Hipocresía

Debemos afear la hipocresía de poner en marcha fundaciones benéficas y hacer donaciones altruistas por la mañana y por la tarde llevar los beneficios y el patrimonio a paraísos fiscales. Lavarse la cara y la conciencia con la ignorancia del resto lo llamo yo.

Por Pedro Labrado

He terminado de leer la novela de Petros Márkaris La hora de los hipócritas. Más allá de la calidad novelística en la que no entro, la reflexión que navega a lo largo de la misma es sobre la llegada de la hora de los hipócritas, de que ya está bien de tanta hipocresía, de tanta burla hacia la gente. En las páginas de la novela los “hipócritas” lo pagan con su vida, que no es mi propuesta en esta columna.

Mi propuesta es la de que todos y todas debemos desenmascarar y denunciar los comportamientos hipócritas de empresas, de administraciones, de personas dedicadas a la política incluso de los medios de comunicación.

Debemos denunciar la hipocresía de, por un lado, dejar parte del negocio al margen de la fiscalidad, cobrando en “negro”, y por otro exigir ayudas, subvenciones o exenciones. Durante la pandemia hemos visto como algunas empresas no podían acceder a las ayudas porque no podían acreditar ingresos y beneficios en periodos anteriores a la crisis sanitaria porque sus negocios viven con naturalidad en el fraude fiscal continuado. Y como consecuencia de lo anterior, como trabajadores y trabajadoras de algunas de estas empresas no podían beneficiarse total o parcialmente de los ERTEs porque trabajaban sin contrato o con contratos con jornadas inferiores a las realmente realizadas. La hipocresía de algunas de estas empresas ha llegado por boca de sus gerentes hasta el extremo de denunciar que el gobierno no ha dado ayudas a las empresas durante la crisis pandémica.

No es menor la hipocresía en el uso de los datos estadísticos de PIB o EMPLEO. Se pone el énfasis en las cifras absolutas poniendo el foco allí dónde los datos tienen cierto brillo, pero no allí dónde se oscurecen impúdicamente. A modo de ejemplo, según la Tesorería General de la Seguridad Social a 31 de agosto de 2021 había en España 15.022.474 de personas asalariadas cotizando. Dicho dato es el que se utiliza, comparándolo con el de otros periodos, para indicar como “camina” la afiliación de asalariados a la Seguridad Social, si crece ese número la afiliación mejora y si decrece empeora. Además, si no se aportan más datos, parece que son más de quince millones de personas en una situación laboral similar todas ellas; nada más lejos de la realidad. Para entender que ese dato da muy poca información por mucho que se resalte, hay que ir a lo mollar de los datos que no está en la cifra absoluta de personas asalariadas afiliadas, lo mollar está en la estructura que tienen esas afiliaciones.

Así, como primer dato que se debiera de resaltar con más ímpetu, el número de personas asalariadas con contrato indefinido a tiempo completo, este era a 31 de agosto de 2021 de 7.526.121, tan solo el 50,01% de esos “fantásticos” 15.022.474. Es decir, un 50% de esas personas afiliadas a la Seguridad Social o no tienen un contrato indefinido o no tienen un contrato a tiempo completo o ninguna de las dos cosas. En esta última situación sin contrato indefinido y sin jornada completa se encontraban afiliadas a 31 de agosto de 2021, 2.946.670 personas, el 19,62% del total, casi una de cada cinco.

Si el análisis lo hacemos por tramos de edad, en alguno de los tramos las cifras son todavía más escandalosas, la temporalidad y la parcialidad se disparan, en el tramo entre los 25 y los 29 años, tan sólo el 36,6 % de las afiliaciones son de personas asalariadas con contrato fijo a tiempo completo, que llegan a ser del tan sólo 16,3 % en el tramo de edad de entre 20 y 24 años.
A mí personalmente me parecen mucho más relevantes todos estos últimos datos que el habitualmente utilizado por responsables políticos, responsables técnicos e incluso por los medios de comunicación, de la cifra absoluta. No veremos nunca el titular de “Según datos de la TGSS a 31 de agosto de 2021 tan sólo el 50% de los asalariados afiliados a la Seguridad Social tenían un contrato a tiempo completo por tiempo indefinido”. Si en este análisis incluyéramos además la variable “salarios”, las cifras, no me cabe ninguna duda de que se agostarían todavía un poco más al buscar el dato de personas afiliadas asalariadas con contrato fijo a tiempo completo y además con un salario digno acorde con sus funciones y su formación. Son quince millones de asalariados afiliados a la Seguridad Social, pero no son quince millones de personas con trabajo estable y bien remunerado, no seamos hipócritas.

También debemos afear la hipocresía de poner en marcha fundaciones benéficas y hacer donaciones altruistas por la mañana y por la tarde llevar los beneficios y el patrimonio a paraísos fiscales. Lavarse la cara y la conciencia con la ignorancia del resto lo llamo yo. Es bien conocido en España un afamado y “exitoso” empresario que aparece en la parte alta de las listas FORBES de los más adinerados del mundo que también es famoso por sus “generosas” donaciones a la sanidad pública de nuestro país y también desde el mes pasado por sus pingües ahorros fiscales en la compra de yates de recreo domiciliándolos en un país que le ofrece ventajas en la factura fiscal como han publicado varios medios de comunicación. Todo el mundo sabe de quién hablo, ¿hipocresía? ¿Saldrá en la lista FORBES de los cien empresarios y empresarias más hipócritas del planeta? La que sí ha salido a la luz recientemente es la llamada “lista Pandora” o “Pandora Papers” con un rosario de patriotas españoles, hasta 600, que timan al erario público envueltos no con la bandera rojigualda o la señera (cada cual tiene su patriotismo) sino con la bandera de sociedades offshore en paraísos fiscales, no se libran ni deportistas, ni cantantes, ni la política ni el mundo empresarial, ni siquiera alguna cabeza coronada. Muy patriotas y muy hipócritas.

Para otro día dejaré la denuncia de la hipocresía de los que predican la pobreza desde los púlpitos y acumulan la riqueza en sus palacios y que seguramente está en la raíz de que en nuestra sociedad la hipocresía campe a sus anchas y se practique con naturalidad y sin ningún cargo de conciencia.

Entretanto la inmensa mayoría de la ciudadanía formamos como dice Márkaris el Ejército Nacional de los Idiotas. Así es como firman sus comunicados públicos en la novela el grupo de los que hacen llegar La hora de los hipócritas.

Nota: Todos los datos sobre afiliación de personas asalariadas están extraídos de las cifras públicas que ofrece la TGSS en su sitio web.

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