Estas elecciones locales y regionales son un buen toque de atención para la gobernante Nueva Democracia, con una importante pérdida de poder regional, incluida la alcaldía de la capital.
Por Angelo Nero
La abstención fue la ganadora indiscutible de las elecciones locales en Grecia, que tres meses después de las generales han mostrado su hartazgo con una clase política que ha avalado un continuado plan de ajustes económicos, que han empobrecido a las clases populares, degradado la salud y la educación pública, y han acometido un tren de privatizaciones que han puesto al estado heleno al punto de colgar el cartel de “Se vende”. Muy lejos del casi 64% de las históricas elecciones parlamentarias de 2015, en las que Syriza quedó a dos escaños de la mayoría absoluta, venciendo a la derecha de Nueva Democracia, que tuvo los peores resultados de su historia, y a pesar de que este mismo año se ha rebajado la edad de votación a los 17, en la segunda vuelta de las elecciones regionales y municipales, celebradas el domingo 15 de octubre, la participación ha caído en picado, bajando del 53% de la primera vuelta a un 35%.
En la capital del país, Atenas, la cuna de la democracia occidental, la abstención ha llegado hasta el 70% y, además, allí ha perdido la alcaldía el candidato de Nueva Democracia, Kostas Bakoyannis, que es el sobrino del primer ministro griego, el conservador Kyriakos Mitsotakis, y cuyo abuelo materno fue el ex primer ministro Konstantinos Mitsotakis. En Grecia hay tres dinastías que han dominado la política del país desde finalizada la II Guerra Mundial, los Papandreu, los Karamanlis y los Mitsotakis. Entre las tres familias, han gobernado más de la mitad de la historia de su país, en los últimos 80 años. Pero, en este caso, el joven del clan Mitsotakis, ha sido derrotado por el candidato independiente apoyado por el Partido Socialista Panhélenico (PASOK), Haris Doukas, que pasó del 14% de la primera vuelta, al 56%, gracias a la unión de la izquierda.
La fuerza conservadora en el gobierno, Nueva Democracia, aspiraba a confirmar los buenos resultados de la primera vuelta, conseguidos gracias a la debilidad de las fuerzas opositoras, pero en cambio sufrió una severa derrota al perder cinco de las seis regiones que quedaban en disputa, si bien los de Kyriakos Mitsotakis ganaron en la primera elección en siete de las trece regiones del país, en estos comicios definitivos, solo consiguieron vencer en el Peloponeso. Estas elecciones locales y regionales son un buen toque de atención , ya que además de la pérdida de poder regional, y de perder la alcaldía de la capital, no gobernará tampoco en Salónica, la segunda ciudad del país, donde otro candidato independiente, apoyado también por el PASOK, Stylianos Angeloudis, ganó con un rotundo 67% frente al 32% del actual alcalde conservador, Konstantinos Zervas, de ND.
Tampoco en la tercera ciudad del país, Patras, consiguió el partido gobernante desbancar al actual alcalde comunista, Kostas Peletidis, en el cargo desde 2014, que logró un 56% frente al candidato del ND, que obtuvo un 43%, En ninguna de las restantes ciudades más importantes del país ha logrado vencer el partido del primer ministro Mitsotakis, lo que en la oposición se celebra como el fin de un ciclo que se ha visto marcado por victorias conservadoras, tras el debacle electoral de SYRIZA, iniciado en 2019, aunque, sin embargo no es la coalición ahora liderada por el empresario Estéfanos Kaselakis, tras la renuncia de Alexis Tsipras, sino que es el histórico PASOK el que experimenta un mayor crecimiento en el campo de la izquierda, donde también han crecido los comunistas del KKE.
De todos modos, mucho tienen que cambiar su estrategia, tanto a la derecha como a la izquierda, los políticos de la nación helena, para desbancar a un competidor, el abstencionismo, que ha crecido después de muchos años en los que los griegos se han desencantado de las promesas electorales.
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