Se hablaba de 350.000 obreros, que, en perfecto orden, habían abandonado sus puestos de trabajo en fábricas, talleres y obras. Se esperaba que se sumasen a la huelga los ferroviarios y los trabajadores agrícolas.
Por Eduardo Montagut
La huelga general en Suecia, iniciada el 4 de agosto de 1909, fue un hecho de primera magnitud en la Historia contemporánea del país, protagonizado por el movimiento obrero sueco (Confederación de Sindicatos Suecos. LO). En este trabajo estudiamos cómo fue vista dicha huelga por los socialistas españoles a través de “El Socialista”, desde una posición claramente favorable sobre lo que estaban protagonizando los obreros suecos.
La huelga general de 1909 se enmarca en el conflictivo inicio del siglo XX en Suecia, y que provocó que la patronal también se organizase en la SAF, promoviendo respuestas al creciente papel sindical con cierres patronales o lock-outs. Se calcula que Suecia fue el país europeo que los primeros años del siglo XX tuvo el número más alto de días afectados por conflictos laborales y huelgas. Pero también es cierto que, dado el alto grado de organización en el mundo laboral en ambos sectores, se desarrollase con creciente fuerza la idea de la negociación colectiva, algo vital para el futuro.
El año 1909 fue el culmen de la época de enfrentamientos laborales. El sindicalismo sueco convocó una huelga para terminar con los despidos y las bajadas salariales cuando se producían crisis y depresiones. Los patronos reaccionaron con el lock-out, como arma de presión. En realidad, a pesar de lo que terminaría afirmando “El Socialista” cuando finalizó el largo conflicto, la huelga fue un fracaso para los obreros, con una consiguiente caída de la afiliación del LO y del Partido Socialdemócrata. Pero, a la larga, todas estas movilizaciones y conflictos darían sus frutos años después en relación con conquistas como la de la jornada de ocho horas, mejoras salariales y laborales, y el establecimiento de los pilares del moderno estado del bienestar sueco.
La primera noticia de la huelga sueca apareció en el número del 20 de agosto del órgano oficial del PSOE. Se trataba de un breve en el que se explicaba que como reacción a un lock-out patronal las organizaciones obreras habían declarado la huelga general. Se hablaba de 350.000 obreros, que, en perfecto orden, habían abandonado sus puestos de trabajo en fábricas, talleres y obras. Se esperaba que se sumasen a la huelga los ferroviarios y los trabajadores agrícolas. En ese momento no se publicaba ningún periódico en Suecia porque los tipógrafos habían secundado el paro. Tampoco había salido el órgano oficial socialista que podía contribuir a poder dar más publicidad a la huelga, pero los socialistas habían decidido que tampoco se publicara.
En el siguiente número (27 de agosto) se avisaba que la huelga se mantenía a pesar de lo que informaban las agencias de noticias. También se informaba que, aunque las autoridades no habían optado por la represión violenta, se habían puesto del lado de los patronos. El periódico insistía en la fortaleza del movimiento obrero sueco. Además, los obreros agrícolas se habían unido a la huelga, por lo que la misma se extendía. Por otro lado, había comenzado el apoyo socialista internacional a los huelguistas. Los socialistas daneses habían enviado al comité de huelga 60.000 francos. La Federación Metalúrgica danesa aportaba 25.000 francos. Los socialistas y sindicalistas de Hannover, por su parte, contribuían con 13.000 francos. Los socialistas de Nuremberg también habían aportado 6.000 francos. El SPD estaba siendo muy generoso con el movimiento huelguista sueco, ya que, a esa altura de la segunda mitad del mes de agosto ya había aportado un total de 150.000 francos.
En el número del 3 de septiembre la huelga sueca ocupaba un mayor espacio en el periódico socialista, para demostrar que no se estaba acabando como la prensa general afirmaba. El Gobierno sueco intentaba que se llegara a un acuerdo. Al parecer, un sector de la patronal no estaba dispuesto a negociar ni a ceder, y los trabajadores no estaban dispuestos a volver al trabajo mientras no se readmitiese a los que habían sido despedidos. Se calificaba a la gran patronal como intransigente, generando conflicto con los empresarios medios y pequeños que sufrían más las consecuencias del paro. También se hablaba de la poca importancia de los esquiroles. Los socialistas españoles tradujeron a pesetas las pérdidas de las compañías e industrias para que los lectores pudieran entender la magnitud de la huelga, hablándose de decenas y decenas de millones de pesetas.
Los dueños de los periódicos habían amenazado a los tipógrafos a los Tribunales porque no podían sacar las publicaciones.
El único punto donde no se había avanzado era en que los ferroviarios se sumasen a la huelga general, aunque aportaban dinero para los huelguistas.
Por otro lado, aumentaba la ayuda socialista internacional, especialmente de Dinamarca y de Alemania, donde los socialistas y sindicalistas ya habían aportado más de medio millón de marcos.
En el número de 10 de septiembre se siguió informando de los hechos de la huelga sueca, como la polémica sobre el número de trabajadores que habrían abandonado la lucha. También se informaba de cómo el Gobierno, a pesar de declararse neutral, había impedido a un socialista noruego participar en un mitin, mientras permitía la entrada de trabajadores alemanes. Un dato interesante es el que se aporta sobre la ayuda de los soldados suecos, que abrían suscripciones para socorrer a los huelguistas, siendo especialmente importante la ayuda de los marineros de los barcos de guerra en el puerto de Estocolmo. Los ferroviarios seguían sin sumarse, pero continuaban aportando una gran ayuda económica a los huelguistas.
En el número del 17 de septiembre se informaba que la huelga había terminado por acuerdo del Comité de huelga después de las gestiones del Gobierno, aunque se mantenía el conflicto entre los patronos que habían realizado el lock-out y los trabajadores dependientes de la Unión Industrial, aunque se esperaba un pronto acuerdo. Para los socialistas españoles era un triunfo de los obreros suecos haciéndose eco de la interpretación que hacía el órgano oficial del SPD en Berlín, elogiando la importancia que había adquirido la organización obrera en Suecia. Por otro lado, “El Socialista” insistía en la gran ayuda internacional socialista y en cómo se habían formado cooperativas para elaborar pan para los huelguistas. Por fin, se aventuraban profundas reformas en la legislación laboral para cuando se abriese el parlamento en el otoño.
En el siguiente número de 24 de septiembre se afirmaba que la vuelta al trabajo de los obreros, con la excepción de los dependientes de la Unión Industrial, se había producido sin incidentes, aunque se produjeron algunos conflictos en los sectores de panadería y tranvías. Por otro lado, algunos miembros de la patronal de los periódicos se habían negado a readmitir a tipógrafos huelguistas, por los que el movimiento obrero y la Socialdemocracia sueca habían declarado el boicot a los diarios donde se habían producido estos hechos.
En el número de primero de octubre se informaba que la huelga ya duraba sesenta días, refiriéndose a los trabajadores que seguían en la misma porque el conflicto del lock-out no se había solucionado aún, siendo infructuosas las gestiones del Comité de conciliación. También seguían en huelga los tranvías. Continuaba la solidaridad de los obreros y socialistas noruegos, daneses y alemanes. En Berlín se había celebrado una Conferencia internacional de metalúrgicos para apoyar a sus compañeros suecos.
La Comisión negociadora había presentado un proyecto a los obreros, que había sido rechazado, como se nos informa en el número del 15 de octubre. El Gobierno pretendía, además, prever los conflictos futuros para evitarlos, pero en esto tampoco había conseguido el apoyo de los trabajadores. En la noticia se incluía el listado por países de las ayudas enviadas a los huelguistas suecos. España había aportado 656 coronas, una cantidad modesta en comparación, lógicamente, con lo enviado por movimientos obreros y socialistas más potentes en Europa, aunque más que Italia.
Pero la resistencia de los trabajadores fue cediendo, como se nos cuenta en el número 1232. Por mucha ayuda extranjera, las cajas de resistencia se estaban agotando, ya que debían atender a unos 100.000 trabajadores. Se estaba dando la circunstancia de que muchos obreros estaban regresando al trabajo.
Por fin, en el número 1237, a fines de noviembre, “El Socialista” explicaba que los obreros habían aceptado la proposición de los delegados del Gobierno en la que se pedía a los patronos el fin de sus exigencias. Los empresarios no aceptaron, pero terminaron con el lock-out que habían establecido en julio. El conflicto, por tanto, terminaba.
Como fuente de este trabajo debemos recordar que hemos empleado los números citados de “El Socialista”. En cuanto a una bibliografía en castellano es muy recomendable la consulta de la tesis doctoral de Luis Buendía García, leída en 2012 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UCM, y que lleva por título Dinámica de crecimiento, distribución de la renta y movimiento obrero: El Estado del Bienestar Sueco en una perspectiva a largo plazo, especialmente el capítulo segundo de la primera parte.
Se el primero en comentar