Gustau Muñoz, la Transición al descubierto

en dos meses la organización está liquidada, lo que hace pensar que el asesinato de Gustau formaba parte de una estrategia bien definida para desarticular a un partido incómodo y radicalmente opuesto al rumbo que estaba tomando la Transición

Por Angelo Nero

Gustau Muñoz nació un 7 de marzo de 1962, en Sevilla, era el tercero de cinco hermanos. A los pocos años de nacer su familia se trasladó a Barcelona, por motivos del trabajo del padre, que era agente de viajes. Estudió en los Salesianos, donde se destacó como jugador de hockey sobre patines, una de sus aficiones de la infancia, aunque su gran pasión sería la montaña y la fotografía. Con su hermano Marc compartiría muchas de sus jornadas de escalada. A los quince años dejó los estudios y comenzó a trabajar en un supermercado, como repartidor, y más tarde cambió de trabajo, para entrar en una agencia de viajes, mientras lo compaginaba con sus estudios de inglés.

Comenzó su compromiso político en el entorno de la CNT, donde también militaba un hermano suyo, participando en las asambleas y movilizaciones de la negociación del convenio de transportes, en 1978. A principios de ese año tras una multitudinaria manifestación en Barcelona de la central anarcosindicalista, en la que habían participado 15.000 personas, contra los Pactos de la Moncloa, se produjo el incendio de la sala de fiestas Scala, en la que murieron cuatro personas. Aunque con el tiempo se revelaría que había sido un complot policial para criminalizar a la CNT, entonces fueron detenidos y juzgados varios militantes anarcosindicalistas. Gustau Muñoz se movilizó también en las manifestaciones de apoyo y en la campaña a los presos del caso Scala. También fue activo en las movilizaciones de la enseñanza y en las movilizaciones independentistas que los domingos se organizaban en la plaza de Sant Jaume.

En estas movilizaciones entra en contacto con el PCE (i), una escisión que se había producido en el seno del PSUC en 1967, y que, a su vez, había dado lugar, en 1968 al grupo Bandera Roja, en 1970 a la escisión PCE (i) Linea Proletaria, y en 1975, se convertiría en el Partido del Trabajo de España (PTE). En Cataluña, en 1975 se produjo también una escisión de Linea Proletaria, que recuperaría el nombre de PCE (i), y que se declaró partidario de la independencia de los Països Catalans, dentro de una órbita maoista y obrerista. Gustau Muñoz se integró en las juventudes de este segundo PCE (i), en la Unión de Juventudes Marxistas-Leninistas, destacándose como miembro de apoyo a las manifestaciones. En una de ellas, convocada por la Asociación de Amistad y Solidaridad con el Pueblo Saharaui, resultó herido por un pelotazo de goma en la frente.

Sus habilidades en la escalada le hicieron participar en una acción espectacular, colgando con un compañero una pancarta exigiendo la libertad de expresión en el techo del Monasterio de Monserrat, para protestar por el consejo de guerra al grupo teatral Els Joglars, por su obra La Torna. Ante la mirada sorprendida de benedictinos, guardias civiles, feligreses y montañeros, Gustau consiguió escapar con sus compañeros sin ser detenido.

El once de septiembre de 1978, diada nacional de Catalunya, son varias las organizaciones políticas y sociales que se movilizan en Barcelona. El PCE (i) también convoca a su militancia con el lema “Fuera las fuerzas de ocupación” a una manifestación en la Plaça de Sant Jaume, que pese a no ser legalizada, congrega a numerosos simpatizantes. Gustau, como militante de la Unión de Juventudes Marxistas-Leninistas forma parte del piquete de defensa, la primera línea de choque frente a los antidisturbios, que no tardan en aparecer para disolver la manifestación que comienza a las ocho de la tarde en la calle Ferran, y que marchaba hacia La Rambla en dirección a la Font de Canaletes. Cuando la manifestación contaba ya con cerca de dos mil personas, la policía comenzó a cargar, disparándoles botes de humo y pelotas de goma para disolverlos, a lo que el piquete de defensa respondió con el lanzamiento de cócteles molotov.

Tal como consta en la declaración del policía José Luís Varela Mirás, cuando se encontraba en compañía de dos compañeros de la BPS en un coche camuflado, en la Praça de Sant Miquel, vio llegar a un grupo de manifestantes, e intentó detener a cinco de ellos, entre los que iba Gustau y Marc, esgrimiendo su arma reglamentaria, pero los militantes eludieron la detención arrojándole un cóctel molotov, a pesar de que el policía disparó hasta cinco veces al grupo en su huida.

Un segundo policía de paisano, presuntamente Francisco Martínez Menéndez, persiguió al grupo de Gustau, hacia la calle Ferrán, realizando varios disparos y alcanzando al joven por la espalda, que cae frente a la fachada del Sindicato de Banqueros, herido por una bala del calibre 38, y disparada a pocos metros de distancia. Dos policías intentaron quitarle la bala en el mismo lugar del crimen para no dejar huellas, y al no conseguirlo desaparecieron. Transladado el cuerpo del joven al dispensario médico de Pere Camps, permaneció custodiado por fuerzas policiales, hasta que fue conducido al Hospital Clínic, donde certificaron su muerte.

Al día siguiente la policía, al mando del comisario Miguel Rubio, que solo dos meses antes había dirigido el operativo en los sanfermines de Pamplona que habían causado la muerte de Germán Rodríguez y habían dejado 150 heridos, ordenó que se adelantara la hora del entierro de Gustau Muñoz, para evitar el homenaje público de sus compañeros. Al enterarse de la estrategia policial un centenar de militantes del PCE (i), de las UJML y de la CNT, y de simpatizantes, se dirigieron al cementerio, siendo duramente reprimidos por los antidisturbios, que incluso realizaron algún disparo con fuego real, a pesar de lo cual un pequeño grupo pudo llegar hasta el lugar del enterramiento y, puño en alto, cantar la Internacional como último homenaje.

Conforme fueron saliendo del cementerio, 30 militantes del PCE (i) fueron detenidos e incomunicados, y la represión desatada contra el partido alcanza tal magnitud que, prácticamente, en dos meses la organización está liquidada, lo que hace pensar que el asesinato de Gustau formaba parte de una estrategia bien definida para desarticular a un partido incómodo y radicalmente opuesto al rumbo que estaba tomando la Transición.

El proceso judicial sobre el asesinato de Gustau estuvo plagado de irregularidades, la bala que lo mató desapareció, así como la camisa que llevaba el joven en el momento de su muerte, la audiencia nacional se inhibió de la causa, y el juzgado número 6 de Barcelona hizo varios intentos de concluir el proceso, sin procesar a ningún policía, hasta que, finalmente, en 1983, decretó el sobreseimiento de la causa.

El 28 de octubre de 2018, la familia de Gustau Muñoz presentó una querella ante el Consulado Argentino de Barcelona, para que la jueza María Servini, que investiga los crímenes del franquismo, procesara a Rodolfo Martín Villa, ministro del interior en el momento de su asesinato, cómo uno de los responsables.

Cada once de septiembre la izquierda independentista sigue rindiendo homenaje al joven militante del PCE (i) en el lugar donde fue asesinado.

En 2021 Jaume Domènech dirigió el documental «Gustau, la Transición al descubierto», que se puede ver en el siguiente enlace:

https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/sense-ficcio/gustau-la-transicio-al-descobert/video/6117373/

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