Ane Eslava: “Traer las historias, las luchas, las reivindicaciones de otros pueblos sigue siendo importante para Txalaparta”

Foto cedida por Txalaparta

Txalaparta se renueva con la nueva savia de sus actuales responsables, Mikel Buldain en la gerencia, y Garazi Arrula y Ane Eslava como editoras. Con esta última hablamos de la historia y de los retos que afronta esta nueva etapa de su (nuestra) editorial.

Por Angelo Nero

Durante los últimos 35 años, el centro de gravedad permanente de mi universo literario, ha estado focalizado en la localidad navarra de Tafalla, un lugar que siempre imaginé como la aldea gala de Astérix, donde una tribu de irreductibles le plantaba cara al imperio con una trinchera de letras. Al frente de la resistencia, mitad bardo, mitad druida, nuestro Astérix particular, Jose Mari Esparza, que compartía su poción mágica con cualquiera que quisiera sumarse a su batalla por combatir el pensamiento único con armas de papel.

Yo me uní a Txalaparta cuando apenas contaban con una docena de títulos, y sus libros fueron poblando las paredes de las casas que habité, a la vez que fueron poblando la geografía de mi imaginario particular. Un imaginario particular que, a la vez, me hacía sentir parte de uno colectivo, que hacía burla de las fronteras, y era quién de atravesar montañas, océanos, para unirnos.

Hace unos años viajé a ese centro de gravedad permanente, y conocí la sede de Txalaparta, en Tafalla, de manos de mi querido -como no quererte, Jose Mari- editor, con el que compartí una de esas jornadas que se graban, como muchos de los libros que publicó, en el corazón.

Ahora me golpea la noticia de que nuestro Jose Mari, justo cuando la editorial que ayudó a fundar cumple 35 años, tiene otro combate por delante, esta vez por su salud, y solo me queda gritarle ¡hasta la victoria, siempre!, a la vez que brindamos juntos -ojalá no tardemos en hacerlo en persona-, por la apertura de una nueva sede de la editorial en el corazón de la vieja Iruña.

Pese a todo, Txalaparta se renueva, no solo con la apertura de esta librería, que no dudamos se convertirá en un foco de la resistencia cultural y social en la capital navarra, sino con la nueva savia de sus actuales responsables, Mikel Buldain en la gerencia, y Garazi Arrula y Ane Eslava como editoras. Con esta última hablamos de la historia y de los retos que afronta esta nueva etapa de su (nuestra) editorial.

Abrir una librería, en estos tiempos en los que, desgraciadamente, tantas están echando el cierre, ¿es un acto de resistencia, de plantarle cara a ese modelo empresarial que representan plataformas como Amazon?

Hemos inaugurado la librería coincidiendo con el 35 aniversario de la editorial. Aunque en la historia de la edición tres décadas y media no sea mucho tiempo, en nuestra escala y visto cómo está el sector, permanecer (o resistir) este tiempo y dar el paso de abrir un nuevo local nos parece como para celebrarlo. Siempre hemos apostado por un modelo muy diferente al de las grandes plataformas, y hemos animado a los lectores y lectoras a comprar nuestros libros en las librerías cercanas. Ahora, con este nuevo punto de encuentro de la calle Mayor de Iruñea, seguiremos remando en la misma dirección.

Hay libros que te cambian la vida, autores que moldean tu pensamiento, obras que conforman, como señalaba antes, tu imaginario, y, en mi caso, y en el de muchos suscriptores de Txalaparta, esto ha sido gracias a la editorial, pero, ¿qué importancia tienen esos cientos de suscriptores que han crecido estos años junto a Txalaparta?

Los y las subscriptoras han sido imprescindibles para llegar hasta aquí. El Klub de Txalaparta se fundó a los pocos años de empezar; tiene más de dos mil suscriptores, y son ellos y ellas, no solo las que sustentan el proyecto, sino también las que año tras año nos han impulsado y nos han ayudado a ver qué camino seguir. Ahora queremos reforzarlo, porque es un club con sentido de comunidad, y queremos profundizar en ello. Esa es también una de las razones por las que abrimos nueva sede. Y en todo paso para crear este nuevo espacio, hemos tenido a la comunidad en mente.

A pesar de que a Txalaparta se le ha asociado con la izquierda abertzale -incluso algún juez ha querido integrarla en algún organigrama con la intención de cerrarla-, una de sus señas de identidad ha sido estar abierta a las distintas corrientes de la izquierda, desde el troskismo al anarquismo, enriqueciendo un debate que sigue siendo muy necesario. ¿Crees que esta identificación con la IA ha lastrado el crecimiento de la editorial o, por el contrario, ha servido de encuentro con los que simpatizamos con el principio de autodeterminación de los pueblos, y con la causa vasca en particular?

Txalaparta ha publicado y publica obras muy diversas. Como dices, ha estado abierta a la pluralidad de voces, pensamientos e ideas, que, desde posiciones progresistas, de izquierdas, aporten herramientas en los debates de cada momento. Como todo posicionamiento ideológico, el de Txalaparta sí que le ha traído enemistades a la editorial, y, lamentablemente, todavía siguen quedando huellas de conflictos de otros tiempos; pero también le ha traído muchas amistades, de posiciones diversas.

Gracias a Txalaparta hemos oído las voces del Kurdistán, de Palestina, de Cuba, de Venezuela, de pueblos indígenas y de naciones sin estado que nos costaba situar en el mapa, ¿seguiréis apostando en esta nueva etapa por el internacionalismo, por dar visibilidad a esas otras voces, que son ignoradas por las grandes editoriales?

Sí, traer las historias, las luchas, las reivindicaciones de otros pueblos sigue siendo importante para la editorial. La situación no es la misma que en las primeras décadas de Txalaparta, cuando en el mundo editorial de izquierdas había un gran desierto y estaba todo por hacer; entonces era fácil traer obras de grandes escritores y pensadores de izquierdas; pocos se atrevían a publicarlos. Pero siguen surgiendo voces valientes y enriquecedoras, y uno de nuestros retos es saber identificarlas.

La editorial fue una de las fundadoras de la Alianza de Editores Independientes, que actualmente tiene más de 800 miembros en 60 países, ¿la colaboración entre editoriales independientes, más que la competencia entre ellas, sigue siendo una herramienta útil para combatir el pensamiento único emanado desde los grandes grupos editoriales?

No es un momento fácil para el sector, mucho menos para las editoriales pequeñas e independientes. La concentración editorial es cada vez mayor y no es posible competir contra los grandes grupos. Pero, al mismo tiempo, en este momento hay multitud de editoriales independientes y eso es algo positivo; por lo tanto, es imprescindible aunar fuerzas y crear alianzas y vías de colaboración. La Alianza de Editores Independientes es un buen ejemplo, pero hay más; también para iniciativas más puntuales, o con otro tipo de colectivos y agentes ajenos mundo editorial… y es interesante explorar esas opciones.

Como nieto e hijo de litógrafos, siempre me he sentido vinculado al mundo de la tinta y del papel, todavía conservo el rito de oler los libros nuevos, algo que no te pueden dar las pantallas ¿Sigue siendo, para la mayoría de los lectores, el libro, un objeto irreemplazable, a pesar de las nuevas tecnologías?

Yo pienso que sí. Viendo los pasos que da la digitalización, los modelos de consumo actuales y las tendencias del mundo editorial, es difícil predecir el futuro del libro; además, como decíamos, el sector no está viviendo un momento fácil y hacen falta planes, políticas públicas, medidas para impulsarlo. Pero si el libro ha llegado hasta aquí, será por algo. Cuando ocurrió el boom del libro electrónico parecía que el libro en papel estaba condenado a desaparecer, pero luego no fue para tanto… Por lo tanto, no creo que a corto o medio plazo vayamos a ver su final.

Los medios de comunicación siguen siendo fundamentales para dar a conocer las novedades editoriales, aunque al estar en manos de grandes grupos le suelen prestar poca atención a proyectos como el vuestro, ¿cómo ha sido la relación de Txalaparta con los medios en estos años?

Llegar a los medios más grandes o mainstream es difícil, más aún para un proyecto como el nuestro, que ha sufrido censura durante mucho tiempo. Pero el hecho de vivir en un país pequeño y con nuestras particularidades tiene sus cosas buenas: en Euskal Herria contamos con varios medios de comunicación independientes, con sentido de comunidad, que sirven como altavoz a proyectos como Txalaparta.

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