Las dos principales opciones de la izquierda presentan programas electorales que no abordan el laicismo; no existe, si exceptuamos los capítulos dedicados a la libertad sexual de las personas, una declaración comprometida con las libertades públicas e individuales desde una perspectiva de la igualdad.
Por Antonio Gómez Movellán
Los programas electorales de los partidos políticos de izquierda que se presentan a las elecciones del 23 j han orillado el laicismo o han introducido la «gestión» de la diversidad religiosa como sinónimo del laicismo. Si exceptuamos a algunos partidos nacionalistas de izquierda, no observamos compromisos con el laicismo sino todo lo contrario; el único partido que se compromete con la derogación del concordato, acabar con la financiación pública de la iglesia católica y con un compromiso claro con la escuela pública es el Bloque Nacionalista Gallego(BNG).
En el PSOE se ha producido un retroceso en relación a campañas electorales anteriores: en este programa solo introduce una mínima referencia a la neutralidad de las instituciones pero sobre todo se centra en la gestión de la diversidad religiosa. No existen compromisos en acabar con los privilegios de la iglesia católica. Además, en el ámbito de las libertades públicas están éstas supeditadas a la seguridad ciudadana. La gran decepción ha sido el programa de SUMAR ya que no se compromete con el laicismo.
En general el programa de SUMAR es un programa muy rebajado en todos los ámbitos en relación al programa de Unidas Podemos en las últimas elecciones legislativas. Por ejemplo, en relación a la ley mordaza es todo una ambigüedad calculada presumiendo la salvaguardia de los aspectos de la seguridad sobre la libertad de expresión y manifestación. En el ámbito de la educación, si bien se introducen enunciados atractivos como la ley de financiación del sistema educativo público, no existe un compromiso de acabar con la enseñanza concertada. E incluso se sugiere la introducción de una asignatura del hecho religioso que sustituya la asignatura confesional. En relación a la iglesia católica y sus privilegios ni una sola palabra. No existe tampoco ningún enunciado de una verdadera reforma de los servicios sociales y su privatización. Pero que SUMAR no haya enunciado la derogación del concordato con el Vaticano ni tampoco lo haya hecho el PSOE (este solo habla de la reforma del concordato económico) es un duro golpe para el laicismo ya que es muy significativo de las intenciones futuras y que ni esto ni la financiación del clero ni las inmatriculaciones ni siquiera se haya abordado no haya sido ajena la injerencia del moderno clericalismo en estos partidos.
Las dos principales opciones de la izquierda presentan programas electorales que no abordan el laicismo; no existe, si exceptuamos los capítulos dedicados a la libertad sexual de las personas, una declaración comprometida con las libertades públicas e individuales desde una perspectiva de la igualdad. También llama la atención las escasas propuestas de reformas del sistema político desde la misma ley electoral hasta la constitución o sobre la cuestión de las nacional. Observamos un desplazamiento de las propuestas hacia un extremo centro político obviando cualquier propuesta de reforma estructural.
La iglesia católica en nuestro país tiene un enorme poder como corporación con cientos de miles de personas empleadas en sus instituciones (colegios, universidades, hospitales, ONGs sociales, etc) y esa fuerza y poder económico influye en la política ya que si, hace unos años, los partidos políticos mantenían propuestas de erosión de este poder en la actualidad no se cuestiona ni se aborda .
Solo desde los bordes de la izquierda nacionalistas hemos observado cierto compromiso con el laicismo. Es curioso que la amenaza de la extrema derecha se aborde casi exclusivamente desde la perspectiva de la igualdad de las mujeres y los derechos lgtbi y muy poco en aspectos como el sistema educativo o la privatización de los servicios sociales.
Es decepcionante que las dos principales marcas electorales de la izquierda hayan soslayado las reformas estructurales que requiere nuestro país para presentar programas electorales teñido de numerosísimas medidas tecnocráticas pero manteniendo estás en torno a un gran extremo centro político. El auge de la derecha en Europa ya parece estar dando sus frutos: de momento están derechizando las propuestas de la izquierda y por ello no es casual que, ante la escalada belicista que vivimos en Europa, la izquierda no tenga otro programa que no sea aumentar los presupuestos militares.
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