Por Luís Carlos Pariente / miembro de La comuna de presxs y represaliadxs del franquismo
Chato comenzó a luchar en los momentos más oscuros de este país. Y desde entonces no dejó nunca de hacerlo. La sonrisa perenne que le intentaron arrebatar nunca tuvo un otoño en su boca, y sus palabras, siempre tranquilas, han sido un eterno regalo para los que hemos tenido el placer de escucharle. Chato era un luchador, una persona íntegra, valiente, fuerte y cariñosa con todos aquellos que nos acercamos a él.
Se marchó dejándonos miles de regalos. El de una pelea por la justicia que debe continuar por su recuerdo y el de tantos otros, el de ser mejor que ellos porque solo así se construye un país mejor. El de querer y respetar a todos los que tienes alrededor, el de abrazar a los que llegan nuevos y cuidar a los que siempre estuvieron. Chato era de esas personas que hacen este mundo un lugar más bonito, más luminoso. Un mundo así es por el que luchaba él desde decenas de trincheras, y por el que seguiremos luchando con tu recuerdo.
Se marchó un hombre que deja millones de amigos, personas agradecidas que hoy llenan las redes por su recuerdo. Chato, eras de esa especie difícil de encontrar entre los seres humanos, la que se hace querer desde el primer momento, sin dudar ni un instante.
Escucharle cinco minutos era un máster acelerado en Justicia y humanidad, sentirte cerca ha sido un orgullo que podremos contar a todos aquellos que nos pregunten. Tus pinceladas de Libertad y Memoria resuenan hoy en Argentina, Francia, Estados Unidos y cientos de lugares más. Tu voz nunca se apagará mientras te tengamos en el recuerdo Chato, y podemos garantizarte algo, nunca te olvidaremos.
Tu camino no acaba aquí Chato Galante, gracias por tu fuerza, tu ejemplo y tu valentía. Gracias, al fin y al cabo, por ser tú.
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