Los 25 años de paz – la mayor campaña propagandística de la historia de España- pretendía encajar la dictadura en un marco de aceptación internacional.
Por Lucio Martínez Pereda | 15/09/2024
En 1964, en pleno auge de la etapa desarrollista , se celebraron en España los 25 años de la finalización de la Guerra Civil. El régimen, con la excusa del aniversario, organizó una gigantesca campaña propagandística bajo el nombre “25 años de Paz española” La idea venía de 4 años antes. En 1958 se creó una Comisión Ministerial presidida por el ministro de Información yTurismo Gabriel Arias Salgado. La comisión tenía como función dirigir y organizar la conmemoración en 1961 de los 25 años del Alzamiento. El proyecto, finalmente, se abortó por la contención del gasto público ordenada desde Plan de Estabilización. La versión oficial justificó su anulación argumentando que se consideraba mejor celebrar el final de la guerra que su inicio: la nueva efeméride pasaba a ser día de la victoria, el 1 de abril de 1939. El 10 de julio de 1962, a los dos meses de su nombramiento como ministro, Fraga pondría en pie un nuevo proyecto. Nos da idea de la implicación y dimensión que se buscaba con la nueva campaña el hecho de que su organización se confiase a una junta interministerial constituida en septiembre de 1963, presidida por el Ministro Fraga. Su vicepresidente fue Pio Cabanillas. La Secretaria la desempeñó el Director General de Información Carlos Robles Piquer que actuó como Comisario General de la Conmemoración asistido por tres subcomisarios y una oficina con personal especifico montada en el Ministerio de Información y Turismo. En el decreto de su constitución figuran los fondos destinados a gastos de la campaña: se presupuestaron 25 millones de pesetas. Esta cantidad se vio ampliamente superada , probablemente multiplicada por tres, tal y como afirma en sus memorias Carlos Robles Piquer, quien distribuyó el trabajo de la campaña mediante tres comisiones: Exposiciones, Actos Públicos presidida por Jose Maria Lopez de Valencia y Publicaciones dirigida por Jose Maria Hernandez Sampelayo. El segundo nivel organizativo quedaba a cargo de 13 subcomisarios y una cuarentena de vocales, entre los que se encontraban los subdirectores generales de Difusion y Cultura Popular.
Los 25 años de paz – la mayor campaña propagandística de la historia de España- pretendía encajar la dictadura en un marco de aceptación internacional. Para conseguirlo resultaba imprescindible poner en sordina el principio de legitimación del régimen basado en la victoria belica conseguida con la ayuda de las dos grandes potencias fascistas, Italia y Alemania. La nueva legitimación tenía que proceder de sus éxitos económicos: la victoria bélica había servido de justificación para detentar el Poder, pero la Paz que generaba bienestar y prosperidad precisaba de otra propaganda para ponerla en valor. La campaña se inicio el 1 de abril, aniversario de la victoria, con un Te Deum en el Valle de los Caídos. En Valencia, el mismo día, se celebró una misa de campaña en la plaza del Caudillo oficiada por el arzobispo Olaechea. 4 dias después se celebraban actos religiosos en todas las iglesias para los que se imprimieron 4 millones de recordatorios. El ultimo acto de la campaña se realizó el 21 de diciembre de 1964 con la colocacion de la primera piedra del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid. Aprovechando la conmemoración de los 25 años del inicio de la guerra el ABC, entre marzo y julio de 1961, publicó una serie de 6 artículos titulada “como se vivía en España hace 25 años”. Se quería que la operación 25 Años de Paz se extendiese más allá del ámbito estrictamente propagandístico y abarcase una revisión historiográfica de la dictadura adaptable a los valores del desarrollismo. Estos artículos eran la repuesta a los resultados de la investigación extranjera independiente, especialmente a los textos publicados por la peligrosa editorial parisina Ruedo Ibérico. Según se recogia en el diario monárquico: ”en muchos libros consagrados a nuestra guerra de autores republicanos o marxistas extranjeros parciales por ignorancia o perfidia se escamotea esta parte esencial de la historia y no se dicen las justificaciones del Alzamiento convirtiéndolo en una rebeldía alocada o en un pronunciamiento, ocultándose la verdad de lo que fue: una explosión heroica y popular y de una parte del Ejercito en lucha contra un enemigo extraño al sentir social, verdadero invasor, obediente a poderes exóticos”.
La propaganda de los 25 Años de Paz -decíamos antes- buscaba crear una legitimación de la dictadura distinta a la obtenida por la victoria militar en la Guerra. Una legitimación en positivo, desligada de la victoria sobre el enemigo. Una nueva “victoria” pero de índole económica, que pusiera en valor los logros modernizadores del desarrollismo. Poner La paz y no La Guerra en el centro de la propaganda tenía una enorme ventaja: introducia un concepto moral entorno al cual no cabian discrepancias políticas ya que apelaba a un valor moral intemporal universalmente aceptado. Además resultaba necesario renovar la propaganda alejándola de su anterior etapa que llevaba tiempo proporcionando señales de agotamiento. El problema hace tiempo que se venía detectando: en los informes mensuales que las delegaciones provinciales de falange enviaban a la Delegación Nacional hacía tiempo que se avisaba de la monotonía que estaban produciendo las celebraciones político religiosas y la poca atención que los lectores prestaban a la prensa cuando se reproducían los discursos de estos actos. En estos informes se llamaba a evitar la suturacion e indiferencia que se venía observando en las campañas propagandísticas de corte habitual. Y aquí es donde encontramos una de la claves que explica la diferencia retórica que marca los 25 Años de Paz: la movilización emocional es sustituida por la provisión de información de datos de procedencia estadística. En esta campaña irrumpe por primera vez en España la estadística como ciencia puesta al servicio de la propaganda.
Los 25 Años de Paz fue una operación propagandística de gran extensión, que abarcó un ambito de intervención masivo, vehiculada con la publicación de libros, realización de películas, redacción de numeroso artículos y reportajes en prensa y la celebración de ceremonias de masas dirigidas y controladas por los servicios de falange. Los logros de la política económica desarrollista que ponían fin a la pobreza y el aislacionismo de la etapa autárquica fueron presentados como éxitos personales del Caudillo. El componente propagandístico anti-republicano de la anterior etapa prácticamente desaparecio. Se consideró innecesario por varias razones, en primer lugar porque el antirepublicanismo se juzgaba un valor asentado en la mayor parte de la población, y en segundo lugar, porque a la altura de los primeros años de la década de los 60 el régimen estaba convencido de las escasas posibilidades de la oposición antifranquista para liderar con éxito una alternativa que desplazase a Franco del poder. Pese a estas novedades algunos elementos de la anterior propaganda siguen presentes. El culto a la personalidad del líder no desapareció, renovó su repertorio, desligándose de sus componentes iniciales que presentaban a Franco únicamente como el guerrero Salvador de la Patria e incorporaron a esta imagen apologética, que ya se consideraba desgastada, una nueva visión del dictador como garante de la Paz y el desarrollo económico.
En el concurso realizado para crear la imagen corporativa de la campaña resultó ganador Julián Santamaría con un cartel con el dibujo de las letras de la palabra PAZ, sobre un fondo de colores planos, con versiones en catalán, euskera y gallego. Se desplegó en múltiples soportes, desde carteles con datos sobre los logros económicos, hasta una serie filatélica que cubría diferentes ámbitos –deporte, industria agricultura, servicios públicos, repoblación forestal, investigaciones científicas- evidenciando los éxitos del franquismo desarrollista. Se organizó una exposición “España en Paz”de 150 carteles con datos de los logros de la modernización económica , todos ellos reproducidos en un catálogo titulado “ Viva la paz. La España de hoy” acompañado con un texto explicativo redactado por el escritor cantabro Vicente Carredano Gallo. Colaboraron 32 diseñadores jóvenes y los prometedores dibujantes Tono, Mingote, Maximo y Chumy Chumez. Se buscaba una estética moderna, amable, con grafía desenfadada que tenía algo de la musicalidad alegre y despreocupada de la música yeyé , una estética gráfica influida por el diseño realizado por las compañías discograficas para las portadas de los Long Play: colores primarios y planos, alejados del impactante tremendismo claro oscurista de la propaganda nacional católica de los años 40 y los 50. La imagen tenía que transmitir la despreocupada Alegría de una sociedad que tenía resueltos los problemas del día a día. Era, por así decirlo, una imagen dirigida contra el recuerdo de las miserias de la etapa autárquica. En la propia introducción del catalogo se hacía una puesta en valor de la nueva estrategia propagandística: se recogió que el valor de la exposicion residia en estar basada en estadísticas corroboradas por organismos internacionales y los millones de visitantes extranjeros que venían a España como turistas. La exposicicion se mostró en todos los municipios de más de 3000 habitantes. Se eligieron para su instalación ayuntamientos, jefaturas provinciales del Movimiento, Cajas de Ahorro, Institutos, edificios históricos, centros escolares, etc. Una vez que terminaba la muestra, la carteleria se trasladaba a los centros escolares de primaria y secundaria de cada localidad para que sirviese como “material pedagógico”. Los datos proporcionados por Robles Piquer en sus memorias nos dicen que la exposición se mostro en mas de 3.000 municipios y fue visitada por entre 15 y 20 millones de personas. Los carteles fueron objeto de recopilación en el libro Viva la Paz, de tirada también millonaria. Su edición se acompañó de los folletos España para usted, Ver España, Llegar a España, Vencer en España, de Maximo , editados por el Servicio de publicaciones de la Subsecretaría de Turismo. El NODO proyectó en todos los cines reportajes sobre la modernización técnica del campo, con imágenes de la repoblación forestal, la construcción de ambalses, los planes de colonización , el aumento de la superficie de regadío y la introducción de cosechadoras y sembradoras que modernizaban la agricultura española liberándola de su tradicional atraso tecnológico.
En la búsqueda de esa presencia ubicuitaria no se dejó prácticamente ningún espacio de actividad social sin convertir en medio para influir en la opinión pública y no nos estamos refiriendo únicamente a la proyección en todos los cines documental , Franco ese hombre, de José Luis Heredia, autor de la célebre película Raza. Aparte de los actos en embajadas y consulados, la principal intervención de difusión externa fue la instalación del Pabellón de la Paz en la feria internacional de Nueva York, diseñado por Javier Carvajal y que acogió obras de Vaquero Turcios, Pablo Serrano, Oteiza, Picasso, Gris y Miró. El ámbito de la acción artística se completó con conciertos: Halfter fue uno de los tres músicos, junto a Luis de Pablo y Miguel Alonso, a los que se le encargó una obra específica para el “Concierto de la Paz” del 16 de junio de 1964.
Las conmemoraciones en las provincias quedaron bajo control de los gobernadores civiles, A cada provincia se le encargó la realización de un monografía bajo el titulo España en Paz recogiendo los éxitos económicos conseguidos. Los libros tenían que ajustarse a las orientaciones procedentes de la Junta interministerial, creada exprofeso para dirigir la organización de la campaña. Entre esas orientaciones se aconsejaba escapar de los “comentarios elogiosos” En la elección de sus autores intervenían el gobernador civil y los respectivos presidentes de las diputaciones.
Pero la campaña también tenia una función memorialista que buscaba dejar una marca urbana para el fututo: se llegó a poner el nombre de la campaña a los barrios de algunas ciudades, tal es el caso del barrio del mismo nombre en la zona noroeste de la ciudad de Málaga, que aun conserva esta denominación o el polígono inaugurado en Valladolid en 1967, el afamado Hospital de La Paz y carreteras – la circunvalación de Madrid, inicialmente denominada Avenida de la Paz, hoy conocida como M-30. Las Estatuas ecuestres- con su monumentalidad centralizadora de la atención urbana, también ejercieron la función de culto a la personalidad del Caudillo : levantadas en Valencia y Santander, como parte de la celebración de los” 25 años de Paz» Uno de los casos más elocuentes es la estatua ecuestre de Valencia. Se hizo con el molde de la realizada unos años en el Ministerio de la Vivienda, del escultor valenciano José Capuz. Desde la muerte de Franco, la estatua valenciana fue objeto de varios ataques. En septiembre de 1976 le fue colocado un artefacto explosivo que, sin embargo, no tuvo mayores consecuencias, y posteriormente casi dos años después, en mayo de 1978, dos individuos intentaron derribarla con la ayuda de un camión y cables metálicos. Este fracasado intento fue reivindicado por el FRAP.
La victoria belica como legitimación del poder franquista, como vimos antes, no desapareció, ni mucho menos: ocupó un plano secundario como referente simbolico a no olvidar. Se hicieron concentraciones de excombatientes: a las calles de Pontevedra salieron diez mil de estos excombatientes, una forma de recordar -según decía la propaganda- la gran contribución de la región gallega a la “cruzada de Liberacion”. La nueva propaganda ya no precisa movilizar emocionalmente a la población en las calles pero no se podía olvidar que el discurso del nacional catolicismo formaba parte de la «herencia cultural» de la “cadena de la memoria», en expresión de la socióloga Danièle Hervieu-Léger. La cultura del laicismo republicano ya se había desmontado durante la década de los años 40 y ahora no resultaba necesario dedicar esfuerzo alguno a ese objetivo, ahora se trataba simplemente de no renunciar a una tradición.
Los términos Cruzada y Guerra Santa, que aludían a la legitimación bélica, no desaparecieron de forma absoluta: fueron relegados a una posición secundaria. A pesar de ello permanecieron como vigilantes elementos tutelares en esta nueva narrativa del poder. Las expresiones esencialistas de la patria cedieron su espacio a los conquistas de un consumismo que empezaba a estar al alcance de las clases medias: el desarrollismo hacía necesario dejar de lado las invocaviones a la Cruzada, pero sin hacerlas desaparecer. En los actos públicos de mayor relevancia visual, aunque de menor importancia comunicativa, se recurrió al tipo de ceremonias político religiosos propias de la anterior etapa: así sucedió con los tedeum, misas de campañas y celebraciones realizadas con motivo de la inauguración de las dos estatuas de Franco. A estos actos quedó reducido el uso del lenguaje grandilocuente y la adjetivación hipermoralizada del relato propagandístico nacional católico, empleados siempre como apologéticas alabanzas dedicadas al dictador.
La labor propagandística realizada a través de las exposiciones, carteles y las diversas publicaciones oficiales debía tener un carácter homogéneo. Para ello la Comisión Interministerial envió una serie de directrices internas con los criterios a seguir :
“ Deben exponerse los hechos, y a ser posible la valoración en cifras de los mismos, así como las disposiciones legales de mayor trascendencia y una breve alusión sin comentario elogioso alguno, para evitar que el público las considere como material de propaganda, y por lo tanto las rechace sin leerlas”
“Convendría siempre hacer algunas alusiones a las dificultades que ha habido que superar en cada sector, sobre todo por haber heredado situaciones desfavorables”
“Habrá que poner un especial cuidado en destacar la continuidad de la labor realizada a lo largo de los 25 años, para que en forma alguna pueda sacar el lector la impresión de que unos Gobiernos han sido más eficaces que otros, pues se debe tener muy presente que el Presidente de todos los Gobiernos ha sido siempre la misma persona”
El nivel de detallismo alcanzado en las ordenes sobre los distintos aspectos de la campaña fue muy grande: se fijaban los lugares urbanos apropiados para la colocación de carteles y el numero en que debían distribuirse. De la preocupación por controla y dirigir su desarrollo da cuenta la recogida de datos estadísticos y la redacción por parte de la Comisión de directrices internas orientando sobre el tipo de datos que debían figuran en las exposiciones, en las conferencias ,en publicaciones de libros y recomendaciones para evitar frases que recordaran a la retorica usada en la primera etapa de la dictadura. Había que evitar que se viese en las celebraciones el estilo de las campañas propagandísticas de los décadas de los 40 y 50. El desarrollismo quería tener su propio estilo: menos emocional y más tecnocrático.
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