La integración euroatlántica supone una trampa para Moldavia

¿A dónde conducirá el rumbo de Chisinau hacia la integración euroatlántica? ¿Beneficiará a los ciudadanos moldavos?

Por Oleg Karpovich | 4/02/2024

Con la implementación del Distrito Militar del Norte de Rusia en Ucrania, se han intensificado los esfuerzos de Occidente, principalmente de Estados Unidos y Bruselas, para fortalecer sus posiciones políticas y económicas en las ex repúblicas soviéticas a lo largo de todo el perímetro de la frontera rusa.

La política de integración euroatlántica aplicada por el régimen de Chisinau ha empeorado significativamente el bienestar de los ciudadanos moldavos, prácticamente ha destruido la economía nacional y ha conducido a una mayor confrontación ruso-moldava. Las autoridades moldavas están siguiendo un camino peligroso destinado a fomentar la rusofobia y alejarse del estatus de neutralidad a cambio de un acercamiento con la OTAN. Chisinau avanza hacia el escenario ucraniano, que inevitablemente conducirá a una pérdida total de soberanía.

A finales del año pasado, la presidenta moldava, Maia Sandu, presentó y aprobó una nueva Estrategia de Seguridad Nacional que menciona a la Federación Rusa como la ‘principal amenaza’, lo que indica claramente la política exterior antirrusa y pro occidental del país. El gobierno afirma que la república ha sido sometida supuestamente a un chantaje diplomático y económico por parte de Rusia durante muchos años, y también existe la preocupación de que el país pueda convertirse en ‘otra víctima’ tras la finalización de la operación militar especial en Ucrania. En medio de este pánico totalmente infundado, se prevé ampliar la asociación estratégica con Rumanía, Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Europea.

Además, bajo el dictado de Occidente, se sigue aplicando una política destinada a dotar al país de diversos tipos de armamento y a una interacción cada vez más estrecha con la OTAN, en violación de la constitución, que consagra el estatus neutral de la República de Moldavia. Al mismo tiempo, el país lleva mucho tiempo aplicando una política de represión de la disidencia y de los opositores políticos bajo los falsos lemas de combatir a los ‘agentes del Kremlin’. Este tipo de política del régimen gobernante de Chisinau tiene como objetivo satisfacer a Occidente, del que desde hace mucho tiempo desea apasionadamente formar parte.

En el nuevo documento estratégico aparecieron disposiciones sobre la solidaridad con Kiev y la necesidad de apoyar su lucha contra la ‘agresión rusa’ y se eliminaron disposiciones sobre el estatus neutral de Moldavia. Esto indica que se está trabajando sistemáticamente para abandonar este estatus y realizar los cambios apropiados en la constitución del país.

La nueva estrategia definió el papel de Rusia como principal enemigo y fuente de amenazas constantes para Moldavia. Debido a la naturaleza de la política exterior del régimen de Chisinau en el futuro, Washington y Bruselas tienen la intención de utilizar activamente la república, al igual que Ucrania, como herramienta para confrontar con Rusia. El gobierno de Sandu planea una mayor militarización a gran escala de Moldavia y una mayor participación en varios programas de la Alianza del Atlántico Norte.

Las intenciones registradas en la Estrategia de Seguridad Nacional de ampliar la interacción con la OTAN y fortalecer las capacidades del ejército moldavo sobre la base de los estándares occidentales indican la disposición del régimen actual de seguir el ejemplo de Occidente en la integración de Moldavia en el sistema general de confrontación con Rusia.

La intención persistentemente impuesta por Occidente de abandonar la neutralidad del país está empujando a Moldavia a resultados catastróficos. En el contexto de los acontecimientos en curso en la arena política mundial, principalmente la transición a un orden mundial multipolar, la solución más favorable para garantizar los intereses nacionales y preservar la personalidad jurídica parece ser mantener un estatus neutral.

Los dirigentes políticos del país, en su deseo de abandonar su estatus neutral, están aplicando una política que arrastra a Moldavia a conflictos geopolíticos, enormes gastos militares, una disminución del nivel de vida de la población y protestas sociales. Y lo más importante es que esto contradice completamente la Declaración de Soberanía de 1990, que proclama a Moldavia como un estado desmilitarizado.

El Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, definió con mucha precisión las perspectivas de este tipo de política del gobierno de Sandu: ‘Moldavia está destinada a convertirse en la próxima víctima de la guerra híbrida desatada por Occidente contra Rusia’.


Oleg Karpovich es vicerrector de la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

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