“Europa”, cuando los sueños se transforman en pesadilla

El sueño de Europa deriva en pesadilla para el joven Kamal, acosado por una de esas unidades paramilitares, que actúan en convivencia con la policía búlgara.

Por Angelo Nero

Haider Rashid es un escritor, productor y director de cine de origen iraquí, nacido en 1985 en la ciudad italiana de Florencia, aunque actualmente viva en Londres, donde dirige su propia productora cinematográfica. Su trabajo ha sido galardonado en varios festivales, recibió el premio del jurado en el Concurso de Cortometrajes Árabes Muhr, el segundo premio en el Festival del Cine del Golfo, en 2010, con su película “The Crisis”, y volvió a recibir el mimo galardón en 2012, con “Rain is imminent”. Su tercer largometraje, “Europa” se presentó en el Festival de Cannes de 2021.

En “Europa”, co-producción italo-iraquí, Haider Rashid nos presenta un frenético thriller poniendo el foco en el drama de los refugiados que intentan entrar en el continente europeo a través de la frontera entre Turquía y Bulgaria, una situación prácticamente desconocida para la mayoría del público, pero que sigue siendo una realidad desgarradora, donde se produce una lucha por la supervivencia tan brutal como la que se da a diario en las aguas del Mediterráneo.

Bajo el amparo de las sombras de la noche, un atemorizado grupo de migrantes, sirios, iraquís, poco importa el pasaporte, entregan el poco dinero que han podido salvar en su larga travesía desde los lugares de origen, huyendo de la guerra o del hambre, a los contrabandistas turcos, que, con pocos escrúpulos y peores maneras, comercian con ellos. El dinero que entregan a los traficantes de seres humanos no es ninguna garantía, y en la frontera, con el ataque de los perros y las balas de los guardias, muchos terminan su sueño de un futuro mejor. Algunos, como nuestro protagonista, un joven iraquí, Kamal (intrepretado por Adam Alí), consigue escapar de las garras de los policías búlgaros y se interna en el bosque, corriendo en mitad de la noche hacia un horizonte incierto. Enseguida comienza la caza del hombre.

La realidad de los cazadores de refugiados, fue descrita por el activista búlgaro Stanislav Dodov, en un artículo publicado en Sin Permiso, hace unos años: “Los grupos de vigilantes tienen tres cosas en común: hacen retroceder a los emigrantes a la frontera con Turquía, se dedican a hacer «arrestos ciudadanos” ilegales , y hacen llamamientos a dar una respuesta militante auto-organizada ante situaciones percibidas como una amenaza a la identidad nacional búlgara -desde la «invasión emigrante», a la corrupción de los partidos oligárquicos en el poder, para alentar un nuevo renacimiento nacional. Su retórica fascista describe a la Nación en peligro por las «hordas extranjeras» y las conspiraciones internacionales, siendo la única manera de salvarla la toma del estado a través mediante una respuesta militante colectiva de la gente.”

El sueño de Europa deriva en pesadilla para el joven Kamal, acosado por una de esas unidades paramilitares, que actúan en convivencia con la policía búlgara -un fenómeno que también se da en otros países del viejo continente-, y que son, en el sentido literal, cazadores de inmigrantes, pues, desde la impunidad que les protege, no dudan en disparar sobre ellos. En un angustioso thriller, en el que el bosque, aparentemente idílico, esconde una amenaza tras cada árbol, y que nos puede recordar a aquel escenario de “Deliverance”, la película de John Boorman, protagonizada por Jon Voight y Burt Reynolds, sobretodo en las escenas en las que la caza discurre alrededor de un río, amarga metáfora de la vida y de la muerte.

Europa como la tierra prometida, con la esperanza a sus espaldas, no en vano el director viste a su protagonista con la camiseta del futbolista egipcio Mohamed Salah, jugador del Liverpool, si el lo consiguió, ¿porque yo no? Piensan todos los que, como el joven iraquí, miran hacia el horizonte europeo, imaginando que las cosas no pueden ser peor que de donde vienen. A veces se equivocan.

Una lucha por la supervivencia que el director de fotografía Jacopo Caramella es capaz de captar con un abanico de texturas que nos hacen sentir cada uno de los obstáculos que el joven iraquí tiene que sortear, mientras casi podemos escuchar los latidos del corazón de Kamal, mientras sus perseguidores le pisan los talones. También los primeros planos de Adam Ali nos trasmiten la angustia de verse atrapado en un trampa mortal, desorientado y sin recursos, con el pánico dibujado en sus pupilas. Un ejercicio técnico acompañado del diseñador de sonido Gabriele Fasano, que capta la respiración del joven, sus pasos, el rumor del agua, y los incorpora a una delirante banda sonora, en un rodaje que se completó en 13 días en los bosques de la Toscana.

Las ventanas abiertas a la esperanza no son muchas, en la desesperada huida de Kamal, en su incapacidad para comunicarse con un mundo hostil -sus perseguidores, embozados en pasamontañas y con trajes militares no le van a permitir hablar, y con los eventuales samaritanos que encuentra tampoco puede entenderse-, “Europa” se convierte en un grito desgarrador, en un documento incómodo, desagradable, pero necesario para no convertirnos en cómplices, de lo que está pasando, ahora mismo, a las puertas de este continente.

El director de “Europa”, declaró sobre la película: “El objetivo era retratar lo que es una experiencia dura e inhumana de la manera más realista y visceral posible; respirando, viviendo y luchando con un personaje resistente pero no por ello menos sufrido que, con su pequeña, casi minúscula historia, representa las luchas de muchos. Aunque la película se centra mucho en el realismo y en un enfoque íntimo del personaje, sumergiendo al público con una sensación de presencia, para mí también tiene un carácter profundamente simbólico: ser un inmigrante o un descendiente de inmigrantes en la Europa actual, a menudo puede sentirse como estar perdido en un bosque salvaje, donde los amigos son pocos y los enemigos muchos.”

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