Farha, el infierno de la ocupación de Palestina en los ojos de una niña

Inspirada en la historia real que sufrió una joven llamada Radiyyeh, “Farha” muestra con toda su crudeza el instante preciso en que la historia del pueblo palestino cambió para siempre y los convirtió en apátridas en su propia tierra

Por Angelo Nero

Darin J. Sallam es una joven directora jordana, que, hasta ahora, había rodado varios cortometrajes: «Still Alive» (2010), «The Dark Outside» (2012) y «The Parrot» (2016), con los que obtuvo varios premios y reconocimientos en festivales internacionales en todo el mundo, como la Berlinale Talents Project, el premio de cine de la Robert Bosch Stiftung, en 2015, la Beca de Artista en Residencia 2017 en La Cité Internationale des Arts, y la Beca Global Media Makers 2018 de Film Independen. Fundadora de TaleBox, una empresa jordana de producción y formación, con sede en Amman. En 2021 presentó en el Toronto International Film Festival, en la sección oficial, su primer largometraje: “Farha”.

Farha, interpretada por la jovencisima Karam Taher, es una niña de catorce años que vive con su padre, Abu, al que da vida el actor Ashraf Barhom (“Paradise now”, de de Hany Abu Assad, y en “Ágora” de Alejandro Amenabar), y que es alcalde de un pueblo palestino. Farha está empeñada en conseguir el permiso paterno para ir a estudiar a la ciudad, pero sus planes serán truncados de un modo que no podría imaginar. Es 1948, el año de la Nakba, el comienzo del éxodo de la población árabe, y de la creación del estado de Israel. La película transcurre en los momentos iniciales del “gran desastre”, cuando casi un millón de palestinos fueron expulsados de sus tierras, cuando sus aldeas fueron destruidas y más de 13.000 hombres, mujeres y niños fueron asesinados por la Haganá, la organización paramilitar sionista dirigida por Ben-Gurión.

Inspirada en la historia real que sufrió una joven llamada Radiyyeh, “Farha” muestra con toda su crudeza el instante preciso en que la historia del pueblo palestino cambió para siempre y los convirtió en apátridas en su propia tierra, en el momento también, en el que el mundo occidental, que solo tres años antes había salido de la Segunda Guerra Mundial, decidió apoyar un “hogar nacional judío”, en un territorio, la Palestina británica, que los sionistas, que afirmaban que era su “tierra prometida”, ocuparon a sangre y fuego.

La pequeña Farha, a la que su padre intenta mantener a salvo, escondida en un almacén, contemplará desde allí la crueldad de los invasores judíos, bien armados y organizados, a los que una débil respuesta de la población árabe no es capaz de hacer frente. En ese almacén la niña pierde su inocencia, sus sueños de ser maestra, cualquier horizonte de una vida mejor, mientras escucha los ecos de los disparos, respira el humo de las explosiones, o ve, a través de una rendija, como los paramilitares israelís masacran a una familia.

Entrevistada en el Festival de Cine del Mar Rojo, la directora contaba sobre la película: “Esta es una historia con la que me topé hace mucho tiempo y se quedó conmigo. Por lo tanto, tuve el impulso de llevarlo a la pantalla. Tengo esta claustrofobia y cuando escuché esta historia me identifiqué aún más con este personaje y lo que está pasando. Está encerrada en una despensa y mira desde allí lo que va a pasar con su casa. Solo podía sentir lo que ella estaba sintiendo dentro de esta habitación. Realmente tenía tanta compasión por ella. Cuando hago una película, es crucial para mí relacionarme con el personaje en el corazón de la historia. También me gustó el desafío de filmar esta imagen dentro de una habitación. Al principio, quería hacer toda la película en la habitación, pero me di cuenta de que para que la gente se relacionara, tenía que hablar del lugar, de lo que estaba pasando fuera de la habitación. Esto nos ayuda a entender su pérdida. La pérdida es un tema esencial en mi película. Cuando sale de la habitación es simbólico, es como una liberación. Entonces, necesitábamos ver la pérdida de sus amigos, su padre, su sueño. La pérdida está en el corazón de su viaje.”

En el rostro de Karam Taher, podemos ver a todas y cada una de las niñas palestinas que sufrieron la Nakba, las que, de golpe, vieron como sus sueños infantiles se transformaban en pesadillas, y les dejaban, a las que sobrevivieron a aquel horror, profundas heridas que nunca cicatrizarían. El infierno, a los ojos de una niña, siempre se nos antoja más terrible, pero no debemos de dejar de mirar esos ojos, para recordar cual fue la génesis del estado de Israel, de cómo comenzó ese sistema de apartheid que ha llegado hasta nuestro días, con una limpieza étnica a manos de aquellos que, sólo unos años antes, habían sufrido un genocidio en Europa.

“La mayoría de las películas que hablan de Palestina hablan de Palestina ahora o de Palestina en 1967. 1948 es un momento clave y rara vez se habla de él. Creo que estos eventos cambiaron la vida de los palestinos, el mundo árabe y el mundo en su globalidad. Se llama la Nakba. Es la primera guerra del conflicto palestino-israelí. 700.000 árabes palestinos huyeron o fueron expulsados ​​de sus hogares. Hasta el día de hoy seguimos sufriendo lo que pasó en 1948. Esto es crucial para mí para explicar este momento de la historia que lo cambió todo. Es la fuente del conflicto actual.” Afirma la directora jordana Darin J. Sallam, “espero que la gente se ponga en los zapatos de Farha y sienta su dolor, sienta su pérdida y tenga compasión. Para mí, Farha representa Palestina y su sufrimiento.”

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