Nigeria: El eco infinito

Mayormente, los secuestros realizados por los grupos integristas, lo hacen en el caso, de los muchachos para incorporarlos a sus filas y a las niñas, para convertirlas en esclavas sexuales o venderlas a organizaciones de trata.

Por Guadi Calvo | 12/03/2024

Una vez más, la crisis de seguridad que Nigeria vive desde 2009, por la que ya murieron unas cincuenta mil personas, y que generó cerca de tres millones de desplazados, vuelve a golpear, niños y jóvenes estudiantes, en esta oportunidad, con diferencia de días, cerca de trescientos fueron secuestrados de sus propias escuelas, reiterando una práctica frecuente.

Según los registros, que suelen ser bastante laxos, solo entre julio de 2022 y junio de 2023, 3.620 personas fueron secuestradas en 582 secuestros. Habiendo llegado a 4.777, desde que el presidente Bola Ahmed Tinubu, asumió el cargo en mayo del año pasado, tras una campaña electoral, en la que la seguridad fue el eje de sus propuestas.

Este tipo de crímenes son realizados, en la mayoría de los casos, por bandas de delincuentes comunes, que pueden actuar por su propia cuenta o a pedido de las khatibas fundamentalistas, que operan en el país, para más tarde reclamar rescates. Hasta las acciones del siete y nueve de marzo, desde julio de 2021, habían sido secuestrados, unos ciento cincuenta estudiantes.

En septiembre último, fueron secuestrados treinta personas, veinticuatro de ellas estudiantes de una universidad, del estado noroccidental de Zamfara. El mismo estado, donde en febrero de 2021, un internado de niñas, de la ciudad Jangebe, habían secuestrado otras trescientas estudiantes. En diciembre del 2020, aproximadamente la misma cantidad de alumnos, fueron secuestrados en una escuela para niños en Kankara, en el estado de Katsina, liberados días después tras el pago de importantes rescates.

En otros casos, cuando operan abiertamente, alguno de los tres grupos fundamentalistas con presencia en el país, Boko Haram, la Mermeladaāʿatu Unṣāril musulmánīna fī Bilādis Sūdā o Ansaru (Vanguardia para la protección de musulmanes en las tierras negras), o Estado Islámico de la Provincia de África Occidental o ISWAP, por sus siglas en inglés, estos dos últimos escindidos de Boko Haram, el primero en 2012 y el segundo en 2015. Ambos cismas se produjeron por la manera sanguinaria de llevar su “yihad” el entonces emir de la organización, Abu Bakr Shekau, muerto en 2021.

El primero, de estos dos últimos secuestros se produjo en una escuela de la localidad de Kuriga en el distrito de Chikun un, al noroeste del país, a unos cien kilómetros de la ciudad de Kaduna, capital del estado del mismo nombre, después de que, según testigos, decenas de desconocidos en motocicletas, con uniformes militares, rodearon la escuela, en las primeras horas de la mañana para llevarse aproximadamente trescientos doce estudiantes, de entre ocho y quince años: aproximadamente 187 de secundaria y 125 de primaria. De los mil alumnos en total que tiene la escuela.

Más tarde se conoció que veinticinco habían conseguido escapar. Uno de ellos, de catorce años, quien durante la fuga había recibido varios balazos, habría fallecido en el hospital donde era atendido. Mientras que nada se sabe de un maestro, quien también había podido escapar, lo que provoco un tiroteo, donde se registró un muerto, que no fue identificado.

Inicialmente, las autoridades pretendieron disimular el hecho diciendo que eran “solo” cien, lo que quedó descartado, apenas los padres comenzaran a movilizarse y denunciar la desaparición de sus hijos.

Otro de los alumnos, que consiguió escapar más tarde, informó sobre las pésimas condiciones detención en que se encuentran sus compañeros, debido al espacio, la severidad de los secuestradores y la falta de comida y agua.

Según narraron algunos de los alumnos que consiguieron escapar, tras ser sacados de la escuela, los alumnos fueron, prácticamente, arriados en manada hasta un bosque próximo, mientras eran golpeaban con látigos y varas. Los secuestrados fueron obligados a caminar durante horas, a pesar del calor y el sol a pleno, lo que los dejó en pésimas condiciones físicas. Más tarde fueron separados por género, de lo que habría resultado que las niñas eran mayoría.

Dos días después del secuestro a la escuela de Kuriga, hombres armados ocuparon la escuela de la aldea de Gidan Bakuso, en el Estado de Sokoto, en el noroeste del país, reiterando ráfagas de disparos, causando pánico entre los alumnos, de donde se llevaron quince alumnos. Según las autoridades, la mayoría de unos trece años. Los asaltantes además habrían secuestrado a una mujer de la que no se tiene más información.

Si bien en el momento, los asaltantes no se identificaron, se cree, que son miembros de Ansura, con mucha presencia en esa región. Ansura, que desde su surgimiento no ha podido expandirse como las otras dos organizaciones, es la única de las tres khatibas locales, que responde a al-Qaeda global. Se estima que su fuerza estaría integrada por más de ciento cincuenta muyahidines, que, a la vez, operan junto a al-Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), una importante organización vasta presencia países del Magreb y del Sahel.

Mayormente, los secuestros realizados por los grupos integristas, lo hacen en el caso, de los muchachos para incorporarlos a sus filas y a las niñas, para convertirlas en esclavas sexuales o venderlas a organizaciones de trata. Como sucedió, con en el más mediático de sus golpes, en abril del 2014, cuando Boko Haram secuestró a cerca de trescientas alumnas de una escuela de Chibok, en el estado de Borno, al noreste del país y donde nació el grupo en 2002, por entonces solo una sociedad religiosa. A ya casi diez años de lo de Chibok, solo fueron rescatadas apenas unas decenas de niñas, la mayoría ya con hijos de los terroristas, a las que fueron entregadas.

Si bien la mayor cantidad de secuestros se producen con los asaltos a escuelas, tanto las bandas criminales, como los grupos integristas, en los Estados noroccidentales y del centro de país, también suelen ser blancos de sus operaciones aldeanos y viajeros, lo que, según análisis de diferentes ONGs, cerca de tres mil quinientas personas habrían sido secuestradas en el país, solo en el último año.

En búsqueda de los secuestrados

El presidente Tinubu, ordenó. El desplazamiento de tropas a los estados del noroeste del país, epicentro del terrorismo wahabita, particularmente el de Borno, donde a pesar de que los insurgentes han recibido grandes golpes, lo que los ha obligado a abandonar grandes áreas que controlaron durante años, todavía cuentan con logística, hombres y poder de fuego para realizar golpes importantes. No solo contra objetivos civiles, sino también puestos militares y columnas en tránsito, en zonas remotas.

El pasado domingo cuatro, al menos doscientas personas habrían sido secuestradas en cercanías del campo de refugiados próximo a la ciudad de Gamboru Ngala, del Estado de Borno, cuando estaban recogiendo leña para sus cocinas. El hecho recién fue denuncia cuatro días después, en la ciudad de Maiduguri, la capital del Estado. Debido a que las autoridades del campamento creyeron que se habían perdido a la vuelta del monte, lo que deja claro la fragilidad en que están inmersos, a pesar de que la teoría del que están perdidos se sostiene, ya que el día ocho regresaron al campamento nueve de los perdidos, sin que puedan dar razón del resto. Ya que todavía los posibles secuestradores, no se habrían comunicado con las autoridades para pedir rescate. Todos, los desaparecidos, son desplazados internos. Por lo que ya cargan con el trauma, de haber sido obligados, alguna vez a abandonar todo, por la violencia imparable que vive el país.

Se conoció también que la aldea de Nguro Soye, en el mismo estado de Borno, fue atacada por un contingente de Boko-Haram, asesinado a por lo menos tres hombres que cuidaban sus rebaños de cabras. Vecinos y ONGs, de esa área, denuncian que se encuentran totalmente desprotegidos, por lo que la insurgencia se mueve a su antojo. Asaltando aldeas, para cubrir sus necesidades operativas, incluso asesinado a quienes no están dispuestos a colaborar, lo que se reitera según las áreas de manera continua. Lo que obliga a sus residentes a migrar a las grandes ciudades o buscar campamentos para poder sobrevivir, reproduciendo sus dramas como un eco infinito al que nadie parece escuchar.


Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

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