Neus Roig: «España intenta negar sistemáticamente lo ocurrido en cuanto al tráfico de menores»

La mayoría de madres a las que se les comunicó que su bebé había nacido muerto, o muerto antes de las 24 horas, se lo creyeron. A nadie se le ocurría en los ’60, ’70, ’80 y principios de los ’90, dudar de la palabra de un médico y si además había una Ley que impedía ver el cadáver 

Por Sol Gómez Arteaga

Neus Roig es doctora en Ciencias Humanas y Sociales y antropóloga. Está especializada en el estudio de la estructura política, social y religiosa que fomentó el robo de bebés durante la dictadura y parte de la democracia española. Defendió su tesis doctoral titulada La búsqueda de la filiación biológica. La detención ilegal de recién nacidos y la usurpación de su identidad en España en el período 1938-1996 en el año 2016.

Actualmente preside el Observatorio de las Desapariciones Forzadas de Menores (ODFM) presentado en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona en octubre de 2016, y forma parte de la Cátedra Interuniversitaria de la Comunidad Valenciana de Memoria Democrática. En el año 2018 publicó los resultados de su investigación en el libro titulado No llores que vas a ser feliz.

Entre 1938 y 1996 se estima que se produjo la sustracción de 300.000 menores en España, un delito que se inicia tras la Guerra Civil, con los niños y niñas huérfanos y los hijos e hijas de presas políticas del bando republicano, y luego continua, a partir sobre todo de los años 60 en clínicas y hospitales de España. Podrías hablarnos para NR de ello y del modus operandi que se utilizó en distintos momentos.

El 23 de agosto de 1938, el general Franco autorizaba la creación del Gabinete de Investigaciones Psicológicas con la finalidad de iniciar y desarrollar un programa de investigaciones psiquiátricas en hombres y mujeres republicanos capturados a fin de estudiarlos, y el psiquiatra español formado en Alemania, Antonio Vallejo-Nájera fue nombrado su director.

Vallejo-Najera había estado estudiando en Alemania y había trabajado en unas instituciones llamadas Lebensborn, las cuales eran verdaderas granjas de niños arios. El sistema consistía en que mujeres jóvenes, altas y rubias, de demostrada raza aria, al menos por parte paterna, acudieran voluntariamente a los Lebensborn para quedar embarazadas de soldados de alto rango de la SS. Si el bebé nacía rubio y ojos azules era admitido y sino era ‘desechado’. Si era admitido se quedaba al cuidado del Lebensborn, a ser posible con su madre, hasta la edad de tres años con la teoría de que hasta dicha edad se forma la personalidad, pero no tenemos recuerdos fehacientes. A dicha edad era entregado a familias de reconocida raza aria y afines a la ideología nazi para su crianza, inscribiéndolo mayoritariamente como hijo biológico de dicha familia.

Vallejo-Najera por sus ideas ultracatólicas, al llegar a España y realizar los primeros estudios sobre las presas republicanas, deduce que las madres son próximas al animalismo y poco se puede hacer por ellas para reinsertarlas a la población civil, pero que sus hijos e hijas, si se separan de ellas antes de los tres años, pueden engrandecer la nueva Nación. Nunca se puede eliminar del todo el ‘gen rojo’ pero pararlo con educación adecuada.

En 1941 se emite una nueva ley que permite, si es que la tiene, destruir la documentación del menor e inscribirlo con la nueva identidad acorde. Es decir, se elimina que ha nacido en una cárcel y pasa a los patronatos y orfanatos como de madre desconocida (abandonado) o se inscribe como hijo/a de la nueva familia.

A nivel de tesis y de investigaciones posteriores, divido el periodo de 1938 a 1996 en tres etapas concretas:

1938-1952 etapa represiva especialmente a las madres encarceladas. Se termina la etapa porque ya en 1952 las pocas mujeres que quedaban encarceladas, son liberadas y exprofeso para ellas se crean o se modifican las normas de los patronatos como el de la Mujer (velar por la buena moral, en especial de las mujeres caídas `madres solteras`), el de la Merced (control de las mujeres excarceladas y sus familias) y el de San Pablo (recogida de niños y niñas abandonados e institucionalizarlos).

1953-1978 etapa represiva y reeducativa ya con el Primer Concordato con la Santa Sede firmado y los patronatos en total funcionamiento. Las mujeres excarceladas son controladas por las `visitadoras familiares’, mujeres adscritas a Acción Católica que regularmente visitaban a las familias para ver si cumplían los preceptos marcados y, de lo contrario, tras su informe, les retiraban la guarda de los hijos/as. La custodia pertenecía al Estado y no a la familia. La mujer queda supeditada al hombre de la casa (padre/hermano/marido) y su única misión en la vida es ser una buena hija y una amantísima esposa sin cuestionarse absolutamente nada más que parir hijos y tener la casa aseada. Es a partir de la entrada en el Gobierno de los Tecnócratas (próximos al Opus Dei) que se crea, con privilegios, el carnet de familia numerosa (más de 5 hijos) y se cuestiona a los matrimonios sin hijos con frases como “un matrimonio sin hijos es como una maceta sin flores”. A raíz de ahí algunas órdenes religiosas que regentaban casas cuna y maternidades, se dan cuenta del valor de un recién nacido y le ponen precio. La Ley de adopción hasta 1987 no equipara los derechos de un hijo/a adoptado/a a uno biológico/a y, por tanto, se sigue falseando, como ya se venía haciendo desde 1941, con la documentación de nacimiento. La píldora anticonceptiva, llegada a España a finales de los ’60 como medio de regular la menstruación (no como anticonceptivo) hace descender drásticamente los nacimientos no deseados y es por ello que el precio del bebé sube exponencialmente. Ante la falta de un/a recién nacido/a para una familia dispuesta a pagar lo que le pidieran y aplicando la Ley de Registro Civil de 1958, a cualquier mujer que acudiera a parir al hospital/clínica que tenía la demanda y cayendo en las fauces del médico adecuado, se le podía comunicar la muerte de su bebé y este ser registrado como hijo/a de la madre que estaba fingiendo el embarazo con cojines.

1978-1996 la tercera etapa ya es en democracia. Hereda los métodos de la etapa anterior. Ya no pueden obligar a la futura madre soltera a renunciar, y es quizás la etapa donde se dan más casos de madres casadas y primerizas que parían en clínicas privadas y controlado el embarazo durante todo el tiempo. Una manera de asegurar que el “bebé-producto” era de calidad. En esta etapa se cambian las leyes, 1987 Ley de adopción, que equipara al hijo/a adoptado/a al biológico/a a nivel de derechos. La secularización de los hospitales/clínicas en 1990 hace que desciendan los casos. La Ley de adopción de 1996 que obliga a que el adoptado/a sepa que lo es y tenga derecho a su documentación. La declaración de inconstitucional del parto anónimo en 1999 y el cambio de Ley de Registro Civil de 2011, que ya permite en caso de que el bebé nazca muerto a enterrarlo a nivel particular, y en caso que haya respirado aunque sea una sola vez, a darle nombre e inscribirlo en el Libro de Familia como nacido y fallecido y proceder al sepelio con total normalidad.

En el entramado del tráfico de bebés (un recién nacido en 1968 tenía un precio de 250.000 pesetas) se inscriben como hijos biológicos de madres que no les han parido, es decir, cometen delito de falsedad documental y de fingimiento de parto. Sin embargo, cuando haces la tesis sobre esta materia, 2016, contabilizas el archivo de 2000 denuncias.

¿Porque es tan difícil en España esclarecer la verdad de los hechos?

España intenta negar sistemáticamente lo ocurrido en cuanto al tráfico de menores. En mi opinión por las personas implicadas. Estamos hablando de instituciones, hospitales, médicos, comadronas, Iglesia católica… es decir un escándalo de dimensiones descontroladas que se intenta tapar a toda costa.

En 1996 se promulga la nueva Ley de adopción que obliga a que toda persona adoptada sepa que lo es y además pueda acceder a la identidad como mínimo de su madre.

Esta Ley obliga en 1999 por Sentencia del Tribunal Supremo a declarar inconstitucional el famoso “parto anónimo”. Hasta dicha fecha, con que una persona responsable de un hospital acudiera al Registro Civil para inscribir a un recién nacido como “de madre desconocida” teníamos un bebé listo para ser adoptado.

En 1958 ya se había cambiado la Ley de Registro Civil y toda criatura que nacía para ser inscrita por sus padres, debía haber vivido como mínimo 24 horas postparto. Los que nacían muertos o morían antes de 24 horas se consideraban “fetos” y la familia no tenía ni derecho a ver el cadáver.

Durante la investigación de tesis y gracias a uno de los informantes con el que estaba trabajando y registrado como biológico de una madre primeriza que al parirlo tenía 52 años, descubrí que se inscribían recién nacidos de madres primerizas de más de 50 años y algunas con 30 años de matrimonio sin hijos.

No llores que vas a ser feliz” es el título de uno de tus libros que recoges de una carta tipo falsa que se entregaba a niños adoptados de la maternidad de Peñagrande, en Madrid, en la que también ponía a fin de disuadirles de buscar a sus madres: «Me gustaría que, si algún día te enteras de que tu madre no te quiso, me puedas perdonar, porque, hijo mío, yo no te puedo guardar. No por mis padres, ni por dinero, sino porque no te quiero». Háblanos de la elección de este título y su importancia en relación al contenido del libro.

El título lo eligió el Editor del libro al ver la carta. Le impactó su contenido, y visto en la perspectiva del tiempo fue un acierto porque da nombre (el libro) a una gran mentira que sino quedaría como una hoja más.

Cuando estaba investigando la maternidad de Peñagrande en Madrid para la tesis, un informante me dijo que no siguiera porque las madres de ese Centro abandonaban voluntariamente. Sus palabras fueron “las madres nos abandonaban voluntariamente, hasta la mía me dejo escrita una carta dejándome claro que no me quería”. Al verla observé que estaba escrita a máquina y en verso, y que al final había una línea que me llamó poderosamente la atención “fecha….. y un garabato”. Es decir, había un espacio para poner la fecha a mano, y me pregunté ¿una mujer embarazada es capaz de escribir una carta en verso y a máquina a su bebé diciéndole que no le quiere y no pone la fecha? Y con esta pregunta en mente, pregunté a los otros informantes con los que estaba trabajando sobre la carta, en un mes tenía cuatro de distintas fechas y distinto garabato (ilegible).

Al publicarse el libro, se puso en contacto conmigo una mujer que había nacido en otra clínica de Madrid y que tenía la carta, fechada en 1982. Se la habían entregado a sus padres adoptivos “por si algún día preguntaba”. Las lágrimas de esa pareja al ver la falsedad de la carta, creyendo que ellos habían adoptado legalmente y que todo estaba bien, me hizo darme cuenta que muchos también eran víctimas, y nos sirvió cuando se redactó la Llei catalana de desaparició forçada de menors (Llei 16/2020) para reconocer a los padres y madres adoptantes, en según qué supuestos, como víctimas. Además, a partir de dicha Ley en Catalunya se admiten los casos a partir de 1936 y sin fecha límite.

En este tema yo veo, cuanto menos, dos traumas: el trauma de la identidad que supone para una persona descubrir que sus padres biológicos no son quienes pensaba, y el de los familiares que viven con la sospecha de que su hijo no murió al nacer como se les dijo en el parto. Háblanos del sufrimiento psíquico que has detectado en tus investigaciones. ¿Existen apoyos psicológicos de expertos para sobrellevarlo?

Desde el derecho internacional, cuando una persona tiene un desaparecido en la familia, a los cinco años se considera que está “bajo tortura”.

La mayoría de madres a las que se les comunicó que su bebé había nacido muerto, o muerto antes de las 24 horas, se lo creyeron. A nadie se le ocurría en los ’60, ’70, ’80 y principios de los ’90, dudar de la palabra de un médico y si además había una Ley que impedía ver el cadáver (en ocasiones el `buen médico o la buena comadrona, o la monjade rigor” les enseñaban un bebé muerto (como favor), y aun viendo irregularidades se lo creían. Es en 2010 cuando Antonio Barroso, registrado como hijo biológico y que por ADN pudo demostrar que no era su madre la que le constaba, el que crea la Asociación ANADIR y empieza el periplo de salir en las TV a explicar su caso. Es ahí donde las madres a las que se les comunicó la muerte, empiezan a comparar casos, a todas las dormían, a todas les impedían realizar un sepelio privado… y al ir al Registro Civil muchas se encontraron con que no constaba inscrita la muerte, o no había entrada en Cementerio, o al exhumar el cadáver el ADN no coincida con el suyo, si es que habían restos.

A nivel nacional no se ha hecho nada aún a nivel psicológico, porque si España no admite el delito ¿cómo va a tratar a las víctimas? Se trabaja a nivel asociativo y nosotros (Observatorio de las Desapariciones Forzadas de Menores (ODFM) hemos creado un convenio de colaboración con la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y la Asociación Mundial de Psicoanálisis para que lleven a cabo un Estudio. El último libro publicado por el ODFM, en colaboración con ellos, se llama “Trauma, Búsqueda, Identidad”. Para nosotros, como bien dices hay dos traumas, la de las madres y familiares que tienen un desaparecido y la de los hijos e hijas que se miran en el espejo y no saben, identitariamente hablando, quienes son. Tienen toda la documentación de nacimiento falsificada, y sin ayuda estatal para recuperar su identidad.

Imaginarnos que ya en la segunda década del s.XXI hayan personas andando por la calle con una identidad que no es la suya, parece de ciencia ficción, pero es real y tenemos que hacer lo imposible para que la recuperen y se produzcan los reencuentros familiares que les corresponden.

A nivel de Estado con la promulgación de la Ley de Memoria Democrática (Ley 20/2022) al menos se reconoce lo que ocurrió en las cárceles y los forzamientos a los abandonos por ser madres solteras, pero solo (como Ley memorialista) hasta 1978. Es decir, las madres que parieron en etapa de democracia y sus hijos e hijas buscan como pueden, y están totalmente desprotegidos.

¿A quién se puede uno dirigir cuando tiene la sospecha de ser objeto de este delito?

Si es una madre o familiar (con autorización de la madre si está viva) al Registro Civil y pedir el “legajo de aborto” con la fecha de nacimiento, y tanto si hay como si no, al Cementerio de la localidad de donde parió, es decir, de donde pertenece el hospital/clínica donde se produjo el parto, y en caso de duda denunciar el caso en el Juzgado de Guardia o la Policía Judicial (no necesita abogado/a y es gratis).

Si es hijo/a al Registro Civil de la población donde oficialmente nació y pedir la “literal de nacimiento”. Si es adoptado, le constarán los datos de adopción, y con esos datos, dirigirse al Colegio de Notarios donde pertenezca el notario que realizó la adopción y ver los documentos que constan para ver si hay renuncia de la madre firmada. Es posible que en la literal de nacimiento, conste el nombre de la madre biológica si renunció legalmente y no se acogió al “parto anónimo”. También ante la sospecha de irregularidades o desconocer donde nació puede interponer denuncia.

Si consta como hijo/a biológico/a lo mejor es hablar con sus padres (madre/padre), y si no consigue respuestas, lo recomendable es denunciar el caso. Hay que entender que a los apropiados (registrados como falsos biológicos) les cuesta denunciar por no complicar la vida a los padres que le constan como propios y buscan como pueden vía ADN y vía redes sociales. En principio los delitos de fingimiento de parto y falsedad documental están prescritos y la denuncia es, quizás, la opción más efectiva, pero son decisiones personales que hay que respetar.

¿Crees que la reciente ley de Memoria Democrática ha supuesto un avance en el tema de los bebés robados? ¿Crees que hay cosas dentro de la ley que se pueden mejorar?

La Ley de Memoria Democrática, ha hecho el esfuerzo de llegar a 31 de diciembre de 1978, es decir, cuando ya ha terminado la Transición y ya está votada y entrada en vigor la Constitución y ya reconoce los casos acontecidos entre 1936 y 1978.

La misma Ley dice que hace falta una Ley específica para el tema de la sustracción de menores.

Solo desde el futuro y la generación que nos sigue es posible la perdurabilidad de la memoria, de ahí que una de las preguntas que siempre hago en esta serie de entrevistas a mujeres vinculadas con la memoria y te hago es: ¿Qué les dirías desde tu conocimiento a las generaciones jóvenes en materia de Memoria?

Cuando alguien nos explica un relato referente al pasado o leemos libros de historia, normalmente los percibimos como si de narraciones de aventuras se tratase. Pocas veces somos conscientes que lo que se explica en ellos son hechos reales que ocurrieron a personas como nosotros, y embarga la sensación de que ‘es pasado’ y no podemos hacer nada para cambiarlo. Ocurrió y, según la visión de quién escribe o explica, puede sesgarla hacia una ideología u otra.

Confío plenamente en las nuevas generaciones, pero nos toca a nosotros/as, los que aún vivimos la dictadura ponerles el camino fácil, dejar bien escrito y bien documentados los hechos y dejarlos resueltos para que realmente pertenezcan al pasado. También les diría que lean, investiguen y que les quede la lección bien aprendida de lo que significa perder la democracia y estar sumidos en una guerra y una dictadura. Si lo hacen (y no dudo que lo harán) serán capaces de evitar lo que decía Marco Tulio Cicerón: “Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetirla”.

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