Txalaparta ha estado abierta a la pluralidad de voces, pensamientos e ideas, que, desde posiciones progresistas, de izquierdas, aporten herramientas en los debates de cada momento.
Gran maestro de la palabra, Vasil Bykaŭ deja en la memoria del lector una imagen inolvidable de la naturaleza que ayuda a sentir la belleza del mundo y a despertar el deseo de preservarla.
Esa cartografía emocional, que la nostalgia ha ido tejiendo a lo largo de los años de exilio en la cabeza de Etxegarai, se ha ido completando con la geografía humana de São Tomé
Joxemari es el alma mater de Txalaparta, esa arma de construcción masiva, que para mí es mucho más que una editorial, ya que con ella he mantenido la relación más larga de mi vida.
Me atrae que el presente regrese a nuestro pasado, que desentierre historias que forman parte de nuestra memoria como pueblo. Estoy convencida de que hablar de ello nos ayudará a ser una sociedad más humana, más justa, más libre.
Durante cuatro años, desde 1983 hasta 1987, fue presidente de Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo. Y lo hizo desde una humanidad sin precedentes.
Nosotros y nosotras sabemos de esta fuerza destructora del capital pero seguimos viviendo para su reproducción. Nuestros anhelos son las necesidades del capital. En este sentido, nos parecemos a los zombis. Nuestras actuaciones obedecen a las lógicas del mercado y no a nuestra voluntad.