Robar a los pobres para dárselo a los ricos

Pero los relatos importan y si quienes tienen que actuar para combatir las desigualdades, quienes son víctimas de la desigualdad, viven en el engaño del mundo feliz que les proponen quienes los necesitan como un simple elemento del proceso productivo y como arma contra quienes quieren acabar con la desigualdad, lejos de avanzar, seguiremos retrocediendo. Y para reforzar el engaño lo disfrazan de decisiones judiciales, desde los tribunales se quitan derechos, se manipulan procesos electorales y se aniquila a quienes osen ponerse al frente de las luchas sociales y tengan éxito en su tarea.

Artículo de Mari Ángeles Castellanos, economista

El 29 de junio el INE publicó Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), una encuesta importante que mide la desigualdad y nos da cifras de la población que vive en riesgo de pobreza o exclusión social.

Los datos de esta encuesta deberían estar mucho más presentes en las políticas económicas y sociales. Más allá de analizar la situación de un país mirando de forma prioritaria indicadores como el PIB, se debería poner el foco en los indicadores sociales que son los que verdaderamente nos ponen frente a la realidad de la vida de quienes habitan esos países.

Obviamente el problema no es el desconocimiento de la existencia de estos indicadores por parte de quienes toman decisiones políticas o económicas, el problema es la falta de voluntad para acabar con las desigualdades, el problema es que se buscan excusas como la meritocracia para justificar la existencia de las desigualdades, el problema es que asustan a quienes poco tienen diciéndoles que las políticas redistributivas les van a hacer pagar más impuestos o les van a impedir disfrutar las pequeñas herencias que les puedan legar sus progenitores.

El problema es que quieren que las desigualdades crezcan y actúan con este objetivo, en algunos casos de forma tan descarada como las becas de Ayuso para que las criaturas de las familias más ricas se formen en centros privados.

Y si la gente no se mueve, no cambia nada. Así lo señalaba Nicolás Sartorius en la presentación de la Asociación de Federalistas de Castilla-La Mancha el pasado 15 de junio en Toledo.

El poder que tiene la movilización social no es desconocido para quienes ostentan el poder económico, por eso se esfuerzan en convencer a la mayoría social de que lo importante es el crecimiento capitalista, de que más es siempre mejor, de que los impuestos progresivos o los tipos elevados para las grandes fortunas les puede perjudicar de alguna extraña manera.

Y por supuesto que la desinformación, la ausencia de formación de calidad o de pensamiento crítico son armas fundamentales para los promotores de la desigualdad.

También necesitan descontento, por eso promueven el odio, el malestar, el miedo, el individualismo, la necesidad imperiosa de lo inmediato o la falta de sueño y descanso, así se enturbian conciencias.

Y como hay que culpar a alguien del sufrimiento, fomentan el odio hacia quienes son más pobres, hacia las personas inmigrantes que no sean rubias y de piel clarita, y por supuesto hacia quienes desde opciones políticas de izquierda proponen acabar con las desigualdades con planteamientos de redistribución de la renta y de la riqueza o con más gasto público en servicios públicos. Hacen creer a los pobres que su vida es mejor con menos impuestos y que son los impuestos los culpables de sus dificultades para llegar a fin de mes.

La verdadera guerra que vivimos es la de la desigualdad, existe una disputa constante por el reparto de la riqueza, siempre ha existido, el problema es que durante parte del siglo XX habíamos avanzado y las brechas se redujeron de forma notable, pero en las últimas décadas retrocedemos y lo hacemos con un problema añadido, el cambio climático, no solo crecen las desigualdades, el crecimiento económico capitalista tiene una base importante en la destrucción del medioambiente.

Pero los relatos importan y si quienes tienen que actuar para combatir las desigualdades, quienes son víctimas de la desigualdad, viven en el engaño del mundo feliz que les proponen quienes los necesitan como un simple elemento del proceso productivo y como arma contra quienes quieren acabar con la desigualdad, lejos de avanzar, seguiremos retrocediendo.
Y para reforzar el engaño lo disfrazan de decisiones judiciales, desde los tribunales se quitan derechos, se manipulan procesos electorales y se aniquila a quienes osen ponerse al frente de las luchas sociales y tengan éxito en su tarea.

Y así las cosas, en España, según nos cuenta la ECV, el 32,2% de quienes tienen menos de 16 años viven en riesgo de pobreza o exclusión social, pero las becas irán a quienes vivan en la abundancia y luego dirán que la meritocracia, que si esa juventud empobrecida y sin recursos siguen siendo pobre y sin recursos en su vida adulta será porque no se han esforzado lo suficiente y que si esos privilegiados que han contado con recursos toda su vida y además disfrutan de los recursos públicos, siguen viviendo en la abundancia en su vida adulta será por méritos propios.

Otro dato preocupante es que el 54,3% de los hogares formados por 1 persona adulta y menores a su cargo viven en riesgo de pobreza o exclusión.

Y ahora que entramos en periodo vacacional conviene señalar que un 32,7% de la población española no puede permitirse ir de vacaciones una semana al año, y eso con la encuesta de 2021, en el verano de 2022 probablemente este indicador ha empeorado.

Una de las lecciones aprendidas durante los últimos años es que se pueden tomar decisiones políticas y económicas que favorezcan a quienes menos tienen, que el rescate de las personas es posible, lo hemos visto con las subidas del SMI, con los ERTE con la reforma laboral, con la reforma de pensiones o con los fondos europeos, pero, en la guerra de la desigualdad, las elites no están dispuestas a perder privilegios y hacen todo lo posible para acabar con este tipo de medidas y para que la ciudadanía las olvide.

La movilización social es fundamental para hacer realidad lo de que nadie se quede atrás, somos seres vulnerables ecodependientes e interdependientes, el individualismo no es la solución, la destrucción del planeta no es construir futuro y lo más importante, si la gente se mueve se pueden cambiar muchas cosas aunque el camino no sea fácil.

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