Genoud: “Massa es el precio que hay que pagar para evitar el ascenso de Milei”

Sergio Massa carga sobre sus espaldas con una gestión como ministro de Economía en la que hubo una devaluación del 22% (post PASO), una inflación tocando su máximo histórico desde 1991 y un índice de pobreza del 40%

Por Cecilia Valdez / Globalter

Hace casi 10 años el periodista y analista político Diego Genoud, decidió dedicar horas de su vida a investigar, y tratar de dilucidar a Sergio Massa, el candidato a presidente del oficialismo en las elecciones de este domingo, 22 de octubre. El resultado de ese trabajo se tituló: “Massa, la biografía no autorizada” (2015), pero como él mismo dice: “Massa seduce”, y Genoud se dejó tentar nuevamente por la figura del ahora candidato a presidente, y este año publicó una segunda biografía: “El arribista del poder. La historia no publicitaria de Sergio Massa” (2023).  

Cuando el 23 de junio pasado, el oficialismo/peronismo/kirchnerismo, anunció la precandidatura a presidente del actual ministro de Economía, Sergio Massa, todo fue perplejidad. Se suponía que la candidatura de Massa estaba supeditada a los buenos resultados de su gestión económica -a todas luces fracasada-, pero eso pareció no importar. Hasta ese momento, las internas del kirchnerismo (antes Frente de Todos y hoy Unión por la Patria), quedaron expuestas, y el que Massa haya sido el candidato de consenso, no hizo más que confirmar un escenario colmado de fracciones y rupturas internas.

Pero Massa es famoso por capear tormentas, rearmarse y seguir adelante. Aun así, son muchos los que estos días se sorprenden de que, si se cumplen las distintas estimaciones (de encuestadores, analistas, y un largo listado de etcéteras), muy probablemente Massa logre entrar al balotaje (2da vuelta) junto al candidato ultraderechista de La Libertad Avanza, Javier Milei.

Massa tiene 52 años y lleva al menos tres décadas en política. Fue director de ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social), durante 5 años, con importantes logros para un sector históricamente muy castigado: los jubilados. 

Tiene línea directa con empresarios, políticos, sindicalistas, y con Washington. En sus orígenes militó en un partido conservador (la UCeDé), luego se pasó al peronismo y en 2013 creó el Frente Renovador. Ese mismo año asumió una banca como diputado. Tiene una larga carrera política que lo respalda y un fuerte vínculo con lo más variopinto de los círculos de poder. Fue y vino del kirchnerismo, y ahora se dispone a cumplir el mayor de sus sueños: colgarse la banda presidencial.

En junio de 2022, cuando Martin Guzmán renunció al ministerio de Economía en medio de una grave crisis económica, y nadie quería coger esa patata caliente, Massa se hizo cargo. Pero el ahora candidato carga sobre sus espaldas con una gestión como ministro de Economía en la que hubo una devaluación del 22% (post PASO), una inflación tocando su máximo histórico desde 1991 y un índice de pobreza del 40%. 

¿Quién es Sergio Massa? ¿Cómo lo definirías luego de haberlo investigado durante tantos años?

Massa es un político con mucha experiencia que arrancó siendo muy joven en la política y ya lleva más de tres décadas. En ese tiempo fue pasando por distintas identidades, y cambiando de alianzas y posicionamientos, pero la constante en él es que tiene una enorme capacidad de poder, una gran vocación para pelear por el poder, una energía inagotable, y que logra que sus aliados lo codicien como socio. Pero también ha dejado entrever que la improvisación y la ansiedad por quemar etapas son dos de las características que le juegan en contra. Es decir, hoy por hoy, esa ansiedad y esa improvisación, se explican en la dificultad que está teniendo para llegar al final de su gestión como ministro porque siempre prioriza el corto plazo. Yo digo que Massa es fundamentalista del corto plazo, porque sacrifica el mediano plazo y la planificación, para llegar a sus objetivos. En este caso, el objetivo era ser candidato a presidente, e hizo todo lo que pudo para ser candidato, descuidando, incluso, la construcción de un plan económico y el trabajo de crear un equipo que lo acompañe en su gestión, y que quizá le hubiera evitado llegar a una elección crucial en las condiciones en las que está llegando.

Dices que Massa activa las endorfinas del poder, ¿a qué te refieres con eso?

Lo digo porque es seductor, y entusiasma mucho al poder. Además, tiene esa capacidad de vender escenarios que pueden ser propicios para actores del poder permanente que piensan que él es capaz de garantizar la gobernabilidad, y que Cristina (Fernández de Kirchner) se subordine a su conducción. Todo eso entusiasma al poder económico con la idea de una Argentina en la que sea posible reconciliar lo que fue el kirchnerismo, Cristina y los sectores que la apoyan, con el poder económico y las ambiciones del establishment. Massa se ofrece como puente y por eso es capaz de entusiasmar a esos actores del poder permanente: empresarios con intereses en sectores estratégicos que son sus socios, o sus sponsors, y sus amigos de muchos años. Massa tiene más capacidad de seducir al poder que de convencer a la sociedad argentina. Habrá que ver ahora si logra mejorar su performance electoral, pero si uno mira los resultados de las primarias (PASO), se ve claro que tiene más apoyo en el poder que en la sociedad argentina.

¿Cómo ves su desempeño en la campaña en su doble rol de ministro de Economía y candidato del oficialismo?

Bueno, un poco lo que decía antes, él tenía como objetivo principal llegar a ser candidato a presidente, y ser el candidato de la unidad, tener el apoyo de Cristina (Fernández de Kirchner), e hizo todo para lograr ese objetivo. Eso lo llevó a descuidar su propia gestión económica, que podría haber sido su mejor trampolín. Es cierto que -como él dice-, tuvo la sequía en contra, pero cuando uno consulta economistas de la oposición, y algunos del gobierno también, lo que admiten a grabador apagado, es que llegó sin un plan económico, y sin un equipo económico, aunque él había vendido que los tenía. Los terminó de armar de urgencia, y todo eso obviamente le trajo costos importantes. Tanto eso como prometer, por demás, que iba a tener la inflación en torno al 3% cuando la tuvo en el 8% en abril, y muchas otras promesas que hizo que después no pudo cumplir. La última, y la más importante, porque va a tener consecuencias electorales el 22 de octubre, es que prometió que antes de devaluar se iba del ministerio, y finalmente devaluó y se quedó.

¿Cómo lo viste en el debate de candidatos presidenciales?

Me parece que se desenvuelve bien en relación a los otros cinco candidatos que llegaron a esta instancia. Es alguien que está acostumbrado a dar respuestas, a pensar, a planificar, y a ver cómo sorprender con propuestas de campaña. Viene siendo candidato hace 10 años, fue candidato a presidente por primera vez en 2015, y en 2019 no lo fue, pero evalúo hasta último momento si tenía margen para serlo. Es decir, en ese sentido le lleva mucha ventaja al resto de los candidatos que se están presentando ahora por primera vez. Aun así, todo lo que él propone tiene un talón de Aquiles que es su propia gestión. Más allá de lo que se pueda decir, como que él se hizo cargo de una patata caliente hace un año y dos meses cuando renunció Guzmán, lo cierto es que él fue una parte importante de toda la gestión del Frente de Todos y, sin duda, ahora es el dueño del gobierno, el interventor del gobierno, el presidente de facto, o el primer ministro, como se le quiera llamar, desde hace más de un año. Entonces, puede que lo que diga en el debate, consiga convencer algún indeciso, pero no sólo tiene que estar indeciso, además tiene que considerar que la realidad que está viviendo, y los resultados de la gestión de Massa, no son tan importantes, y tiene que darle una segunda chance. Porque ya hace tiempo que Massa está a cargo de las decisiones más importantes del gobierno.

¿Te parece que fue errada la estrategia de Unión por la Patria de elegir al ministro de Economía como candidato en medio de esta crisis? 

Massa logró su objetivo de ser candidato y eso fue porque no tenía demasiados rivales de peso dentro de Unión por la Patria. Él, como dice, fue el único que se hizo cargo cuando se fue (el ex ministro de Economía) Martín Guzmán del gobierno, y no había candidatos con aspiraciones serias. Wado de Pedro (ministro del Interior y parte del riñón duro del kirchnerismo), era un candidato de emergencia que apareció a último momento cuando Cristina pidió mariscales. El único candidato importante que podía hacerle sombra era (el embajador de Argentina en Brasil) Daniel Scioli, pero ahí Scioli sufrió la entrega del presidente, que a último momento dejó de apoyarlo, y terminó haciendo un acuerdo con Massa. También, obviamente, sufrió el rechazo, la indiferencia, o la falta de apoyo, de parte de la vicepresidenta (Cristina Fernández de Kirchner). Massa pudo resolver, o evitar esa interna entre él, de Pedro y Scioli, gracias al apoyo de los gobernadores Gerardo Zamora de Santiago del Estero, Raúl Jalil de Catamarca y Ricardo Quintela de La Rioja. Zamora y Jalil vinieron a Buenos Aires, deambularon por los despachos y a Massa eso le alcanzó. Eso, y su capacidad de lobby, y de presión puertas adentro, le alcanzaron para evitar la interna. También creo que se debió a que no tenía muchos rivales de peso y que él estaba dispuesto a jugar hasta el final, como quedó demostrado.

¿Crees que el voto útil a Massa puede resultar determinante en esta primera vuelta? Es decir, el de toda esa gente que sin estar convencida de su propuesta lo va a votar… 

Más que el voto útil creo que lo que va a incidir en la elección del 22 de octubre es el rechazo al otro. Como nunca, en este caso, el miedo y el horror ante el resto de las propuestas, sobre todo la de Milei, que es la que aparece como favorita. Frente a eso, para una parte de la sociedad, y para los votantes históricos de Cristina (Fernández de Kirchner), sobre todo, pero también para algunos sectores del progresismo, Massa es el precio que hay que pagar para evitar el ascenso de Milei. Pero no sé si ese voto útil, o ese voto de una parte de la sociedad, puede darle la victoria, porque Massa compite contra sí mismo. Es decir, en alguna medida, el candidato compite contra el ministro, y para los sectores que no ven esta elección desde el punto de vista de lo simbólico, o desde el punto de vista de los alineamientos políticos, o que no se dejan llevar por el mensaje del gobierno de la catástrofe que puede venir con Milei, sino que miran más bien su presente, me parece que va a ser difícil que esos sectores, que están por fuera de la vieja polarización, se inclinen por él en este contexto de inflación descontrolada y de tanta angustia e inestabilidad.

Cecilia Valdez es periodista argentina.

Artículo original en Globalter

 

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