Jorge Elbaum: «Lo que las derechas neoliberales no pueden soportar es una derrota militar para Estados Unidos que trata de superar haciendo durar esta guerra lo más posible, hasta el último ucraniano»

Fragmento del Ciclo Dialogos Ucrania, organizado por el Observatorio Geohistórico de la Universidad Nacional de Luján, y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), con la participación de Martín Martinelli, Jorge Elbaum, Nazareth Chanique y Gastón Bennardis

Por Jorge Elbaum y Martín Martinelli

Jorge Elbaum: ¿Cómo empezar a hablar de una situación que, efectivamente, ha cambiado el mundo? A aquellos que nos gusta hacer un proceso sistemático de lectura de Historia social y política, sabemos que, nos guste o no, los conflictos militares son muchas veces bisagras porque lo que no puede resolverse de manera política y diplomática, termina en una situación donde hay miles de millones de desplazados y población civil asesinada. Este es el caso del Donbass desde el 2004 por eso hacer Historia es imprescindible para entender un conflicto que viene desde hace mucho tiempo.

El primer capítulo podríamos llamarlo como el “Rus de Kiev”. El primer país de Rusia se generó a partir de una invasión vikinga en el siglo IX con capital en lo que hoy es Kiev, la actual capital de Ucrania. Esta es la primera forma de lo que nosotros conocemos como ‘Rusia’. Ese Rus adquiere nuevas formas con los años y sobre todo con algunas invasiones de Mongolia que empuja a trasladar su capital y centralidad al norte para defenderse y evitar el contacto con invasores. Entonces, es ese mismo origen que tiene una primera sede en Kiev y después en Moscú. ¿Por qué hago referencia a esto? Para mostrar el vínculo histórico desde el siglo IX entre el concepto de Rusia y el concepto de Ucrania que están íntimamente ligados.

Un segundo elemento hay que destacar, saltando unos cuantos siglos, para entender también cierta animosidad por parte de Ucrania hacia los rusos de índole más eslava. En este caso, tiene que ver con que a principios del siglo XX Ucrania quiso constituirse por fuera de la Unión Soviética y cuando triunfan los bolcheviques, se produce una contrarrevolución en diferentes partes de lo que era en aquel momento la Unión Soviética y el foco más importante de esa rebeldía fue, justamente, Ucrania en la zona oeste con apoyo británico y francés. En ese momento, estuvieron en guerra contra el Ejército Rojo durante casi tres años hasta que el jefe de dicho ejército, Trotsky, obtiene una victoria en 1920- 1921 por lo que los líderes políticos y militares ucranianos derrotados se van al exilio, casi todos a Alemania.

¿Por qué este segundo elemento de la historia es clave? Porque estos grupos derrotados, en realidad, se vinculan con el nacionalismo alemán que a partir de la década del ’30 busca la derrota de la Unión Soviética y también una independencia de una de las repúblicas que era Ucrania. Los sectores que se fueron al exilio, más aún los liderados por el nacionalista de derecha Stepan Bandera, se suman a las fuerzas nazis y son parte de la invasión a la Unión Soviética en el año 1941. De hecho conforman regimientos y batallones muy criminales como lo fue el Batallón Galitzia que hace destrozos terribles contra la población rusoparlante, contra los gitanos y contra los judíos.

El resultado de la invasión alemana termina en un genocidio feroz que incluye unos 300 mil gitanos, un millón y medio de judíos y medio millón de rusoparlantes. El tema con los judíos era muy importante porque la Revolución Rusa le había otorgado la identidad y nacionalidad a judíos rusos, cosa que no tenían en épocas zaristas donde los judíos eran apátridas en Rusia aunque fueran una población cuantitativamente importante. La mayoría de los judíos asesinados en la invasión alemana eran de Ucrania. ¿Por qué los ucranianos exiliados actuaron así? Obviamente compartían una lógica nazi, un odio hacia gitanos, judíos, testigos de Jehová, homosexuales, comunistas, socialistas, etc., pero en el caso de los judíos tenía que ver con que gran parte de las tropas iniciales de los que habían combatido contra los ucranianos en la década del ’20, eran de esta tradición y se habían sumado a una identidad nacional soviética por habérseles concedido la nacionalidad.

Entonces, este segundo elemento es importante porque los ucranianos son derrotados por segunda vez. Sin embargo, hay más particularidades para destacar porque si bien lingüísticamente son parientes porque decir “ruso” y decir “ucraniano” es como decir “castellano” y “catalán”; es decir, son lenguajes; lo cierto es que, además, hay diferencias dentro de Ucrania porque en el este se habla ruso,  en el oeste se habla ucraniano y en el medio un mix de ambas lenguas. Entonces, los ucranianos son derrotados dos veces, en el ’20 y en los ’40, quedando una sensibilidad de mucho odio y resentimiento, que se traduce dentro de la propia Ucrania, en relación a los rusos. Ese resentimiento se va consolidando con la intención de algunos sectores de sumarse a Europa contra Rusia pos- Unión Soviética a partir de la década del 90.

En ese momento empieza un proceso apoyado por Estados Unidos y la OTAN llamado la “Revoluciones de Colores” y se instiga a estos sectores a una venganza contra los rusoparlantes que se desarrolla en la revuelta de los ucranianos: el oeste en el Maidán en 2004 y la del Euro- Maidán en 2014 donde se inicia un proceso básicamente de persecución, proscripción de partidos políticos que pretenden un vínculo cordial con Rusia, detención de legisladores que no se apegan a la tradición del Euro-Maidán. Empieza así una limpieza étnica, un genocidio, contra la población rusoparlante del Donbas.

Estos tres capítulos, 1917, 1941 y 2014, van de la mano. No es posible pensar esta situación sin entender esos tres momentos. Es lo que, en términos históricos, es la disputa para ver quién es realmente el origen de esta tradición que remite al siglo IX.

Ahora bien, ¿cuál es la lógica de Estados Unidos? Todos sabemos que cuando Alemania consolida nuevamente su unificación, hay un acuerdo de que la OTAN no iba a avanzar más allá de la Alemania unificada. Esto está en un montón de documentos y los retoma incluso Kissinger en varias oportunidades. Sin embargo, a partir de 1997 varios estados cada vez más cerca de Rusia se suman a la OTAN. Ahí hay una provocación y un intento por esa vieja frase de 2001 de Hillary Clinton donde decía que la Federación Rusa era demasiado grande para ser un estado único y consolidado porque, encima, tiene reservas energéticas incalculables y ha sobrevivido con una capacidad bélica muy relevante. Así, Clinton invitaba a la fragmentación o balcanización de Rusia como lo habían hecho con la ex Yugoslavia.

Al comenzar este proceso de intento de apriete o de debilitamiento a la Federación Rusa combinado con un ataque sobre la población rusoparlante que se sentía partícipe cultural y lingüística de la tradición ruso- eslava. En 1914-1915  hubo una serie de acuerdos llamados los Acuerdos de Minsk que tenía como uno de sus garantes al jefe de gobierno francés de ese momento, Hollande. Traigo su nombre a esta charla porque hace unos días su esposa, activista y ex funcionaria socialista, increpó a la Unión Europea a decir la verdad acerca de que Zelenski está monitoreado y dirigido por Washington y que todos los Acuerdos de Minsk habían sido destruidos por esa voluntad del oeste de Ucrania instigados y apoyados con millones de dólares por Estados Unidos.

Entonces ahí tenemos el panorama que consolidó la intervención militar rusa en Ucrania, que ya más o menos cuenta en términos militares con 1⁄4 de territorio de Ucrania, tanto en el sur como en el este y noreste, ocupado por Rusia quedándose en el futuro con todos los puertos más importantes, faltando el de Odesa en el sur. Así tendría un territorio que va desde el este por el Donbas hacia el oeste con Transnistria que es una franja de tierra está entre Ucrania y Moldavia que tuvo un conflicto bélico hace dos décadas a partir de su necesidad e interés de seguir siendo parte de la Federación Rusa. Lo más importante en términos histórico- políticos es lo dicho hasta aquí.

Ahora trataré de profundizar en aspectos geopolíticos y comenzaré afirmando que esta guerra es la primera vez en la historia de los Estados Unidos que un país le pone un límite militar. Sabemos de las derrotas de Estados Unidos en diferentes guerras, sobre todo en la de Vietnam, pero nunca había habido una situación del conflicto bélico en la cual un jefe de estado como Putin les diga: “si ustedes entran acá, yo apretó un botón nuclear”. Obviamente, y lo ha dicho claramente, si la OTAN trata de ingresar a Ucrania con fuerzas de la OTAN Rusia responderá. Por eso, la OTAN no ha ingresado institucionalmente más allá de préstamos y armas. Lo que las derechas neoliberales no pueden soportar es una derrota militar para Estados Unidos que trata de superar haciendo durar esta guerra lo más posible, hasta el último ucraniano, y tratando de que Rusia pague el costo no solo militar sino también económico y de prestigio internacional como para limitar sus posibilidades de cooperación.

Estas intenciones de Estados Unidos y de Europa Occidental han fracasado. Hubo seis paquetes de sanciones que no lograron el cometido de destruir la economía y finanzas rusas. Por el contrario, en el mundo tiene una valoración superior a la que tenía previo al conflicto, las exportaciones de los productos básicos rusos han aumentado y no solamente en términos específicos sino también porque al incrementarse el valor internacional, permitió que el Banco Central Ruso tenga cada vez más divisas y su moneda se consolida como una de las de mejor situación. Sí hubo caída del PBI del 2% esperando que el año que viene pueda repuntar pero, así y todo, fue infinitamente menor a lo pretendido por Occidente.

En términos geopolíticos, ¿qué pasó? Algunos pueden hablar de una nueva guerra fría; otros del fin del unilateralismo; otros hablarán de la multilateralidad bélica; otros considerarán que el neoliberalismo está en crisis porque las soberanías se empezaron a reivindicar. Todo esto sí tiene efectos muy fuertes sobre América Latina porque permite, sabiendo el peso que tenemos en América Latina y el Caribe con Estados Unidos, que exista la posibilidad de articularse con otros países es una oportunidad para nuestras naciones. Esto se ve claramente en algunas rebeldías regionales como la de Venezuela, Nicaragua o Cuba que permiten que desfilen tropas rusas o chinas en sus territorios sin que Estados Unidos pueda hacer lo que hacía tiempo atrás que era invadir inmediatamente.

Para concluir esta etapa de la explicación, podemos advertir que estamos frente a un mundo impensado una década atrás, con una América Latina con más autonomía potencial y real, con mayores desafíos y debilidad de Estados Unidos para poder administrar y gestionar todos los conflictos a nivel global, con una economía norteamericana que no logra convertirse en la primera en términos estratégicos aunque lo sigue siendo en PBI pero ya no como locomotora y con cambios que tiene que ver en las .relaciones de cooperación y articulación.

En relación a esto, un dato clave: China hoy es el principal socio comercial de la mayoría de los países del mundo y, además, es el primer financista de proyectos de desarrollo, superior al Banco Mundial. Evidentemente, estamos en un mundo diferente al que teníamos una década atrás y la hipótesis es que China va a seguir creciendo y que el dólar va a dejar de ser la moneda más importante. Nos esperan grandes posibilidades, hay que ver si son aprovechadas como región para lograr niveles superiores de autonomía e independencia frente a quien ha impedido sistemáticamente el desarrollo, Estados Unidos.

Martín Martinelli: ¿Cómo observas el pedido de Argentina para el ingreso a los BRICS+?

Jorge Elbaum: Es estratégico. Si Argentina, Irán y Venezuela, que también está debatiendo su ingreso, empezamos a construir una articulación global por fuera de la OTAN, que es el brazo militar, y del Fondo Monetario, que es el brazo financiero. Ese 12% de la humanidad quiere imponer a los demás sus reglas sin consultarlas con nadie. Eso es lo que aparece con países muy poderosos y con una historia muy rica: Rusia tiene mil años de historia y Estados Unidos mucho menos. Rusia resistió y sobrevivió a invasiones de todo tipo, pagó muy caro no sólo con la desintegración de la Unión Soviética sino en el hecho de que hay nazis desparramados por todos lados y que nadie lo admite: a nivel global hay un supremacismo nazi ratificado con bases militares en todo el planeta.

Estados Unidos, en su lógica interna y externa, habla de derechos humanos y hasta hace unos años secuestraba niños de los pueblos originarios de Norteamérica para enclaustrarlos en cárceles y golpearlos hasta la muerte. Estamos frente a un modelo de gobernanza global que pretende imponer al resto del mundo en una contradicción entre la reivindicación democrática y no parar de hacer guerras, desparramar armas en todo el mundo, bases militares en los cinco continentes, apoyar genocidas y golpes. Es decir, la careta de Washington se cayó y lo único que tienen de libertad es el nombre de una estatua.

Entonces, estamos frente a víctimas internas y externas de Estados Unidos. En este sentido, vemos lo que hicieron en Ucrania al instigar el odio es la misma lógica que utilizan hacia el interior de su territorio. Calcada lógica vemos en Israel con el apoyo que le dan frente a los pueblos históricos. No hay geopolítica que se pueda pensar sin una perspectiva ética y política; hay que ponerle nombre a las cosas porque sino, hacemos un academicismo vacío que queda plastificado detrás de terminologías y la gente no puede posicionarse respecto de qué mundo quiere y qué país quiere.

Martín Martinelli: Respecto de esto último que decís, es importante dar esa batalla. No quedarnos con lo que podemos decir en un aula que es válido pero hay que llegar a los manuales escolares, a los canales de televisión o radios. ¿Cómo ves la lectura que hacen  los medios de Rusia, India, China?

Jorge Elbaum: No es fácil pero hay que dar esa batalla. En mi caso, y el de compañeros míos, soy militante y activista en mi país con una forma de ver la vida que, en un momento de la historia, pudo ser derrotada pero considero que es  imprescindible. Yo vengo del mundo académico, trabajo como docente universitario hace  38 años y siempre fui activo políticamente vinculado a la tradición nacional, popular y revolucionaria. Desde ese lugar, creo que nuestra obligación, en memoria de los 30.000  compañeros desaparecidos, es seguir dando la batalla que ellos sostuvieron y por la que dieron la vida. Me siento parte de los ecos de esa generación heroica, con gran nivel ético profundo.

Hay que dar la batalla en todos lados y la palabra tendrá diferente forma según el lugar. A mí me criticaban porque voy a lugares que algunos llaman “de cuarta” pero voy porque creo que hay que dar la discusión en todos lados. Tenemos la responsabilidad de no arrugar en ningún lugar. Entonces, doy clases en los doctorados y hablo distinto pero digo lo mismo que en “Crónica” porque lo hago sobre evidencias y sobre una perspectiva. Yo tengo un punto de vista que está al servicio de las mayorías, en contra de la imposición y la lógica brutal imperialista. Cada uno tiene que sacarse la careta y decir desde dónde habla.

Gastón Bennardis: ¿Cuál es tu caracterización actual sobre esta nueva ola nazi? ¿Cómo se combate?

Jorge Elbaum: La realidad es que la tradición judía, mayoritariamente, hasta principios del siglo XX estuvo muy vinculada a la tradición progresista. Hay un libro extraordinario de Enzo Traverso que habla sobre el fin de la comunidad judía. Acá debemos hablar de que el Estado de Israel en 19478 empieza una bisagra en la tradición judía que, a diferencia de otras, contiene en su seno una corriente agnóstica/atea pero que se aferra a una tradición política de izquierda y esto se vio claramente en el siglo XIX y XX con las vinculaciones con el anarquismo, al comunismo, al socialismo.

Esto empieza a cambiar con el nacimiento del Estado de Israel aunque no inicialmente porque gran parte de los países que conformaban la “cortina de hierro” fueron los primeros en reconocer a este nuevo estado por un tema vinculado a la Segunda Guerra Mundial. El punto es que el Reino Unido ocupaba Palestina y Cisjordania como parte de la partición que hizo junto a Francia del antiguo Imperio Otomano. Entonces vemos que hay muchos actores en los años ’30 y ’40, por ejemplo, actores político-religiosos como Jerusalén que se encontraron con Hitler pero no para suscribir a su política genocida sino por ser enemigo del mismo enemigo. Así, vemos una impronta muy fuerte dentro de Medio Oriente de quienes suscribieron a la Alemania nazi.

En ese marco es que la Unión Soviética apoya el nacimiento del Estado de Israel aunque con dudas. Lo cierto es que la ruptura del Estado de Israel con los países de la región se produce  en 1956 con la guerra y aparecen todas las contradicciones. Después lo israelí se suma a la tradición de Estados Unidos convirtiendo al sionismo, el nacionalismo israelí, en una versión fascista, sinónimo de ocupación militar y de limpieza étnica pero no lo fue en el siglo XIX cuando las primeras comunas se instauraron en paz con sus vecinos árabes- musulmanes. Lo que vemos hoy no tiene nada que ver con ese origen y no hay ninguna tradición que esté ligada a una derecha que es a la que adscriben gente como Wolf o instituciones como la DAIA.

Uno mira la realidad de los armenios en Argentina o de los musulmanes a nivel global  y hay diferencias muy fuertes dentro de sus tradiciones. Muchas de esas diferencias son ideológicas por eso ya no me preocupa tanto que se homogeneice la tradición judía argentina sino que se olvide la tradición a la que pertenecemos que es de mucha formación, de lucha y de hecho, el 10-12% de los desaparecidos eran judíos mientras que en los ’70 la población judía en Argentina no era más que el 0.2% del total. Es decir, hay una larga tradición que explica por qué estamos en las antípodas de esa versión fascista judía a la que yo denuncio.

Nazareth Chanique: Quiero retomar el diálogo que tuvimos en el Foro Internacional por Palestina donde hablamos del final de algo que no termina de morir y el inicio de otra cosa que no termina de nacer. Este tópico ha venido haciendo ruido en diferentes escenas de la intelectualidad latinoamericana y desde el 24 de febrero Ucrania representa un parteaguas en cuanto a las redefiniciones de las cosas. ¿Qué percepción tenés sobre esto?

Jorge Elbaum: Creo que los procesos históricos son eso que dice Hobsbawm en Camaradas. Esta idea de que vivimos inmersos en aguas, nadando y no podemos tener en claro para dónde va y cuándo cambian las aguas. Lo que sí tenemos es la responsabilidad de no perder la brújula y saber que puede cambiar para bien o para mal. Sin embargo,  sabemos que aunque el agua nos lleve para un lugar, redirigimos el nado.

En esto que estoy diciendo hay una perspectiva que cualquiera podría llamar sociológica o filosófica. La Historia se empecina en sorprendernos. Hace apenas 40 años Fukuyama decretaba el fin de la historia y la continuidad de un modelo incremental neoliberal pero la soberbia de los poderosos lo que hace es tratar de imponerse como vencedores con un relato único que posiciona como inútil cualquier lucha. La realidad objetiva es que puede pasar eso en la historia y que uno termine convirtiéndose momentáneamente marginal pero los que hacemos conciencia de la Historia en el sentido de Gramsci es pensar en para dónde apuntar que es en lo que podemos equivocarnos. Sin embargo, no nos equivocamos en el hecho de la condición de ir para un lugar.

En ese sentido, primero se creía que todo estaba perdido hace 40 años y la Federación Rusa volvió  a tocar el timbre de la Historia y a marcar los límites a la OTAN. Esto es importante en términos de parteaguas pero además que es fundamental en términos de empoderamiento de las soberanías nacionales que son las razones del enfrentamiento al neoliberalismo. Así, si alguien me pregunta cuál es la contradicción de la época yo digo: soberanía vs. neoliberalismo porque el neoliberalismo quiere terminar con los estados, imponer, en nombre del mercado, una lógica única de acumulación financiera y disolver la política para que gobiernen las transnacionales de Wall Street y el modelo militar industrial.

Es una buena noticia el avance de China que aprovechó una ventana, curiosamente neoliberal, a partir de la década del ’80. Sobre esto Estados Unidos y el neoliberalismo pensaron en que China va a seguir esa lógica y que eso se iba a comer al Partido Comunista Chino pero fracasaron porque el comunismo está haciendo una NEP, como la que hizo Lenin a principios del siglo XX, que no tiene fecha de caducidad y va a seguir acumulando capital al servicio de los intereses chinos y de la soberanía de sus pueblos. Esto es una novedad extraordinaria para la humanidad. Primero porque es mentira que la productividad entendida como una función del valor trabajo y del valor inversión sea únicamente aceptable desde la lógica de la OTAN y de Estados Unidos. China hoy es más productiva que Estados Unidos. Además, en segundo lugar, volvió a emerger de la Historia la Madre Rusia para ponerle límites y vencer a los sectores más trogloditas y asesinos de la humanidad.

¿Qué es el nazismo hoy? Son esos batallones de los que hablamos pero también la lógica que mata migrantes en el Mediterráneo, es también Estados Unidos con casi 40 millones de indocumentados, es también el supremacismo, el militarismo, la lógica de la droga. Todo eso es el nazismo hoy y quien ha tomado la vanguardia de combatirlo es Rusia y la humanidad debería agradecérselo, como ya lo tendría que haber hecho en 1945 por haber sido la vencedora.

Y no hay que dejar de mencionar a los medios de comunicación embrutecedores de la conciencia humana y como difusores de una mentira sistemática, se encargan de ocultarle a la sociedad el enorme costo que esta batalla está teniendo a la Federación Rusa. Los 27 millones de rusos que murieron en la Segunda Guerra Mundial no son nombrados por nadie, hay víctimas de primera y de segunda. Quienes están dando hoy la batalla contra el nazismo merecen nuestra empatía, homenaje y agradecimiento.

Martín Martinelli: China está ahora con la Nueva Ruta de la Seda, una Organización para la Cooperación de Shangai y lidera en lo financiero en algunos sectores pero tiene una dinámica que se diferencia en lo bélico más allá de que tenga una inversión militar porque entra en esa lógica de las potencias. En cuanto a su rol como potencia, sin distinguir cuál es el máximo hegemónico, ¿cómo comparas el valor que se le da a la violencia en el caso chino y de Occidente en general?

Jorge Elbaum: En el libro que escribimos, La OTAN contra el mundo, hablamos de estas cuestiones militares. El coautor Sergio Rodríguez Gelfenstein tiene formación militar en Nicaragua y Cuba así que es un gran analista de esos temas.

Los modelos geopolíticos impuestos por Estados Unidos y China son contradictorios. China no impone gobiernos a nadie, no dice qué sistema político de gobierno hay que tener; es lo contrario a lo que hace Estados Unidos que se involucra y es el mayor financista comercial, político y económico de, entre otros, Mauricio Macri que no existiría si no existiera la Embajada de Estados Unidos como cabeza estratégica de la derecha en nuestro continente. Han logrado un genocidio en América Latina en los ‘70y ’80 que se llevó a 2 millones de personas. Estamos hablando de una lógica imperial genocida interior y exterior. China comercia con Brasil con Bolsonaro y no tiene problemas ni le impone quién debe gobernar. Son formas que tienen basamento cultural.

Si tomamos en cuenta la Historia, ¿cuál es el continente en el que ha habido más guerras, que ha expandido colonialismo y violencia? Es Europa. Cuando en 1870 se reparten África, no participan Rusia ni China. No digo que Rusia no fuera un imperio porque lo es pero tiene una lógica diferente a la europea y la norteamericana que son supremacistas. Podemos observar que Rusia tiene 130 minorías étnicas, no las asesinó como Estados Unidos o nuestras élites locales en la “Campaña del Desierto”. Es la lógica de la lucha contra la barbarie pero la barbarie son ellos. Europa es la barbarie imponiendo al mundo toda la lógica colonial bélica. Sólo entre la Primera y Segunda Guerra Mundiales se comieron más de 100 millones de personas, ¿tenemos noción de eso? En la Segunda Guerra Mundial murieron 60 millones de personas de los cuales la mitad fueron rusos.

¿Qué podemos aprender? ¿Qué aprenden los chicos en la escuela si sólo estudian Europa y no saben nada de China o de Rusia? No saben nada de la historia de la India ni de los pueblos de Latinoamérica. Nos la pasamos alabando a tipos que han llevado a la muerte a la humanidad. Esa es la diferencia: que Estados Unidos pretende imponer una supremacía al resto del mundo, con sus reglas de juego mientras China no va por ese camino.

Jorge Elbaum (Argentina, 1961) es un sociólogo, periodista, investigador y profesor universitario argentino. Fue el primer presidente del Llamamiento Argentino Judío, embajador de la Cancillería argentina ante la International Holocaust Remembrance Alliance y dirigió la Escuela de Defensa Nacional (EDENA). Coordinó a nivel nacional el programa educativo PROGRESAR. En la actualidad, es periodista en el portal El Cohete a La Luna, dirigido por Horacio Verbitsky. Es investigador en temáticas de ciencias sociales y poeta.  profesor de grado y posgrado en diferentes universidades. Escribe en Página/12, trabaja en C5N, y AM750, es profesor en la UNLAM.  Entre sus libros se encuentran: Efecto Nisman: los usos políticos de una muerte, (2019); Que siga el baile: discriminación y racismo en la diversión nocturna (1997). Del atlantismo al polo euroasiático. El conflicto en Ucrania como anuncio de una nueva configuración global (2023) América Latina en la nueva configuración geopolítica (2020) y La OTAN contra el mundo. El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época (2022) estos tres con Sergio Gelfenstein.

Martinelli, Martín (Argentina, 1982). Doctor en Ciencias Sociales, Historiador. Universidad Nacional de Luján (Argentina). Coordinador del Grupo Especial Revista Al-Zeytun / CLACSO «Palestina y América Latina» (2019-2022) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Universidad de Buenos Aires), Comisión Directiva del Observatorio Geohistórico (UNLu). Autor del libro “Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias”. Compilador de: “Medio Oriente y la cuestión palestina”, “Palestina, Medio Oriente y Nuestra América”, “Irak, Medio Oriente y el mundo árabe a 20 años de la invasión liderada por los EEUU”, “Revoluciones, movimientos sociales y conflictividad política (siglos XX y XXI)”, “Un mundo bajo nuevas coordenadas”. Dirige el PICT “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo”. Investiga la reconfiguración del sistema mundial desde la historia contemporánea, el nacionalismo y el imperialismo en Medio Oriente. https://www.researchgate.net/profile/Martin-Martinelli  

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