Silent Night, la última cena de Navidad

Por Angelo Nero

Cuando empezó la pandemia no sabíamos qué iba a pasar con nuestros hijos, así que debimos aprender durante todo el camino, ha habido infortunios y elecciones pero al final debes decirte “venga, arriba”. Así que Silent Night trata acerca de eso, como una madre trata de mantener a salvo a su hijo.” Declaró la británica Camille Griffin, directora y guionista de su primera película que logró el premio al mejor guión y el premio del público, y que estuvo nominada como mejor película en el Festival de Sitges de 2021, que ganó la fantástica fábula islandesa ‘Lamb’ de Valdimar Jóhannsso. Un angustiante y claustrofóbico drama rodado en febrero de 2020, mientras la pandemia comenzaba a extenderse, y que se acabó de rodar solo dos días antes del primer confinamiento.

Un grupo de amigos se prepara para celebrar la navidad en una lujosa mansión inglesa, el escenario propicio para una comedia romántica, si no fuera porque, lo iremos descubriendo poco a poco, a su alrededor se está desatando el Apocalipsis. Los protagonistas, Matthew Goode y Keira Knightley, se esfuerzan por ser unos buenos anfitriones, por afrontar de la mejor manera posible lo inevitable, sabiendo que, muy probablemente, esa sea su última noche en la tierra, quizás la última noche de la humanidad.

Los mayores parecen asumirlos pero, ¿y los niños? ¿que hacemos con ellos? Se preguntan. Interpretados por los tres hijos de la directora, los gemelos Gilby y Hardy, y, especialmente, el mayor, Roman Griffin Davis, protagonista de “Jojo Rabbit”. En una entrevista para Terrorweekend la directora comentaba: “No quiero traumatizar a mis hijos, pero saben qué ocurre en Afganistán, los refugiados, entienden lo complejo de este mundo. No traumaticé a Roman, lo pasamos muy bien durante el rodaje, incluso en las secuencias más duras intenté que le resultaran divertidas.”

Cada uno de los invitados -Annabelle Wallis, Kirby Howell-Baptiste, Lucy Punch, Lily-Rose Depp, Rufus Jones, Sope Dirisu- trata de afrontar el inevitable final de una manera distinta, unos se emborracharán, o pondrán sobre la mesa las heridas que no han cicatrizado, intentarán disimular el miedo a la muerte, o se aferrarán a una última línea de fuga siguiendo a su instinto de supervivencia, pero la realidad, fuera de esas paredes, se va acercando cada vez más, y será difícil mantener la calma.

Los diálogos ácidos y punzantes, son lo mejor de la película, “¡Por Dios, dale un puto abrazo a tu madre, así los demás podremos abrir los putos regalos de mierda, antes de que los rusos nos maten!”, grita Roman Griffin; “¿de verdad vamos a morir? ¿os creéis al gobierno”, “O no, mataron a Diana”… “he visto En la Carretera y ni de coña voy a terminar viviendo así”, “no la he visto, ¿debería? ”, conversan dos amigas sobre las causas que van a propiciar el fin del mundo, mientras toda la felicidad navideña se va haciendo añicos.

Podría ser una buena comedia negra si el drama no estuviera siempre presente, como algo inevitable, aunque durante toda la película la tensión es aligerada con buenas dosis de humor, y con la presencia de unos niños que cuestionan a cada momento las decisiones de los mayores, o muestran ese egoísmo natural que todos llevamos dentro en nuestra infancia, más aún si pertenecemos a una clase social acomodada. También la cuestión de clase está presente -hay para morirse hay diferencias sociales-, y una crítica hacia el funcionamiento de las democracias liberales, y a la nefasta gestión que hace el capitalismo del medio ambiente.

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