Läif a Séil es más que una película histórica con aires de western, ya que tiene muchos ingredientes del cine de Folk Horror, e incluso del Rape and revenge.
Por Angelo Nero | 8/08/2024
Läif a Séil, ha sido mi iniciación en una de las cinematografías más desconocidas del continente europeo, la luxemburguesa, y no podía haberlo hecho más a lo grande, ya que está opera prima del director Loïc Tanson, que se estrenó siendo nominada como mejor película en el Festival de Sitges, en su edición de 2023, y que posteriormente fue seleccionada para los premios Óscar, en la categoría de mejor película extranjera -que ganó la inquietante The Zone of Interest, de Jonathan Glazer-, es una obra realmente sobresaliente, tanto por lo original de la historia, que se desarrolla durante la ocupación holandesa y prusiana de Luxemburgo, en 1854, como por la actuación de sus protagonistas, entre los que destaca la actriz que da vida al personaje sobre el que gira la historia, Sophie Mousel.
“Un western vengativo que a buen seguro encantaría a Sergio Leone, Quentin Tarantino o Lars Von Trier”, rezaba como reclamo la sinopsis de la película en una conocida plataforma de streaming, y siendo fan del cine de esos tres “enfant terrible” del cine -cada uno a su manera- no podía resistirme al envite, y lo que descubrí fue más que una película histórica con aires de western, ya que tiene muchos ingredientes del cine de Folk Horror, e incluso del Rape and revenge, ya que la historia se ajusta a este último subgéreno.
Hélène, es una niña de doce años, que vive en un pueblo gobernado por el tiránico Graff, mientras el país, eminentemente agrícola, está sufriendo una brutal hambruna, que ha obligado a uno de cada cinco luxemburgueses a emigrar. El trabajo de la comunidad, y el peso de una tradición patriarcal, cuyas brutales costumbres parecen marcar la vida de hombres, pero especialmente de mujeres, hacen que prenda la mecha de la rebelión en la joven, que se niega a seguir el rito de iniciación. Esta primera parte, rodaba en un sobrecogedor blanco y negro, en la que asistimos a la inquietante existencia de los que viven en la aldea de Hélêne, vemos niñas con extrañas máscaras, cruces ardiendo, brutales castigos para aquellos que osen desafiar el poder de Graff.
Quince años después, en la segunda parte de la película, filmada ya en color, Hélène emprende un plan para acabar con la tiranía de Graff, y para ello ataca a un destacamento de soldados que protegen las obras del ferrocarril, como el que aviva un avispero. La llama de la niña que se rebeló contra la injusticia, ha derivado en un fuego vengativo, que utilizará todas las armas posibles para poner patas arriba el viejo mundo, ese mundo que la condenó desde su nacimiento, solo por ser mujer. En su camino de redención, Hélène tendrá que recabar el apoyo de las mujeres que todavía siguen bajo el yugo de Graff, aunque les vaya la vida en ello. Y es que Läif a Séil no escatima en violencia, muchas veces explicita y otras intuida, porque como decía Manuel Scorza, “no hay parto sin dolor, ni tierra que se libere sin sangre.” Y si, en el desenlace de esta historia habrá sangre, mucha sangre, tanta como sea necesaria para que hacer posible la venganza de Hélène, quién no dudara en reducir el tiránico mundo de Graff hasta las últimas cenizas.
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