Birmania, un incendio al sur de China

Un frente guerrillero anunció el 28 de octubre pasado que iniciaba la lucha contra el gobierno, tras lo que lanzó una ofensiva contra distintas posiciones próximas en el estado de Shan, junto a la frontera con China.

Por Guadi Calvo | 25/11/2023

Más allá de algunos interregnos de democracias tuteladas, el Tatmadaw, cómo se conoce al ejército de Birmania o Myanmar desde 2008, gobierna el país desde su independencia en 1948. Ese poder es palpable en todas las actividades, incluso fuera del ámbito militar, controlando grandes empresas de diversas áreas como la de la construcción, las comunicaciones, petroleras, gasíferas, marítimas y un largo etcétera. Según diferentes denuncias, también los militares estarían implicados en el manejo de mafias, que controlan el juego online, el tráfico de drogas, de personas y de piezas arqueológicas, entre otras actividades ilegales. Además, los militares tienen asegurado, según la constitución, dictada por ellos mismos, varios ministerios, secretarías y bancas en el parlamento, durante los períodos “democráticos”. (Ver Birmania, atendida por sus auténticos dueños.)

Desde el golpe de estado de febrero del 2021, con el que se derrocó el gobierno electo, que desde las sombras dirigía y controlaba, la Premio Nobel de la Paz, 1991, Aung San Suu Kyi, quien todavía sigue detenida, la junta militar birmana sumió al país en una profunda crisis política, social, económica y de seguridad. Según el último chequeo de la oenegé birmana, Asociación para la Asistencia de los Prisioneros Políticos (AAPP), existen 19.632 prisioneros políticos y 4160 personas han muerto a manos de las fuerzas armadas tras el golpe.

Ahora al mayor general, Min Aung Hlaing, a la vez presidente del Consejo Administrativo del Estado y hombre fuerte del estado, le toca enfrentar una nueva alianza de grupos insurgentes, que han retornado a la lucha armada. La mayoría de ellos, activos desde hace décadas, otros de manera intermitente, y algunos que incluso tenían acuerdos de paz con el gobierno central de Nay Pyi Taw.

Desde finales de octubre, se ha comenzado a registrar el recrudecimiento de una escalada guerrillera, que no solo incrementa sus acciones, sino también se expande geográficamente. Este accionar, en solo las últimas dos semanas, produjo el desplazamiento de más de trescientas mil personas, las que se suman a los más de dos millones que debieron abandonar sus lugares desde el último golpe.

Las legendarias guerrillas birmanas, que desde siempre han operado de manera independiente y autónomas, respondiendo a intereses propios: regionales, étnicos, ideológicos e incluso religiosos, en esta oportunidad se han unido a las Fuerzas para la Defensa del Pueblo (PDF), brazo armado del Gobierno de Unidad Nacional (NUG), un grupo conformado por diferentes referentes políticos, que se constituyó tras el golpe y que, obviamente, opera desde la clandestinidad, como un gobierno en el exilio.

En respuesta a esta entente guerrillera, el Tatmadaw ha lanzado el pasado 27 de octubre una ofensiva conocida como Operación 1027, (por la fecha en que se la puso en marcha), desde entonces se multiplican los combates en diferentes regiones del país.

La Alianza de la Hermandad, que se articuló en 2019, con tres históricas e importantes guerrillas, el Ejército Arakán (EA), el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (ELTa), uno de los grupos étnicos armados más poderosos del país y el Ejército para la Alianza Democrática de Birmania (ADB), se le acaban de sumar el Ejército de Independencia Kachin (ELK), el Ejército de Liberación del Pueblo Bamar, la Fuerza de Defensa Karenni y las Fuerzas Patrióticas de Defensa (FDP).

Este frente guerrillero anunció el 28 de octubre pasado, que iniciaba la lucha contra el gobierno central, tras lo que lanzó una ofensiva simultánea, contra distintas posiciones del Tatmadaw, entre ellas, varias bases militares próximas en el estado de Shan, junto a la frontera con China.

En un comunicado, la Hermandad, ha informado que su unidad, tiene como principal objetivo terminar con la dictadura militar, amparados en el derecho a la autodefensa, el control sobre sus territorios, los que ahora está siendo objetivo de constantes bombardeos aéreos y de la artillería del ejército.

En el mismo comunicado, los insurgentes refieren a las numerosas bajas producidas a las fuerzas regulares, y haber tomado el control de las ciudades como Muse, Lashio o Chin Shwe Haw, pasos claves para el comercio con la provincia china de Yunan.

Algunos analistas locales afirman que la Alianza de la Hermandad, estaría compuesta entre unos doce y quince mil hombres, armados con materiales de última generación de origen chino. Existen denuncias acerca de que todas las fuerzas regionales, como también el mismo ejército, están apelando a la incorporación compulsiva de efectivos a sus fuerzas, incluso una gran cantidad de menores.

El vocero del Tatmadaw en una entrevista periodística reconoció en una entrevista reconoció, que en varias ciudades del norte de Shan, habían sido blanco de ataques terroristas y si bien reconoció que había militares muertos, no especificó el número de esas bajas. El presidente designado por el Tatmadaw, Myint Swe, advirtió que el país corría un serio peligro de desintegrarse, tras la ola de ataques.

Más guerras regionales

Mientras los combates se intensifican en el estado de Shan, en otras regiones de los diferentes frentes se siguen encendiendo. Rebeldes avanzan hacia, Mawlamyaing, la tercera ciudad del país. El ejército dispuso de catorce mil hombres para la defensa de la capital, Nay Pyi Taw, con una población de más de un millón de personas.

En el estado de Rakhine, al oeste del país fronterizo con Bangladesh, donde hace un año, se estableció el fuego hace un año, con Ejército de Arakan, el trece de noviembre fue quebrado, y desde entonces los combates continúan, con intensidad.

Es importante señalar que en el estado de Arakan, desde 2017, se inició la limpieza étnica, de la minoría musulmana, Rohingya, por parte del Tatmadaw, con la anuencia del extinto gobierno de la señora Aung San Suu Kyi. Una campaña de persecución y muerte, El ejército atacó decenas de aldeas, asesinando a miles y obligado a más de un millón y medio de rohingya, a escapar hacia Bangladesh o lanzarse directamente al mar, donde miles han desaparecido.

En la región de Sagaing, en el estado Chin, frontera con India, el pasado 16 de noviembre, se incorporaron a la Hermandad, los grupos armados de minoría étnica del ese estado, la Fuerza para la Defensa del Pueblo Chin, y el Frente Nacional Chin, quienes tomaron el control de la ciudad Rikhawdar. El estado de Chin, desde hace varios meses, se encuentra convulsionado, además de la crisis interna del país por la agitación proveniente del estado indio de Manipur, con quien comparte frontera y donde se registraron fuertes enfrentamientos étnicos, que ha afectado a muchos hermanos étnicos, del país vecino. (Ver: India: el grito silenciado de los kukis de Manipur).

En el estado de Kayah, a lo largo de la frontera oriental con Tailandia, donde los combatientes grupos de Fuerza para la Defensa del Pueblo (PDF), junto a las Fuerzas de Defensa de las Nacionalidades Karenni, disputando el control de la ciudad de Loikaw, capital del estado al Tatmadaw, en una batalla que se libra desde hace dos semanas, con combates en zonas urbanas y ataques aéreos, que ya ha dejado cientos de muertos. El frente insurgente anunció por medio de sus redes que en la segunda semana de noviembre ya lleva tomada varias ciudades y ciento cuarenta bases del Tatmadaw.

En este contexto, cuando prácticamente todo parece derivar hacia una guerra civil, que pueden hacer que el país, se balcanice, China, está trabajando fuertemente, para evitarlo, ya que más allá de compartir una frontera de más de dos mil kilómetros, con el estado de Shan, los lazos políticos y comerciales entre Nay Pyi Taw y Beijing, son muy profundos. Desde los años ochenta China viene realizando fuertes inversiones en el país vecino y más desde que se ha activado la iniciativa de Ruta de la Seda. Para proteger sus intereses económicos, por lo que es vital para el gobierno de Xi Jinping.

Una de las razones, para entender el veloz incremento de la guerra civil, sería, que estén operando tanto Washington, como Londres, la antigua metrópoli, que históricamente ha mantenido fuertes conexiones en Birmania, con la suficiente capacidad para generar un incendio mayor al sur de China.


Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

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