El grupo fascista que había protagonizado el enfrentamiento, regresó a las calles de Arganda del Rey durante las noches de la ultima semana de agosto, manteniendo una actitud amenazadora con los vecinos, conduciendo a gran velocidad y haciendo el amago de atropellar a los peatones, insultando y llegando a agredir a algún vecino.
Por Angelo Nero
El 1 de septiembre de 1979, el diario El País, en su sección de Madrid, recogía el siguiente suceso: “Mata de dos disparos a un vecino de Arganda del Rey”, que desarrollaba a continuación en una breve nota de prensa: “José Prudencio García, de unos 45 años de edad, falleció la noche de ayer como consecuencia de dos impactos de bala que recibió en el costado cuando transitaba sobre las diez menos cuarto de la noche por la avenida del Ejército, de la localidad madrileña de Arganda del Rey. El autor de los disparos, al parece desconocido en la zona, logró darse a la fuga, por lo que inmediatamente la Guardia Civil fue avisada y se inició la persecución del presunto asesino. Al cierre de la edición de EL PAIS se desconocía aún el motivo de los disparos, ya que la persecución del autor impidió que pudiera darse una versión oficial en tanto los vecinos no se ponían de acuerdo sobre si la agresión se había producido en el curso de una riña o se debía a otro motivo. Según manifestaron empleados del ambulatorio de Arganda del Rey, adonde fue trasladada la víctima, ésta presentaba dos impactos en ambos costados. El fallecido vivía en la calle Juan de la Cierva y, según parece, en el momento en que recibió los dos disparos iba acompañado por unos amigos, que fueron quienes le trasladaron al centro hospitalario, en donde ingresó cadáver.”
Unos días antes, el 19 de agosto, se había producido una pelea entre un grupo de jóvenes con simbología fascista, y varios chicos de Arganda del Rey. Recordemos que ese mismo año, en abril, se habían celebrado las primeras elecciones municipales de la democracia, y el triunfo de la izquierda había sido contundente: el PCE había logrado 6 concejales, el PSOE 5, entre los dos sumaban más del 60% de los votos emitidos. Por la parte de la derecha, la UCD, en el gobierno, consiguió 5 concejales, y Fuerza Nueva, el partido ultraderechista de Blas Piñar, también entró en el consistorio con un concejal, con un porcentaje del 8,5%. La alcaldía la ostentó el comunista Pedro Díez Alazaba (que estaría al frente del ayuntamiento en los periodos comprendidos entre 1979-1989 y 1999-2003). Arganda del Rey había experimentado desde los años sesenta una fuerte explosión demográfica al amparo de su polígono industrial, pasando de los 6.000 habitantes a principios de esa década, a 22.000 a comienzos de los ochenta.
El grupo fascista que había protagonizado el enfrentamiento, regresó a las calles de Arganda del Rey durante las noches de la ultima semana de agosto, manteniendo una actitud amenazadora con los vecinos, conduciendo a gran velocidad y haciendo el amago de atropellar a los peatones, insultando y llegando a agredir a algún vecino. Pero el día 31, un puñado de jóvenes, indignados con la impunidad de los fascistas, decidió perseguirlos, una vez que los localizó caminando por el centro de la villa. Uno de los fascistas, al ver al grupo que había decidido darles un escarmiento, esgrimió una pistola y disparó, aunque esto no desanimó a los argadenses, que continuaron la persecución. Los fascistas intentaron robar un coche, pero fueron rodeados por una treintena de vecinos, que consiguieron detener a uno de ellos, identificado posteriormente como Francisco Molina. Su acompañante dispara contra la multitud y consigue huir. Detrás de si deja el cuerpo de José Prudencio García, alcanzado por dos de sus disparos que le causan la muerte.
El 2 de septiembre de 1979, el mismo diario El País, titula: “Detenido el autor de la muerte de un vecino de Arganda del Rey”, y en el posterior desarrollo de la noticia, firmada por la periodista Ángeles García, dice: “El autor de los disparos que costaron la vida, la noche del viernes, a José Prudencio García, vecino de Arganda del Rey, ha sido detenido por la Guardia Civil, según se comunica en una nota del Gobierno Civil de Madrid. Se trata del joven de diecinueve años Luis Miguel Martín Giménez, residente en Ciudad Lineal. La detención se efectuó ayer por la tarde en la misma localidad donde ocurrieron los hechos, Arganda del Rey. El Ayuntamiento, en un pleno extraordinario, decidió declarar la jornada de ayer como de luto total. En el pueblo se celebraron diversos actos de protesta por lo ocurrido.
La detención de Luis Miguel Martín Giménez la efectuaron fuerzas de la 112 comandancia de la Guardia Civil. Luis Miguel Martín había conseguido huir, tras los sucesos, en un Renault 5 robado al vecino de Arganda Emilio Martínez. Uno de los acompañantes del autor de los disparos, Federico Molina Ruizberri, estudiante de dieciséis años, detenido con anterioridad, confirmó que todos los integrantes del grupo (unos doce) están próximos a la extrema derecha. Luis Miguel Martín fue expulsado de Fuerza Nueva hace un año.”
El diario madrileño, recogía las declaraciones del alcalde Pedro Díez Alazaba, que corroboraba que las intimidaciones del grupo fascista habían comenzado el 19 de agosto: “Desde ese día, el mencionado grupo de extrema derecha se dejaba caer todas las noches por el pueblo, siempre en actitud provocadora. El jueves por la noche hubo nuevos incidentes, de los que fueron testigos el propio alcalde y unos cuantos concejales cuando salían de un bar. Por la avenida central del pueblo, y a fuerte velocidad, bajaban dos coches haciendo amagos de atropellar a los paseantes. Serían aproximadamente las doce y media de la noche. Los coches eran un Seat 850 y un Citroën GS. La Policía Municipal les obligó a parar y puso las correspondientes denuncias por infracción de tráfico. Más tarde, los ocupantes de los dos coches llegaron hasta el club, Zahara y empezaron a meterse con un chico del pueblo que está. haciendo el servicio militar. Después de insultarle, le rompieron una botella de coca-cola en la boca. El nombre del muchacho agredido se desconoce, porque no quiso poner denuncia.
Tras estos continuos incidentes, la noche del viernes, pasadas las nueve, al poco de aparecer estos jóvenes en el centro del pueblo, fueron identificados por otro grupo decidido a acabar con los enfrentamientos diarios. Y se inició la persecución con gritos de «¡A por ellos! » y «¡Esta vez no os escapáis! ». En medio de la. huida -siempre según la versión del alcalde, recogida de testigos, presenciales, por toda la avenida del Ejército, uno de los jóvenes, sacó una pistola e hizo varios disparos. Ante la confusión y griterío, vecinos que estaban en la calle se iban sumando a la persecución. El hecho de que ya hubieran sacado la pistola no asustó a la gente, porque creía que eran, balas de fogueo. Ante el ya inminente acoso (la mayor parte de los ultraderechistas del grupo, consiguió despistarse, pero la gente seguía tras el que llevaba la pistola y el que quedaba con él), vieron a un hombre, Emilio Martínez Martínez, que se disponía a entrar en su coche, un Renault 5, y le arrebataron las llaves. En ese momento, unas treinta personas rodearon el vehículo y consiguieron coger a uno de los jóvenes, Federico Molina, que posteriormente sería detenido, mientras que el otro empezó a disparar contra la gente. José Prudencio García fue alcanzado por los disparos, mientras el autor arrancaba el coche y escapaba por el barrio de las Nieves, hacia el cerro, para perderse después por el monte.”
El ultraderechista Iñigo de Guinea Pérez, también detenido por ser uno de los integrantes del grupo fascista que operaba en Arganda del Rey, participaría también en el apuñalamiento, el primero de mayo de 1980, de los jóvenes Arturo Pajuelo y Joaquín Martínez, en el que resultaría muerto el primero, y cinco días después participaría en el asalto, junto a una veintena de falangistas, del Bar San Bao, en el que asesinaron con dos tiros por la espalda al joven Juan Carlos García Pérez, que en ese momento estaba realizando el servicio militar.
La impunidad con la que actuaban estos grupos fascistas, era señalada también en una escueta noticia del diario El País, el 10 de julio de 1980: “Uno de los más buscados por el asalto al bar San Bao vive en su domicilio”. La nota de prensa señalaba: “Pedro Pablo Peña, el propietario o depositario del arma que fue disparada en el asalto al bar San Bao, de la calle de Arturo Soria de Madrid, que se saldó con la muerte del joven Juan Carlos García, está haciendo vida normal desde hace varios días en su domicilio de la calle de Concha Espina, y ha sido visto últimamente en sus círculos habituales. Junto con Daniel Fernández Landa e Iñigo Guinea Pérez, es una de las personas más buscadas por la policía madrileña, según reconoció ayer un portavoz del Ministerio del Interior. No obstante, según señalaron a EL PAIS fuentes de absoluto crédito, su vuelta a la normalidad, después de haber permanecido en rebeldía desde hace dos meses, puede coincidir con la decisión del juez que lleva el caso de decretar su libertad provisional”. Iñigo Guinea Pérez se fugaría ese mismo año a México, donde continuó manteniendo contactos con la ultraderecha española, y, pese a encontrarse en busca y captura por la Interpol, desarrolló su vida sin que nadie le molestase, hasta que una investigación el El País lo descubrió.
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