si la justicia polaca dispone de “pruebas”, ¿por qué no ha juzgado ya a Pablo González en vez de mantenerlo retenido durante catorce meses sin juicio y sin acusación formal?.
Ohiana niega radicalmente las acusaciones de que su marido sea un espía ruso y se rebela contra la campaña de silencio orquestada sobre Pablo González.
Pablo, después de un año de aislamiento, sigue confiando en que se rectifique en materia de derechos fundamentales y se le permita un ejercicio efectivo del derecho de defensa para poder demostrar que los cargos son manifiestamente infundados.
Su abogado, Gonzalo Boye, lamenta el papel del Ejecutivo español en todo el caso: «Parte del problema surge del propio CNI. Los primeros que tiran la piedra contra Pablo son ellos».
Pablo González es uno de los periodistas españoles que más saben sobre el espacio post-soviético. Silenciar su voz es limitar el derecho al conocimiento, a que la verdad llegue a los ciudadanos.
Las condiciones de este encierro han hecho que la cárcel de Radom sea renombrada como el “Guantánamo” de Polonia, prisión en la que queda claro que no le tienen detenido y si secuestrado, pues se violan de forma constantes sus derechos.