País Valencià: crónica de una muerte no tan anunciada

La tesis de entrar en gobiernos en minoría con el PSOE ha demostrado ser un fracaso para la izquierda.

Por Mario Aráez | Viento Sur

El resultado de las elecciones municipales y autonómicas en el País Valencià ha resultado ser la derrota sin paliativos del Botànic [Acuerdo entre el PSPV-PSOE, Compromís y Podem, adoptado en el jardín del Botànic en junio de 2015 que les permitió formar un gobierno de coalición tras la pérdida por el PP de la mayoría absoluta en las elecciones de 2015]. Sin entrar a analizar datos, a simple vista se ve cómo, pese a la subida de 4 escaños del PSPV, no ha sido suficiente para volver a reeditar el gobierno. Compromís baja y Unides Podem se queda lejos de la barrera legal para acceder al parlamento. Estas líneas no son más que una aportación a una autocrítica que se tiene que ir dando en el conjunto de la izquierda.

En primer lugar, hay que mencionar que el batacazo electoral no ha sido solo en las elecciones autonómicas, sino que la derecha ha ganado también en las principales ciudades del País Valencià: Elx, Castelló, València y Alacant. El caso que quizás más salte a la vista es el de València, donde el resultado ha sido más ajustado y la victoria de un bloque u otro se ha decidido por un concejal. También en la capital del País Valencià ha sido uno de los sitios donde Unidas Podemos ha fracasado estrepitosamente sin llegar siquiera al 2,5% de los votos. Más allá de la influencia del poder mediático y del silenciamiento a Pilar Lima como candidata a la alcaldía, no ha ayudado que Yolanda Díaz jugase de forma oportunista a apoyar a Ribó en las elecciones municipales y en las autonómicas a Illueca.

Por lo tanto, aquí lo que debemos aclarar es que la tesis de entrar en gobiernos en minoría con el PSOE ha demostrado ser un fracaso para la izquierda. No se trata de decir un “te lo dije”, sino de ser conscientes de que la posición que muchos defendimos era la correcta. Había ya experiencias que nos daban cierto soporte argumental, pero llegados a este punto es una obviedad que era una postura que condenaba al fracaso. La posición de lealtad hacia el socioliberalismo que te hace ser parte del gobierno y el estrecho margen para la crítica, son unas de las causas que posicionan a la izquierda en una situación de debilidad y, al fin y al cabo, explica el batacazo de Unides Podem. Parte de la tarea y del diálogo a tener entre sectores de la izquierda tiene que partir del reconocimiento de una posición errónea y no volver a repetirla.

Sería bastante miope no reconocer que la tendencia en el ámbito estatal ha influido en las elecciones autonómicas. Lo que se ha visto en el País Valencià no es más que la confirmación de una tendencia estatal que marca una derechización de la sociedad española. Para el PSOE era importante mantener la presidencia de la Generalitat para dar un cierto halo de resistencia frente a la subida del PP. No solo por mantener posiciones de poder en distintas comunidades autónomas, sino también porque el País Valencià era una plaza difícil para los populares por ser una de las administraciones donde se acumularon cuantiosos casos de corrupción. El PP ha sabido vender una renovación de cuadros, por lo que para la sociedad valenciana ya no es el partido de la corrupción, sino el partido del cambio frente al sanchismo.

Por ser algo honestos, no hay que decir que un gobierno del Partido Popular con Vox dé igual para la clase trabajadora valenciana y que sea lo mismo que uno del PSPV + Compromís + Unides Podem. En algunos campos, como en los servicios sociales, se ha visto gran avance en los últimos 8 años, sobre todo mientras estuvo Mónica Oltra como consellera. Además, una de las características del PP valenciano fue promover el modelo Alzira que se basaba en la privatización de los departamentos sanitarios. El Botànic ha hecho un esfuerzo por revertir las privatizaciones. El peligro al que se enfrenta la sanidad pública con el nuevo gobierno autonómico que se forme, viene de la mano de la paralización de las reversiones en curso (medida que ya ha dicho el líder del PP Carlos Mazón que va a tomar) y, por qué no, de una privatización de departamentos sanitarios. Esta valoración positiva sobre la gestión de la sanidad pública que tuvo el Botànic no quita que siga existiendo un déficit en atención primaria que necesita de mayores recursos y mejoras laborales para los profesionales.

A nivel ecológico, la entrada de un gobierno de derecha supone un gran riesgo. El caso más sangrante es el de la a ampliación del Puerto de València, que supone un atentado medioambiental de gran calado y que se promoverá desde el Ayuntamiento de València y la comunidad autónoma. Otro punto clave es el de la turistificación: aunque la tasa turística solo es un parche para problemas de gran calado, Mazón ya ha dicho que la va a derogar y que su modelo turístico es el de Benidorm. Un modelo basado en la degradación, la expulsión de la clase trabajadora de las ciudades y con gran impacto ambiental.

Si de verdad desde la izquierda se quiere hacer una oposición al gobierno de la derecha con la extrema derecha habrá que plantear una lucha unitaria garantizando la independencia política de la clase obrera. Compromís tiene una base militante considerable y, en vez de movilizarla solo para pegar carteles en campañas electorales, debería ponerla a trabajar en los movimientos sociales y los frentes de lucha. Sin sectarismos, no debemos oponernos a que la socialdemocracia decida golpear junto a los sectores anticapitalistas. De hecho, es una forma que nos va a permitir ganar militancia mientras hacemos un trabajo constante y honesto en frentes comunes. Si algo nos debe caracterizar a los revolucionarios es nuestra capacidad de trabajo y de disciplina que será valorado por sus bases sociales si no caemos en un repliegue identitario.

Estamos ante el riesgo de una era grupuscular en la izquierda radical y de lo que va a depender nuestra capacidad de influencia en los procesos sociales y de politización es la capacidad de mostrar una unidad de combate siempre asumiendo la necesaria libertad de crítica a los partidos actualmente parlamentarios. Frente a posturas monolíticas, siempre debemos defender el pluralismo político de la izquierda donde se generen espacios que nos juntemos para luchar, intentar expandirnos y no quedarnos en nuestra zona de confort.

En el País Valencià se cierra un ciclo político. Se abre una etapa en la que los futuros éxitos dependerán de la capacidad táctica y la orientación estratégica que tengamos. Van a ser años difíciles para toda la izquierda, no solo la anticapitalista. Es hora de cavar trincheras, disputar posiciones para que cuando se abran nuevas oportunidades podamos avanzar rápidamente.


Mario Aráez es concejal de Quart Entre Totes y militante de Anticapitalistas Paìs Valencià.

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