Lecturas para un socialista: la lectura comprensiva en la clase trabajadora (1913)

No bastaba con la buena voluntad de coger un libro y leer las letras, era preciso extraer la idea de autor, el argumento de lo escrito.

Por Eduardo Montagut

Manuel Núñez de Arenas, uno de los intelectuales más intensos que ha tenido el PSOE en su historia, aunque terminara en el PCE, fue el fundador de la Escuela Nueva, planteando un modelo de formación para los trabajadores muy estimulante, y al que hemos dedicado atención en distintos artículos en El Obrero. Pues bien, también participó en 1913 en esta especie de debate que se suscitó en las páginas de El Socialista sobre los libros y los trabajadores, y que inició Rafael Urbano.

Para Núñez de Arenas no se trataba tanto de saber qué debían leer los obreros, ni de dónde podían leer, sino de que leyesen. Y el problema tenía que ver con enseñar a entender lo que se leía, a enseñar a leer, realmente, que era algo fundamental y que, en realidad, se vinculaba con la enseñanza primaria y de los adultos, pero esa era una cuestión de gran calado que merecía un trabajo más monográfico. Por ahora, a Núñez de Arenas lo que le importaba era el asunto de entender las lecturas.

No bastaba con la buena voluntad de coger un libro y leer las letras, era preciso extraer la idea de autor, el argumento de lo escrito.

Según nuestro protagonista había que reconocer que solamente un mínimo de personas comprendía totalmente una obra, y que la mayoría de la clase obrera no se hallaba en condiciones de entender un libro.

Comprender un libro, esa era la cuestión. Núñez de Arenas bosquejaba un método. Lo primero era concentrarse, fijar la inteligencia sobre los párrafos del escrito. Después había que procurar entender el significado de todas las palabras, explicarse a sí mismo la forma de las frases, entresacar su sentido y luego, al terminar unas cuantas líneas, resumir en una sola palabra la idea que se encerraba en lo leído. A continuación, había que repetir esta operación, después del párrafo, con el capítulo, y luego con toda la obra.

Pero el propio Núñez de Arenas reconocía que no era una labor de un día, sino de cierto tiempo, y que costaría mucho trabajo a quien la emprendiera en soledad sin un guía. En este sentido, era muy fácil que el obrero, fatigado por las dificultades, renunciara a comprender o que creyese que comprendía bien lo que únicamente apreciaba a medias.

Así pues, antes de seleccionar bibliografía había que emprender una tarea pedagógica, con clases de comentarios o lecturas, de explicación de los libros.

En este sentido, Núñez de Arenas elogiaba el sistema de los liceos franceses donde los profesores leían en voz alta libros haciendo aclaraciones motu proprio o por petición de los alumnos, en este caso, de los trabajadores que asistieran a clase. Y, así, poco a poco, irían participando en la labor y podrían explicar y sintetizar de palabra o por escrito lo leído.

Núñez de Arenas creía que no era un método aburrido y que merecía la pena emprenderlo.

Hemos trabajado con el número 1576 de El Socialista, del día 16 de septiembre de 1913.

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