Pepe Andreu: “No se trata de dejar de viajar sino de hacerlo de una manera más sostenible, de ser consciente de la huella que dejamos”

Pepe Andreu y Rafael Molés han dirigido juntos un puñado de películas “Five day to dande” (2014), “Sara Baras”, “Todas las voces” (2017), “Experimento Stuka” (2018), “Picotazos contra el cristal” (2019), y “Lobster soup” (2020). Sobre esta última conversamos con uno de sus creadores, Pepe Andreu.

Por Angelo Nero | 22/02/2024

En un plato hondo lleno a rebosar de sopa de langosta flotan las miserias, los deseos, la manera en que una comunidad entera se ha construido. Sus miedos. Sus mayores virtudes. Aquello de lo que la comunidad más orgullosa puede sentirse y que la máquina gris y cruel del capitalismo puede robarle de un manotazo.” Esto escribía Paula Bonet en El País, a propósito de “Lobster Soup”, ¿era es impresión la que querías lograr a través de la metáfora de la sopa de langosta?.

Fue bellísimo lo que escribió Paula sobre el documental. Sí, la sopa de langosta es el Bryggjan, es esa pequeña taberna que concentra el alma comunitaria del diminuto pueblo de Grindavik. Sus ingredientes se cocinan lentamente, son los vecinos del pueblo, sus deseos, sus miedos, pero también lo que ocurre en este pequeño lugar, los recitales de poesía, los conciertos de jazz, las noches dedicadas a los que ya no están… y los turistas que se acercan atraídos por esta sopa y que sin pretenderlo ponen un precio a ese alma.

En la película, a través de una mirada tiznada de melancolía de la historia del café Bryggjan, en el antiguo pueblo de pescadores de Grindavik, ¿querías poner el foco en la memoria, en la importancia de los lugares comunes, las pequeñas tradiciones, como la de juntarse en un café a contar historias o a cantar?

En la antigüedad nos reuníamos en torno a una hoguera y junto al fuego nos reconocíamos como comunidad, nos narrábamos y cultivábamos nuestra existencia y nuestra memoria. Estos lugares comunes han ido desapareciendo, nuestro sistema marca al dinero como meta y el capital no entiende de otra cosa que no sea acumular más. La desaparición de estos lugares por otros económicamente más voraces pone en peligro a la comunidad, estandariza, acaba con la idiosincrasia y acaba con la memoria. Uno de los personajes que se reúne en el café, el viejo boxeador, sufre Alzheimer y vamos viendo a través de la película como se deteriora su memoria. Esta entrañable persona que se comunicaba a través de canciones y poemas va perdiendo versos, su vida se diluye y es Ali, uno de los hermanos que regenta el café, quien le ayuda a recuperar esas estrofas y su historia. Es una dolorosa metáfora. La identidad se construye, se narra y se traspasa, y necesita de un fuego en el que todo esto ocurra.

El documental surge en una pequeña comunidad de Islandia, pero cuenta una historia universal, la de un mundo que desaparece, como la pesca tradicional, y de un mundo que se transforma, con el turismo, y de lo que supone ese cambio para el que transita de un mundo a otro, ¿porqué elegisteis contar esa historia en particular, que es lo que os hechizó del Bryggjan?.

Lo que ocurre en el Bryggjan no es nuevo, menos para nosotros. Hemos visto como en nuestro pueblos, especialmente en la costa mediterránea, la eclosión del turismo en el pasado siglo acabó con estos lugares. La globalización ha convertido al café, al bar de barrio en una pizzería franquicia, en un Starbucks… La historia la contamos en el Bryggjan porque es como volver a los 80 y observar como estos sitios desaparecían de nuestros pueblos, con ellos se iban muchas más cosas que un simple bocadillo y una cerveza local, con ellos desaparecía una forma de entender la vida y relacionarse. Ya no existen esos lugares por aquí.

Además quisimos contar esta historia en Islandia porque descubrimos este lugar como turistas. Nosotros somos parte del problema, viajamos a nuevos lugares en busca de lo auténtico sin pensar el peligro que eso conlleva para los que habitan estos lugares, un peligro que nosotros conocemos bien y que ya hemos sufrido.

En esa mirada nostálgica al pasado, ¿hay también una crítica velada a la sobreexplotación de los recursos, como el de la pesca, y a la masificación del turismo, que afecta especialmente a las pequeñas comunidades, más vulnerables, donde se dan estos fenómenos?.

Rafa y yo, sin conocernos, visitamos Islandia por primera vez en 2006. Entonces el país empezaba a abrirse al turismo pero apenas sin infraestructuras los turistas llegábamos en verano. Quince años después, regresamos y nos sacudió contemplar como había cambiado la isla, la cantidad de hoteles que iban apareciendo en la carretera o junto las puntos de interés de la isla. La ampliación del aeropuerto, los constantes autobuses recorriendo la carretera o las excursiones de grupos de turistas que deambulaban por el centro de la capital o en la laguna glaciar. El número de visitantes experimentó un aumento del 400% entre 2010 y 2018, cuando superó los 2,3 millones. Hay que recordar que Islandia tiene una población de solo 370. 000 personas. Este impactó en tan poco tiempo es algo salvaje y las consecuencias para una pequeña comunidad son similares a la de la sobreexplotación de la pesca, algunos hacen dinero rápidamente hasta que todo se exprime y se agota. Es muy difícil no sucumbir. La aparición de Benidorm en la película es mágica en ese sentido. Este pueblo alicantino vivía de la almadraba, de la pesca del atún hasta que este desapareció, después llegó el boom turístico.

A la vez que son visitados por legiones de turistas, los protagonistas sueñan con viajar a tierras más cálidas, como las Canarias o la Costa del Sol, ¿no deja de ser curioso, pensar en ese intercambio de papeles, en pensar que nosotros queremos viajar allí, y ellos, a su vez, quieren convertirse en turistas y venir a nuestras playas?.

Bueno, es natural. Krilli, el otro hermano, sueña con un viaje a Florencia o a Benidorm. Como a él, a todos nos atrae conocer lugares y gentes distintas a lo que conocemos. No se trata de dejar de viajar sino de hacerlo de una manera más sostenible, de ser consciente de la huella que dejamos y de que nuestras acciones pueden tener consecuencias una vez abandonamos estos lugares.

Grindavik ha sido noticia recientemente, por la actividad volcánica que obligó al traslado de sus habitantes. Al ver las imágenes del protagonista de vuestra película, jugando al golf en un campo helado, da la impresión de que la población local asume con cierta naturalidad vivir en condiciones tan adversas, ¿cómo es la relación de estos hombres con la naturaleza?

A día de hoy Grindavik todavía sufre las consecuencias de las recientes erupciones. Desde noviembre que fue evacuada la ciudad sus vecinos no han podido regresar. Ahora no hay escuelas y las infraestructuras están paralizadas. El suministro de agua caliente de la ciudad tiene fugas, presumiblemente por la lava y las fisuras están muy extendidas en la ciudad y sus alrededores, además nuevas grietas pueden abrirse sin previo aviso. A pesar de la estrecha relación de sus habitantes con la naturaleza, los volcanes y el mar esta situación es terrible. Islandia es un país en constante cambio, pero esa aparente fragilidad que uno siente que siempre puede ocurrir algo, contrasta con la fuerza de sus habitantes, su capacidad de adaptarse, su forma de afrontar estos acontecimientos adversos de forma constructiva y fortalecerse al pasar por un suceso traumático. Ademas son gente honesta que hace las cosas porque realmente las siente.

Hubiera sido muy fácil recrearse en el paisaje islandés, en esa tierra que se nos antoja el fin del mundo, pero vosotros decidisteis incidir especialmente en el paisaje humano, concentrar vuestra mirada de puertas adentro de un café, ¿os interesaba indagar más en la geografía del alma de sus lugareños, que en registrar imágenes bonitas?

Islandia es un país maravilloso y extremadamente bello. Y aunque Grindavik no es un pueblo especialmente bonito era fácil caer en una banalización de esta belleza natural. Nuestra idea original era hacer una película sin salir del café, solo viendo y escuchando lo que allí ocurría, como si el espectador se sentara en una de las mesas libres y se dedicara a observar lo que le rodea. Así nos enamoramos nosotros de este lugar y de la historia y de esta manera queríamos trasladarla. También hay belleza aquí, en estas personas y en lo que hacen y el reto era transmitirla. Para ello fue fundamental la mirada del director de fotografía Jose Luis González Iglesias y la excelente banda sonora de Alberto Lucendo (podeis disfrutarla en spotify https://open.spotify.com/intl-es/ album/6JmHZquFHlzsc3Gzf8w5n5?si=do0Ue5ePQYOMwfqMssgBvg ).

Jose Luis González Iglesias, director de fotografía de Lobster soup

Para captar el alma de este trocito del planeta, de sus gentes, contasteis con la colaboración, tanto en el guión como en la producción, del islandés Ólafur Rögnvaldsson, ¿sería posible “Lobster Soup” sin su aportación al proyecto?.

Lobster Soup sería imposible sin su aportación. Su encuentro también fue mágico, Rafa lo conoció intercambiando su casa con él para ir a visitar el café cuando empezamos a trabajar el proyecto y desde el principio ayudó en la construcción de la película. Era vital contar con alguien islandés, una visión local que no solo conociera el idioma sino también entendiera como queríamos contar esta historia, fue una suerte enorme dar con él.

Koldo Corella, uno de los responsables del Sonido en Lobster Soup

También participó en el guión, el lituano Arunas Matelis, que ya había colaborado con vosotros en otra película, además, Lituania creo que tiene una relación especial con Islandia, ¿no es cierto?.

Lobster Soup es una coproducción española/islandesa/lituana, la conexión con Islandia está clara y la de Lituania es simplemente algo natural entre amigos. Conocíamos a Arunas de trabajar con él en un proyecto anterior y la experiencia fue tan buena que creo que ya llevamos tres películas trabajando juntos y vamos a por la cuarta. Además de la visión que incorpora Arunas siempre en sus películas (es un reconocido director en su país), sumamos el talento lituano de sus músicos que interpretan la banda sonora o la del artista del color de Jonas Zogorkas. En nuestro siguiente proyecto vamos a repetir esta formula que tantas alegrías nos ha dado.

Es curiosa la relación lituana-islandesa, el primer país en reconocer la independencia de Lituania en lo 90 fue Islandia y para los lituanos supuso un inmenso impulso moral.

Pepe Andreu y Rafa Molés, directores de Lobster Soup

Para terminar, me gustaría saber cual ha sido el recorrido del documental, que creo que todavía puede verse en alguna plataforma digital, y como ha sido su acogida en los en los festivales en los que se ha proyectado.

Lobster Soup ha tenido un recorrido fenomenal, tuvo su estreno en el Festival de San Sebastián y también estuvo en prestigiosos festivales de todo el mundo como Vison du Réel, Thessaloniki International Documentary Festival, Krakow, Zagreb, Cinema Verité (Irán) Taipei,

Munich, DocsBarcelona, DocsMexico… y fue premiado a mejor documental en los festivales ce Bergamo y en DocsValencia. Lobster Soup puede verse en Filmin https://www.filmin.es/pelicula/ lobster-soup?origin=searcher&origin-query=primary aconsejo servirse un té u un vino al ver la película y pasar 90 minutos rodeados de esta gente maravillosa.

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