Por primera vez, desde la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la ultraderecha nacionalista está a punto a un paso de conquistar el poder en Austria, de la mano del Freiheitliche Partei Österreichs, FPÖ (Partido de la Libertad).
Por Angelo Nero | 30/09/2024
Los fantasmas del pasado vuelven a la política austriaca, y aunque muchos de sus ciudadanos apenas tengan memoria de lo que significó el Austrofaschismus, el régimen autoritario que gobernó el país centroeuropeo de habla alemana, entre 1934 y 1938, apoyado por el Vaterländische Front (Frente Patriótico), y su milicia paramilitar Heimwehr. liderado por Engelbert Dollfuss, tal vez deberían recordar que ese régimen fascista allanó el camino a los nazis, que incorporaron el país al Tercer Reich en marzo de 1938.
Por primera vez, desde la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la ultraderecha nacionalista está a punto a un paso de conquistar el poder en Austria, de la mano del Freiheitliche Partei Österreichs, FPÖ (Partido de la Libertad), que este domingo, 29 de septiembre, ha ganado holgadamente, las elecciones, bajo el liderazgo de Herbert Kickl, ministro del Interior de Austria de 2017 a 2019. Son la primera fuerza en los estados de Alta Austria, Carintia, Estiria y Burgenland.
Para aquellos que tengan dudas sobre la vinculación del FPÖ con el pasado más negro de este país, conviene señalar que su primer presidente fue Anton Reinthaller, un antiguo miembro de las SS que había estado encarcelado en los años cincuenta por actividades nacionalsocialistas. Herbert Kickl ha utilizado a menudo el término Volkskanzler, canciller del pueblo, en su pretensión de tomar el mando del gobierno austriaco, la palabra con la que los nazis nombraban a Hitler en los años treinta.
En cuanto a los datos de estas elecciones, decir que el FPÖ pasa del 16% al 29% de los votos -mejorando los resultados que les auguraban los sondeos-, y pasa también de 31 a 56 escaños, gracias a una campaña basada en la inmigración, en el control de la inflación, y en una oposición a continuar destinando fondos para la guerra de Ucrania, así como en el fin de las sanciones a Rusia.
El resultado confirma el ascenso imparable de la ultraderecha austriaca, que ya ganó las elecciones europeas en su país, en el junio pasado, con un 25,36 %, con lo que consiguió duplicar su presencia en la Eurocámara, donde comparten el grupo Identidad y Democracia, ahora Patriots.eu, con Rassemblement national de Marine Le Pen, La Lega italiana de Matteo Salvini, la Fidesz de Viktor Orbán, o el partido de extrema derecha español VOX.
Actualmente en el gobierno, el Österreichische Volkspartei, ÖVP (Partido Popular Austriaco), que preside el canciller Karl Nehammer, ha sufrido una severa derrota, bajando del 37,5% al 26,5% de los votos, y pasando de 71 a 52 diputados, una pérdida de 19 escaños que hará muy difícil, aunque logren conservar el gobierno, la estabilidad de la nueva legislatura. Aunque gobiernan desde las anteriores elecciones generales de 2019, en coalición con los verdes de Die Grünen, Nehammer solo lleva en la cancillería desde 2021, tras la renuncia de Sebastian Kurz, tras ser investigado por corrupción, y ahora apela a un cordón sanitario con la ultraderecha para poder repetir al frente del gobierno austriaco. La ÖVP ganó en los estados de Baja Austria, Salzburgo, Tirol y Vorarlberg.
El tercer puesto en estas elecciones generales ha sido para el Sozialdemokratische Partei Österreichs, SPÖ (Partido Socialdemócrata de Austria), liderado por Andreas Babler, que se mantiene en torno al 21% de los votos, con 41 escaños, uno más que en la anterior legislatura, aunque ha fracasado en su intención de rentabilizar el descontento con el actual gobierno conservador, donde solo un 42% de los austríacos valora positivamente la pertenencia a la UE, y hay también una fuerte oposición a la política belicicista de la OTAN. En las quinielas políticas ya se apunta a una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas para el nuevo gobierno austriaco, de la que ya hay experiencias previas, aunque todavía es temprano para saber cual será el desenlace final al escenario que han dibujado estas elecciones. Los socialdemócratas cosechan uno de los peores resultados de su historia, y solo ganan en el estado de Viena, aunque se mantienen como primera fuerza en ciudades como Graz o Linz.
Lo liberales de Das Neue Österreich und Liberales Forum, NEOS, (La Nueva Austria y Foro Liberal), liderados por Beate Meinl-Reisinger, la única candidata femenina a ocupar la cancillería, suben ligeramente, del 8% al 9% de los votos, y ganan 3 escaños, hasta sumar 18 parlamentarios. Los liberales ya se han manifestado a favor de una gran coalición, de la que formarían parte, para impedir la entrada en el gobierno de la ultraderecha.
Debacle también sin paliativos para los verdes de Die Grünen, que lidera el, hasta ahora, vicecanciller austriaco Werner Kogler, que bajan abruptamente del 14% al 8%, y de 26 a 16 escaños, con lo que su papel de socio menor del gobierno conservador ha pasado a la historia, seguramente.
El Kommunistische Partei Österreichs, KPÖ (Partido Comunista Austriaco), uno de los más antiguos del mundo, aunque queda fuera del parlamento, ha experimentado una fuerte subida, del 0,7% al 2,4% de los votos.
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