Verónica Sáenz: “Quise visualizar por lo que pasaron nuestras gentes en el 39 y sentir así su memoria”

Hay historias muy amargas silenciadas por las propias familias que las padecieron. Te das cuenta de que el silencio es generacional, que también se hereda. Alguna de las cosas más bonitas que nos han pasado en las proyecciones ha sido cuando la gente se animaba a contar lo callado durante años.

Por Angelo Nero

A los que llevamos años empeñados en reivindicar y dignificar la Memoria Antifascista, después de miles de páginas de memorialistas, historiadores, sociólogos o protagonistas de las páginas más oscuras de nuestra historia contemporánea, algunos no tan amenos como deseáramos, y después también de cientos de horas de películas documentales y ficcionadas, series o incluso cintas de animación, unas con más acierto que otras, se agradece que nos sorprendan todavía trabajos tan originales, emotivos, y con tanta calidad como “Gurs, Historia y Memoria”, dirigida por la zaragozana Verónica Sáenz, estrenada ya hace más de tres años, y recuperada ahora tras programarse en el segundo canal de la televisión pública española, en un momento de especial sensibilidad, con el debate abierto con el anteproyecto de Ley de Memoria Democrática. Hablamos sobre cine, memoria, también sobre educación y refugiados, con su directora.

Vayamos al origen del proyecto, a cómo surge la idea de un documental sobre un campo de refugiados españoles en Francia, del que no se había escuchado hablar demasiado, y en base a esa idea, cómo comienza a perfilarse el guión, donde se combinan, de una forma realmente singular, los testimonios de los protagonistas, un viaje escolar al campo situado en el valle del río Gave d’Oloron, y la historia animada con los dibujos de Paco Roca.

Desde el primer momento, creo que es otro de los aciertos de “Gurs, Historia y Memoria”, nos metes en ese autobús escolar, con el que viajamos hacia un pasado no tan lejano, en el que medio millón de españoles se convirtieron en refugiados. ¿Sigue siendo la memoria una de las asignaturas pendientes del estado español, y por ello deberíamos subir todos a ese autobús?

Sí. Así lo creo. Gracias al programa “Un día de cine” llevado a cabo en Aragón, 3.200 alumnos pudieron visionarlo. Y casi otros tantos con el Programa “Enseñarte”. Fuimos seleccionados en el Primed de Marsella, y esto nos lanzó llegando a otros 2.965 alumnos del arco mediterráneo. El objetivo es que llegue a verse en el máximo de institutos posibles. Personalmente concebí el documental para ello, para dar solución al escaso estudio del exilio y la memoria histórica en las aulas. Es el documental que me hubiera gustado ver a mí cuando tenía quince años. Yo descubrí Gurs con treinta y uno… No podía creer cómo yo no tuve acceso a esta información de adolescente, en plena edad de aprendizaje y desarrollo.

La película también nos señala que, al fin y al cabo, no somos tan diferentes a esos migrantes que, desde Siria, Afganistán, y otros lugares en conflicto, buscan refugio en esa Europa que les niega el derecho al asilo y los interna en campos que, les llamen como les llamen, también son de concentración. ¿Cómo surgió esa idea, que no se había visto antes, de conectar a aquellos refugiados que huían de la guerra de España, con los que ahora hacen lo mismo desde otros lugares en conflicto?

Cuando estábamos en fase de documentación para comenzar con la grabación del documental, todo el problema de los refugiados Sirios estaba empezando a complicarse. Las imágenes publicadas en prensa y emitidas en televisión de familias huyendo con lo puesto  eran idénticas a las imágenes de archivo que en ese momento mi equipo y yo estábamos encontrando. Gracias a Raquel Durán, editora del documental, conseguimos el contacto de Jesús Gabaldón – fotógrafo que se encontraba retratando el drama de los exiliados Sirios-. Nos cedió el material en cuanto conoció el proyecto.

Al elaborar el guion del documental siempre mantuve el foco en hacer llegar la historia a los más jóvenes. Para ello me puse en la piel de mi propia adolescencia. Era inevitable sentir ese salto generacional: contar las historias personales de gente que no conoces, con una edad tan diferente a la tuya, personas de ochenta e incluso cien años como Luis Ortiz, concentrado en Gurs… es normal que, como adolescente, puedas sentirte lejos de sus vivencias. Esa era mi mayor preocupación. ¿Cómo podía sortear ese posible sentimiento en los jóvenes? La actualidad fue la herramienta que elegí para acercar a los adolescentes una realidad “lejana” para ellos a una realidad que podían palpar en el momento, que tenían acceso a imágenes reales que sucedían en ese mismo instante.

Creo que esto facilitó entender que no hace demasiado tiempo los españoles estábamos sufriendo una suerte idéntica; la desgracia de tener que abandonar tu País y tu libertad.  Por eso el paralelismo me pareció importante. También quise reforzar la empatía por las historias de los entrevistados usando el recurso audiovisual de la animación,  con intención de despertar el  interés de los jóvenes. Recrear lo que les contaban de voz con ilustraciones de Paco Roca. Visualizar por lo que pasaron nuestras gentes en el 39 y sentir así su memoria.

Otro de los puntos originales del documental, son las partes ficcionadas por Paco Roca, uno de los dibujantes que mejor han contado las historias derivadas de la guerra civil, como en la novela gráfica “Los surcos del azar”, donde reconstruyó la historia de La Nueve, la mítica División Leclerc que liberó París. En el montaje final parece que fluye muy bien la relación entre la parte documental y la animación, pero me imagino que a esto se ha llegado después de muchas horas de producción. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con estos materiales tan diversos, con sus propios lenguajes cinematográficos, y, en especial, cómo ha sido trabajar con Paco Roca?

Como toda obra audiovisual, el resultado es el esfuerzo de un equipo, y quien hizo los honores de contactar con Paco y convencerle de su participación fue Fernando Yarza, casi persiguiéndolo en cada presentación de sus libros. Yo pude conocerlo debido a al selección de Gurs en el festival MICE de Valencia y se mostró muy cercano y amable. Me confesó que no sabe decir que no a casi nada de lo que le proponen con corazón. Es una excelente persona, a quien yo admiraba ya por sus novelas gráficas, y desde el principio insistí a mis productores en que tenía que ser él nuestro ilustrador. Para mí ha sido un sueño ver las vidas de los entrevistados con los trazos de Roca. Contar con la animación de sus dibujos fue posible gracias a Hampa estudios, y Hampa estudios fue posible gracias a la gestión y producción de Anabel Beltrán. Así que el que Paco estuviera en el proyecto fue cosa de todos, pero sobre todo de su bonhomía.

También cobra mucha importancia la elección de los historiadores, Josu Chueca, Julián Casanova y Claude Laharie, que ponen en contexto la Memoria de Gurs, y su lugar en la historia, pues en los seis años de funcionamiento del campo, fueron claves en el devenir histórico de toda Europa. ¿Fue muy difícil la decisión de que partes cortar de las entrevistas realizadas a estos historiadores y que fragmentos dejar en el montaje final del documental?

En ese aspecto apenas hubo problema. Usamos gran parte del material de los historiadores entrevistados. Donde sí tuvimos que prescindir de metraje fue en las entrevistas de las personas que vivieron el exilio de una manera u otra y de las que pasaron por Gurs, así como las que forman parte de la Asociación  “Tierra de Memoria y Lucha” y la “Amicale de Gurs”. Ojalá algún día podamos poner las entrevistas completas para visionado de todos. La estructura del guion y las limitaciones de tiempo obligó a muchas renuncias. Di prioridad al relato  que ayudaba a hacer el documental lo más docente posible.

En los casi cuatro años de recorrido del documental ha ido a festivales de cine, se ha proyectado en diversos centros de enseñanza, universidades, en embajadas y bibliotecas, en centros socioculturales, plazas y ayuntamientos, incluso en lugares tan originales como un búnker, un castillo y una iglesia desacralizada, ¿Ha quedado algún lugar dónde hayáis querido proyectarla y no hubierais podido? ¿Qué acogida ha tenido, en general, en estos años en los que no ha dejado de proyectarse, hasta llegar a las pantallas de TVE?

Hay localidades en las que ha costado conseguir su proyección. Creo que por temor a que duelan los sentimientos que un documental así pueda despertar. Hay historias muy amargas silenciadas por las propias familias que las padecieron. Te das cuenta de que el silencio es generacional, que también se hereda. Alguna de las cosas más bonitas que nos han pasado en las proyecciones ha sido cuando la gente se animaba a contar lo callado durante años. Las personas que acudían a la proyección compartían una experiencia personal que sorprendía al propio acompañante de la familia que presenciaba la proyección junto a ellos. Jóvenes y no tan jóvenes descubrían la historia de sus antepasados tras el visionado porque la gente se animaba a compartir lo que sabía. Otro recuerdo bonito que tengo es cuando alguien se acercó a decirme que lo bueno que ofrecía mi  documental es que en él no hay rencor, hay historia y memoria.

En el documental no solo se han cuidado los testimonios, el contexto histórico y la animación, también ha cobrado importancia la banda sonora, creada por Pablo Contreras, y que ha sido editada en el disco “Música para Gurs”, que recoge siete temas instrumentales y otros 10 temas realizados por el mismo compositor para otros audiovisuales. Mención especial la magnífica versión de la China Chana, del tema de Labordeta, “Canto a la libertad”, que cierra la película. ¿Qué importante ha tenido la música en la edición del documental?

Trabajábamos en paralelo con el músico mientras seguíamos rodando, por eso Pablo tiene especial mérito. Creaba las piezas a partir de impresiones que le iba trasmitiendo sin que él pudiera  ver una sola imagen. Hizo un trabajo con mucho talento. Cuando me ofrecieron la versión del “Canto a la libertad” de China Chana, tuve claro que este tema tenía que terminar el documental. Quería que acompañara a los créditos como aplauso para todos los que hicieron Gurs posible. Es una gran canción y esta versión te deja con el corazón en alto, como un canto de esperanza. Y mi esperanza era que los jóvenes tuvieran la posibilidad de conocer estas historias reales y sacar sus propias conclusiones. Poder contrastar su experiencia con la de los entrevistados y con los hechos históricos revelados por los historiadores. La música sin duda acompaña estas sensaciones. Creo que ha hecho un gran trabajo. Dentro del ámbito sonoro, agradecer a Gabriel Delgado el talento para evocar la atmósfera del campo de refugiados en la mezcla de sonido, apoyada la historia con la narración de Luisa Gavasa y María José Moreno, que hicieron de sus voces una melodía más.

Complementando el documental, se ha montado una exposición, comisariada por uno de sus productores, Fernando Yarza, “Retrato de un campo de Internamiento. Gurs 1939-1944”, con algunos de los 200 dibujos realizados por artistas que estuvieron confinados en el también llamado Camp des Basques, que custodió Elsbeth Kasser, una enfermera suiza, el ángel de Gurs, y que es un fiel testimonio de las duras condiciones de hacinamiento y desnutrición que tuvieron que soportar los más de 20.000 prisioneros que pasaron por allí. ¿Qué recorrido ha tenido la exposición, y cuáles eran sus objetivos, quizás complementar lo que no cabía en el documental?

Desde finales de los 80 la exposición ha viajado a 20 ciudades europeas. Zaragoza ha sido la primera ciudad española en acogerla. 7.315 visitas constan a pesar de las restricciones obligadas por repuntes del covid-19. Es importante destacar que el arte en  Gurs  – y esta exposición en concreto –  permite  tener una visión global de los seis años que estuvo el campo abierto. La revista cultural aragonesa “Rolde” contiene un artículo más detallado donde se puede consultar todo lo referente a esta interesante exposición.   Es cierto que nos quedamos con ganas de contar y mostrar el arte de Gurs en el documental. Los dibujos son desgarradores relatos del día a día en Gurs, una ventana a la cruda realidad  plasmada  por artistas concentrados allí  como Edith Auerbach, H. Berkefeld, Karl Borg, Kurt Löw, Karl Bodek y Julius Turner. Parte de la entrevista no editada de Claude Laharie aborda este tema, ya que es su especialidad. Recomiendo al que quiera indagar y descubrir más sobre el arte de Gurs leer su libro “Gurs Lárt derriére les barbeleés: 1939-1944”

También se han desarrollado otras actividades de divulgación, como las desarrolladas en la III Edición de la Imagen de la Memoria, en la Universidad de Zaragoza, con cuatro interesantes palestras dirigidas por Fernando Yarza y la coproductora Anabel Beltrán, que tuvieron como protagonistas a Josú Chueca Intxuata, Paco Roca, Antonio Altarriba y Julián Casanova, y que están disponibles en Youtube. ¿Ha sido “Gurs, Historia y Memoria, un detonante para que surgiesen muchas historias a través de ella, para mostrar muchos aspectos de un campo donde estuvieron brigadistas internacionales y gudaris, aviadores republicanos, indésirables, y judíos alemanes?

Hay una adolescente entrevistada en el documental que dice algo muy sencillo: “No conocía Gurs”. Es el común denominador  de mucha gente que al ver el documental evidencia esto, que tampoco lo conocían. Gracias al recorrido del proyecto se han disparado las visitas al campo -que tan cuidadosamente preserva su memoria los miembros de las asociaciones “Tierra de Memoria y Lucha” y “L´amicale del Camp de Gurs”-.  Sin duda es el mayor logro para mí, ayudar a descubrir está historia a la gente al igual que me la descubrieron a mí. Y despertar la memoria.

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