De huelgas de juguetes e hipocresía discursiva

 

No veréis que se preocupen porque miles de niños y niñas de la Cañada Real estén sin luz. No veréis que se preocupen de que ningún menor pase hambre. No veréis, siquiera, que se preocupen de que nadie se quede sin juguetes.

Departamento de Mujer Trabajadora del PCTE

Se acercan fechas importantes. Por un lado, por la ilusión de miles de niños y niñas por ver qué regalos les traen los Reyes Magos en un año complicado y difícil. Por otro lado, por el desembolso considerable de millones de familias durante la Navidad, donde los precios no paran de subir día tras día.

Bombardean constantemente nuestros televisores con publicidad de juguetes que, en muchas ocasiones, son completamente inaccesibles para los menores, además de los catálogos que llegan a nuestros buzones. Nos hablan de ese “volver” a casa cuando hay miles de los nuestros que no pueden regresar porque les ha tocado emigrar. Nos hablan de solidaridad, de amor, de reencuentros… Pero de los de siempre, porque la clase obrera, hay ciertas cosas que no puede permitirse.

Y con toda la que se nos viene encima, el Gobierno nos sorprende (una vez más, de entre tantas ocasiones) con una huelga de juguetes. Una huelga de juguetes contra el uso sexista de los mismos, dicen, porque todos los niños y todas las niñas tienen derecho a jugar con lo que les apetezca. Y no les falta razón: estaremos de acuerdo en que pueden jugar con cocinas, con balones, con pinturas o con puzles independientemente de si es un niño o una niña. 

Pero detrás de toda esta campaña bochornosa de marketing, no hay más que una profunda hipocresía y falta de sentido común increíble. Porque mientras nos intentan colar que desde el propio Gobierno luchan contra los estereotipos sexistas, desde la misma administración nos meten en la cabeza todos los días que los cuidados son cosas de las mujeres, algo innato en ellas y que somos nosotras las que cuidamos. Todo el día con “los cuidados y la vida en el centro”, pero con la mujer como protagonista de esos mismos cuidados.

No veréis que se preocupen porque miles de niños y niñas de la Cañada Real estén sin luz. No veréis que se preocupen de que ningún menor pase hambre. No veréis, siquiera, que se preocupen de que nadie se quede sin juguetes. No, en lo que se gastan el dinero, 80.000€ para ser exactos, es en un vídeo en el que salen unos muñecos hablando sobre los estereotipos sexistas… Banalizando la huelga, riéndose de la clase trabajadora, y contradiciendo sus discursos en el último año, para variar. Ya veis… A las huelgas de verdad, como la de los trabajadores del metal de Cádiz les mandaban tanquetas. 

Y ojo. Con esto no estoy diciendo que no se deba luchar contra los estereotipos sexistas, ni mucho menos. Hay que combatir contra todo atisbo de sexismo y machismo entre nuestra clase, faltaría más. Pero esa lucha la debemos dar todos los días organizadas, con un solo puño, porque nadie nos va a regalar nada.

Esta Navidad más de dos millones de niños y niñas seguirán viviendo en riesgo de pobreza. Esta Navidad miles de familias no solo no podrán hacer regalos, sino que no tendrán nada que llevarse a la boca y seguirán dependiendo de la solidaridad de sus vecinos. Esta Navidad nos encontraremos con una clase trabajadora más empobrecida que en muchos casos, además, no podrá encender la calefacción.

Pero sí, aplaudamos a un Gobierno, a un Ministerio de Consumo, a un Ministerio de Igualdad, a un Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 que se preocupa por lo importante, sí. 

El Gobierno más “progresista” de la historia va dando bandazos. Se van a pedir milagros al Papa mientras siguen sin derogar las reformas laborales. Mandan tanquetas a trabajadores en huelga. Siguen sin dar solución a los problemas reales de la clase trabajadora.

Pero que no se preocupen. No van a dormir tranquilos porque no les vamos a dejar. Estamos más cerca que ayer de mandarles al basurero de la historia, estamos más cerca que ayer de organizarnos las trabajadoras para echarles de una vez por todas.

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