con mucha intensidad y tienes tanto trabajo, llega un momento en que tienes un agotamiento extremo porque nunca llegas a descansar totalmente. Cuando descansas lo suficiente, y si enfrentas cada reto individualmente, estimulas tu creatividad y mejora tu productividad. Saber cuándo parar y hacerlo es cuidarse, tomarse unas vacaciones al pie de la letra es querer estar bien, o mejor, después. Decir “este finde voy a dedicarlo a una actividad que me guste y que quiero hacer con mis amigas o amigos” o “este día me lo tomo libre y me voy a ir a una librería o a una cafetería” es necesario para que tu mente descanse.

Descansar una semana no implica ser vagas ni vagos, es una necesidad para estar bien. Descansar un día no implica ser improductivas ni improductivos, justo lo contrario, podemos tener mucha productividad en una actividad que no se considere de trabajo. La obsesión generalizada o la obligación subconsciente que en esta sociedad se tiene de que debes tener siempre un rendimiento superior al normal genera estrés, un agotamiento físico y mental, con sus posibles alteraciones, como es el caso de la ansiedad. Por eso hay que tratar de encontrar un equilibrio entre la productividad en el trabajo y tu tiempo de autocuidado. El hecho de que la gente que te conoce respete tu necesidad de autocuidado no es primordial pero es significativo para que sigas generando tu contenido, siendo creativa o creativo, para que sigas ayudando o haciendo todo como lo estabas haciendo, de corazón, con el alma, lo mejor que has podido y sin fallar a nadie. A fin de cuentas, lo importante es no fallar a quien te necesita, defender los derechos humanos en cuerpo y alma y estar bien mentalmente para poder hacerlo.

No establecemos muchas veces los límites suficientes, queremos llegar a todo y no nos importa estar siempre disponibles pero, sin descanso, eso nos repercute negativamente. Terminar un reportaje que hemos estado haciendo durante un mes y enviarlo al medio para su publicación implica normalmente que el mismo día en que lo publican ha pasado otra cosa muy fuerte de la que todo el mundo está hablando y ya estamos pensando en eso, nos forzamos a estar pendientes. Si terminamos un documental tras 6 meses viajando por unos 15 pueblos y ciudades de varias provincias, en el que entrevistamos a mucha gente, aparezcan o no en él, más el trabajo de investigar, de estudiar, y presentamos el documental y nos ponemos automáticamente con el siguiente —si no estamos ya con él—, como hemos hecho siempre, implica no digerir o procesar la importancia de lo que hemos hecho, de ese logro, de esa entrevista única a esa persona que ha tenido miedo durante toda la vida de contar algo duro pero clave, de ese pueblo en el que te metiste por zonas no muy transitadas y en el que descubriste un búnker o una trinchera que nunca antes se había grabado. Nuestra dinámica siempre ha sido terminar un documental y ponernos con otro: sin apenas reflexión solo te saturas mentalmente y no valoras realmente lo que has terminado. Te agotas, sientes estrés, tienes ansiedad y a veces no disfrutas del momento ni de los siguientes como deberías. Debes parar, procesarlo y así vaciarle para poder seguir con fuerza los próximos días: entrevistas y paras, meditas todo y entonces tu mente ya puede seguir creando sin problema.

En este tipo de trabajos la gente tiene que ser creativa y el descanso es imprescindible para que la capacidad creativa no se deteriore. Este mundo va muy deprisa, tanto que al final no puedes desconectar: siempre te llegan noticias de última hora, te llega un problema, algo que tienes que saber, además tienes que informarte y tienes que dar tu opinión o saber qué ha pasado. Si hoy hemos hecho una entrevista mañana tenemos otra, pasado mañana tenemos otras dos. Vivimos en la sociedad de “mira el whatsapp que te he mandado”, de “tienes un mail, contéstamelo lo antes posible”, de no dejar un tiempo de margen y pensar que todo el mundo ha de contestar a todo rápidamente. Si nos vamos al detalle, a una situación concreta, puede parecer una tontería, pero si tenemos en cuenta la ingente información que nos llega esa “tontería” supone que la mente se desborde y eso afecta a nuestro rendimiento. Siempre tienes algo, sea un mensaje que contestar o una actividad que hacer. El trabajo no para, entonces eres tú quien tienes que parar. Tienes que saber que no necesitas saber de todo, que te tienes que formar e informar sobre tu campo pero tampoco obsesionarte con poder dar tu opinión sobre cualquier cosa, que es normal no saber algo específico o saber muy poco sobre muchos temas y no es algo grave.

Uno de nuestros mayores problemas es que no disfrutamos a veces del momento porque pasamos de una tarea a otra demasiado deprisa. Y el tema del descanso no solo se aplica a unas vacaciones de verano sino que debería aplicarse al final de cualquier actividad, conlleve 6 meses viajando y entrevistando o 10 horas en un archivo investigando. La saturación mental también te lleva a que sientas cansancio y agotamiento cuando estás trabajando en algo de forma muy seguida: vale más tomarse un tiempo de descanso para poder seguir sin esa fatiga mental o física, sea de horas o de días, que forzar la máquina cuando notas que tu rendimiento es mejorable o que no estás disfrutando.

No todo el mundo entiende o se ha planteado siquiera que el trabajo en derechos humanos, en concreto el nuestro, que es la violencia contra la mujer, los conflictos bélicos y la memoria histórica, implica un desgaste emocional y esto produce estrés porque te hacen partícipe de historias trágicas, muy duras. Te narran relatos de vida de los cuales algunos fragmentos a veces no los puedes publicar porque te das cuenta de que, aunque te lo cuentan todo en confianza, no quieren que los hagas públicos por el dolor que les suponen: son violaciones a mujeres, a niñas, asesinatos a veces presenciados… Es gente que acude a nosotros para desahogarse, para que le entrevistemos; gente que necesita que le ayudemos a buscar a su familiar, a quien asesinaron y de quien en muchos casos solo conservan su nombre y el recuerdo de haber visto como sufrían su pérdida sus padres o sus abuelos, un duelo postergado a veces durante décadas al no tener ni el paradero de su cuerpo. Hay casos en que, quienes sí lo saben, nos piden que les acompañemos adonde está su familiar. Son historias de las que te hacen partícipe, que tú sientes y que te llegan al corazón. Tú lloras con esas personas, sufres con ellas, empiezas la semana entrevistando y cuando llega el viernes tienes seis entrevistas que necesitas volverlas a escuchar y procesarlas para poder descansar mentalmente.

Cuando vuelves de un viaje en el que has hecho muchas entrevistas donde has dado tu alma, esas personas te han dado a ti la suya, habéis compartido algo muy trágico y necesitas descansar y tomarte tu tiempo para seguir trabajando. Por eso es muy importante establecer límites, tomarse un día y meditar para después seguir creando. A partir de esa no tienes por qué mirar el móvil si te llega un correo, tampoco tienes que estar pendiente de las noticias de última hora porque entonces no vas a tener atención plena en lo que estés haciendo ni vas a descansar bien.

Quizá una de las cosas más complicadas es que tienes que aprender a decir que no: te gustaría decir que sí a todo cuando demandan tu ayuda, pero es que no es posible y no queríamos verlo. Si decimos que sí a todo a nosotros no nos supone un sobreesfuerzo en ese momento concreto pero, teniendo en cuenta las horas que hay que dedicar después para editar el material y que a veces no se valora el esfuerzo, nos vamos agotando poco a poco. En estas circunstancias, en que todo va tan deprisa, tienes que ser tú quien reduzcas la sobrecarga de trabajo, quien establezcas límites digitales y personales, y quien sepa decir que no. Debemos priorizar que nuestra mente no se agote para que nuestra productividad y nuestra creatividad no se resientan. Debemos aprender a filtrar la información que nos llega y a desconectar.

Debemos aprender a descansar, a no normalizar tener un bloqueo mental por no haber sabido tomarnos el descanso que necesitábamos y que nuestro cuerpo esté tan cansado que no nos permita avanzar. Nunca se debe dejar el descanso en segundo plano, por eso nosotros este año nos hemos tomado este descanso. En los derechos humanos pones el corazón, tu alma y das el cien por cien siempre y cuando tu cuerpo y tu mente te lo permitan; pero debes ser consciente de que necesitas reflexionar y descansar, debes saber cuándo parar. El descanso es esencial para poner en orden tu mente y poder poner el corazón en lo que haces, por eso hemos parado y volvemos a mediados de septiembre.

3 Comments

  1. Como veterano sindicalista estoy totalmente de acuerdo con vuestro necesario descanso vacacional, esta demostrado desde hace veinte años al menos que el no hacer vacaciones produce daños en el cerebro. Hay que desconectar, al menos una semana al año y mejor dos.

  2. No importa lo que la gente diga, hace tiempo que no me importa.
    Los dos os merecias estás vacaciones y así poder recargar pilas para lo que venga.
    Un y muchos de colores

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