No tengo palabras para describir la falta total y absoluta de ética y profesionalidad de estos medios, lanzándose a la yugular de un compañero en graves aprietos, publicando una información falsa.
No podíamos imaginar entonces que Pablo González iba a ser protagonista también de una rocambolesca historia, iniciada el pasado 6 de febrero, cuando todavía no se había producido la ofensiva rusa sobre Ucrania.