La factura de la inflación no se paga bajando impuestos

 

Factura originada por sus mecanismos de funcionamiento, según mi opinión, fundamentalmente por su disparatada teoría del crecimiento infinito y la existencia de unas élites no sometidas ni de lejos a las supuestas reglas del mercado que todo lo ajusta y equilibra y que se mueven entre la información privilegiada y la especulación con las materias primas y los recursos energéticos y por extensión desgraciadamente con la vida del 99,9% de la población.

Por Pedro Labrado, economista

La tasa de variación anual del IPC en España en marzo de 2022 ha sido del 9,8%. Parece que, tras la inflación publicada en noviembre de 2021 y que situaban el IPC en el 5,6% en España, las previsiones que hacía la vicepresidenta primera y ministra de economía Nadia Calviño:

Estas tasas de inflación son transitorias y los precios volverán a estabilizarse a lo largo del próximo curso y, en particular, a partir de la primavera de 2022[…]

no se han cumplido y presumiblemente se avecina un periodo más largo de tensiones inflacionistas agravadas sin lugar a dudas por la guerra declarada en Ucrania con la invasión ilegítima del ejército comandado por Vladimir Putin. Nos toca bregar con la inflación.

La inflación es la factura que el sistema capitalista pasa a la sociedad de forma recurrente. Factura originada por sus mecanismos de funcionamiento, según mi opinión, fundamentalmente por su disparatada teoría del crecimiento infinito y la existencia de unas élites no sometidas ni de lejos a las supuestas reglas del mercado que todo lo ajusta y equilibra y que se mueven entre la información privilegiada y la especulación con las materias primas y los recursos energéticos y por extensión desgraciadamente con la vida del 99,9% de la población. Esta superélite que supone un pequeño porcentaje de la población mundial ostenta importantísimos porcentajes de la riqueza mundial. En el otro extremo se encuentra un importante porcentaje de la población mundial que ostenta una pequeña parte de esa riqueza mundial. En el caso de España esa estructura se reproduce igualmente, élite acaparadora y mayoría menesterosa. En imagen sería una pirámide con una amplia base que ostenta un porcentaje pequeño de la riqueza y una estrecha cúspide que ostenta un importante porcentaje del pastel.

Y es una factura que se paga sí o sí. Sería de justicia que la sociedad parase un momento y tomara la decisión clara de quién, cómo y cuándo va a pagar esa factura, si de nuevo, cuando salgamos de esta nueva crisis, los ricos van a ser proporcionalmente todavía más ricos o lo vamos a evitar.

¿A quién debiera corresponder el pago de esta factura? En justicia debiera de corresponder a los causantes. Y ¿quiénes son los causantes? Seguramente todos colaboramos en parte a que el proceso inflacionista en determinados momentos avance, pero no todos en la misma medida. Podríamos afirmar que son más responsables esas élites que alientan los conflictos bélicos porque detrás hay excelentes negocios en la venta de armas, esas élites que manipulan la información, esas élites que especulan con todo, recursos naturales, materias primas y recursos energéticos o de alimentación, con valores financieros y en definitiva con la vida de la gente. Resumiendo, podríamos afirmar que la responsabilidad es directamente proporcional y además de forma progresiva a la altura en que cada agente esté en la pirámide del reparto de la riqueza. Es decir, más que proporcionalmente.

Hasta ahora esta factura siempre la hemos pagado a escote entre todas y todos y ahora las élites ya han empezado a mover sus peones para que esto siga siendo así. En España el Banco de España, cuya función es defender los intereses de los usuarios del sistema financiero y controlar a éste para que sus prácticas se ciñan a la función que deben de cumplir en la economía, ya ha dado los primeros pasos fuera de su tiesto demonizando las cláusulas de salvaguarda salarial, que no son otra cosa que una declaración de que los trabajadores y las trabajadoras no tienen que pagar la factura de la inflación. El Banco de España se posiciona del lado de las élites. Podría proponer elementos como una reforma fiscal que gane en la progresividad constitucionalmente debida incluyendo un impuesto para las grandes fortunas y la profundización en el impuesto a las transacciones financieras especulativas o hablar de los beneficios empresariales, etc., pero no, prefiere priorizar la precarización de los salarios.

Los peones del sistema se van a poner en marcha, como ha hecho el Banco de España, y ministerios e instituciones económicas locales e internacionales, organismos reguladores de aquí y de allá, centros de estudios de entidades financieras, etc. para que con supuestos sesudos análisis se llegue a la conclusión que o lo de siempre o el caos, o pagan esta factura las mayorías sociales con toda su crudeza como siempre ha sido hasta ahora o todas las plagas bíblicas se nos echarán encima. Recuerdo aquí los vaticinios de muchos de estos agentes con el Banco de España a la cabeza que decían que la subida del SMI iba a suponer en España retrocesos importantes en el empleo y la realidad sin embargo ha demostrado todo lo contrario, el empleo en general y el de calidad en particular no ha parado de crecer.

Los peones políticos en España han puesto en marcha un mantra, un bálsamo de Fierabrás que todo lo cura y sana: “Hay que bajar impuestos” y que se puede resumir con las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ante la propuesta de Unidas Podemos de subir los impuestos a las grandes fortunas: “No se trata de castigar al que prospera y tiene una gran fortuna”, es decir se envía el mensaje de que los impuestos son un “castigo”. A partir de ahí se puede construir cualquier propuesta contra las mayorías sociales.

Si desde la izquierda, política, sindical y mediática no se plantea en modo confrontación quién debe pagar la factura, ese miedo secular de la izquierda será el responsable de que la factura la volvamos a pagar los mismos, de la derecha política y mediática no se puede esperar que vengan a defender los intereses de las mayorías sociales, han defendido, defienden y van a seguir defendiendo los intereses de las minoritarias y poderosas élites.

Toca luchar.

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