Alberto Martos: “En 2017 los militares birmanos arrasaron aldeas, masacraron y torturaron a miles de rohingyas, provocando uno de los mayores éxodos de la humanidad.”

Nos sorprendió muchísimo la magnitud de la tragedia y la escasa continuidad en la mayoría de los medios de comunicación, así que decidimos crear una película sobre el pueblo rohingya, en la que fueran ellos mismos quienes narran sus orígenes así como su dramática situación actual. 

Por Angelo Nero

Alberto Antonio Martos Corral, nacido en la localidad catalana de Tortosa, en 1980, es el director de “Vivir sin país. El exilio Rohingya”, uno de esos documentales que te remueven por dentro, y te hacen preguntarte como, después de aquellas dramáticas imágenes del éxodo rohingya de 2017, huyendo del Genocidio practicado por el ejército birmano, el mundo, y tu mismo, has podido olvidar el terrible drama que este pueblo todavía padece. Alberto, operador de cámara, guionista y productor de documentales, es uno de los responsables de que vuelvas a indignarte, y de que necesites compartir esa indignación, para que se vuelva a hablar de este pueblo masacrado. Con el hablamos de su documental, de la historia de los rohingyas, de su pasado y de su presente, de como es vivir sin país…

En Myanmar hay un verdadero crisol de etnias, 135 reconocidas por el gobierno, en la que los bamar son la mayoría, en torno al 70%, seguida muy de lejos de los shan o los karen, que no llegan al 10%, y que mantienen sus propios conflictos con el poder central, con una fuerte insurgencia, pero ningún grupo étnico ha sufrido un Genocidio, como el que inició el ejército birmano contra los rohingyas. ¿Cual es el germen de este conflicto, y de cuanta población afectada podemos estar hablando, tanto en víctimas mortales como en refugiados?

El germen del conflicto viene de lejos.

El territorio de Arakán ha ido variando su extensión según la etapa histórica. Desde abarcar amplias áreas de Bangladesh y el oeste de Myanmar, a quedar reducida hoy día al norte del estado de Rakhine (Arakán).

El imperialismo británico y sus falsas promesas tras la segunda guerra mundial, acabaron condenando la pretensión de un Arakán independiente y pasó a formar parte de Birmania, pero sin los territorios ubicados en el entonces Pakistán Oriental.

Ya desde la misma independencia de Birmania en 1948, los rohingya no eran bien vistos. La diferencia de credo y étnica siempre supuso un problema para los dirigentes militares, budistas, y de mayoría bamar, que veían a la comunidad musulmana como una amenaza para la nueva nación.

Los consideraban inmigrantes ilegales llegados de Bangladesh.

Aunque los rohingyas ya sufrían el acoso de la dictadura de Ne Win en 1962, es a partir de 1978 cuando comenzaron los ataques más indiscriminados. La llamada Operación Nagamin provocó el exilio de unas 300.000 personas a Bangladesh.

En 1982 se les negó la ciudadanía birmana, y con ello, su identidad y el acceso a la educación o sanidad. Los ataques fueron cada vez más frecuentes, y la comunidad rohingya comenzó a vivir numerosas restricciones, de matrimonio, de descendencia, de movilidad. Una comunidad aislada en aldeas y en campos de desplazados internos, viviendo en estado de apartheid. Por ser rohingyas.

Los ataques sufridos en agosto de 2017 fueron los más graves llevados a cabo por el ejército. Arrasaron aldeas, masacraron y torturaron a miles de rohingyas, provocando uno de los mayores éxodos conocidos por la humanidad. En pocas semanas más de 700.000 personas huyeron hacia Bangladesh, que sumados a los cerca de 300.000 rohingya que huyeron de ataques anteriores, convirtieron el área de Kutupalong en el campo de refugiados más grande del mundo.

La falta de registros civiles y de acceso de misiones internacionales a Arakán hace que se desconozca con exactitud el numero de vidas que se ha cobrado el genocidio. Se suele barajar la cifra de 25.000 muertos en los ataques de 2017, aunque no pueda corroborarse.

Otro factor a tener en cuenta es el componente religioso, ya que en el estado birmano la religión mayoritaria, en torno al 75%, son budistas, mientras que los musulmanes, entre los que se encuentran los rohingyas, no pasan del 5%. ¿Hay alguna similitud con la agresiva política contra los musulmanes en la India de Narendra Modi, o son conflictos que lo único que tienen en común es la utilización de la religión con fines políticos?

En India, las comunidades hindúes y musulmanas han tenido momentos de tensión y brotes de violencia desde la misma independencia del país.

Las clases dirigentes más radicales siempre han usado la religión como herramienta de confrontación y sometimiento.

Tanto en la India como en Birmania los musulmanes sufren el odio religioso, y al ser minoría, las consecuencias derivan en violencia extrema.

El nacionalismo hindu de Modi ha alimentado el odio hacia el musulmán y ha llevado a cabo una gran crisis humanitaria en Cachemira, cuya población sufre un aislamiento y persecución feroz por parte de los militares. Las políticas discriminatorias de Modi respecto a los musulmanes tienen mucha similitud con las llevadas a cabo por la Junta militar birmana con los rohingya. Aunque tampoco se hable en los medios de comunicación ni en parlamentos del mundo. En el caso de Myanmar, sin embargo, los militares nunca han necesitado justificar ni ocultar sus campañas genocidas por fines políticos, ni a nivel nacional, ni internacional.

Los enfrentamientos entre el Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), o de su antecesor Harakah al-Yaqin, y el Tatmadaw, ¿sirvieron de excusa para que este desatara la represión contra las aldeas rohingyas, o este grupo armado, como otras guerrillas étnicas en Myanmar, surgen más bien como autodefensas contra el ejército de la dictadura birmana?

En la zona fronteriza con Bangladesh, siempre han existido grupos guerrilleros que claman libertad y justicia para el pueblo rohingya, aunque acaban normalmente aplastados por el Tatmadaw con mucha facilidad.

En todas las áreas fronterizas de Myanmar hay minorías oprimidas por los militares, y grupos de resistencia étnicos. En el caso de Arakán, o Rakhine, grupos armados como el Arakan Army, ARSA, RSO… han ofrecido siempre resistencia al ejército birmano, pero la desigualdad de condiciones es terriblemente evidente. Mientras que los militares del Tatmadaw despliegan un completo abanico armamentístico, las guerrillas usan jóvenes inexpertos armados de machetes, bambú y bombas caseras. Tal es la resistencia armada en la zona. Son grupos armados que nacen desde la opresión más extrema.

Unos ataques del ARSA a unas comisarías parece que fueron la excusa perfecta para atacar y exterminar al pueblo rohingya. Y digo excusa porque hay evidencia de movimiento de tropas a la zona meses incluso antes de los ataques del ARSA. El plan de exterminio ya estaba trazado por los generales desde hace tiempo, en especial por Min Aung Hlaing.

Con la llegada al gobierno de la Liga Nacional para la Democracia, en 2015, de la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, que fue nombrada Ministra de Relaciones Exteriores y Ministra de la Oficina de Presidencia, se abrió una ventana de esperanza para todos los pueblos de Myanmar, también para el Rohingya, sin embargo esta esperanza no se consumó. ¿Es cómplice Suu Kyi de la campaña de violaciones, asesinatos, y persecución de este pueblo, o sólo fue una rehén de los militares, que siguieron manteniendo, de facto, el poder?

La llegada de Suu Kyi entusiasmó a todo el mundo. La hija del general Aung San, padre fundador de Birmania, premio Nobel de la Paz, y portadora de la democracia y prosperidad.

Muchos grupos étnicos diferentes la apoyaron, entre ellos, los rohingya. Pero en realidad hizo poco o nada por ellos. Es más, en la causa abierta por Genocidio, en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, Suu Kyi fue a defender las acciones militares efectuadas en Arakán, causando la consternación en medio mundo. Es un personaje muy complejo.

En Bangladesh, un país netamente islámico con más del 85 por ciento de fieles, el gobierno de la Primer Ministro Sheikh Hasina también ha comenzado a establecer políticas restrictivas acerca del establecimiento de sus “hermanos” llegados desde Birmania. ¿En que situación se encuentran los rohingyas, como los que conocisteis en Cox´s Bazar, al que ya denominan el campo de refugiados más grande del mundo?

Aunque Bangladesh ha aportado mucho a los rohingya, la situación allí es crítica. Ya sólo la región de Ukhya alberga más de un millón de refugiados y las condiciones en las que viven son deplorables. Pequeñas cabañas de chapa y caña, sin electricidad, apenas agua potable, ni saneamiento, y un acceso muy limitado a la sanidad y la educación informal.

Más de la mitad de los refugiados son menores, vulnerables a todo tipo de peligros, como caer en redes de explotación, de trata, o desaparecer sin que nadie vaya a reclamar legalmente a nadie. Y no se hace nada.

Además, son personas que han sufrido experiencias muy traumáticas en origen y se encuentran ahora en un entorno desolador.

El gobierno se ha propuesto reubicar a miles de rohingya de las zonas más saturadas de los campos, hacia una polémica isla alejada del continente, llamada Bashan Char, separando familias y con una más que evidente falta de movilidad y recursos.

Por otra parte, los campos de Bangladesh comenzaron a vallarse con concertinas y más puestos de control para evitar fugas de refugiados hacia el resto del país. Viven en una cárcel a cielo abierto.

La violencia armada también está muy presente con bandas de narcotraficantes que operan por la zona, usando de “mulas” a refugiados rohingya para introducir yaba a Bangladesh.

El sentir general es que pasan los años y no hay solución. No quieren llevar la vida de refugiados en otro país. Son un pueblo que quiere volver a Myanmar, pero con sus derechos y nacionalidad. Volver a sus aldeas y vivir en paz.

Vayamos ahora al proyecto de “Vivir sin país. El exilio Rohingya”, un ambicioso documental grabado en Myanmar, Bangladesh, Londres y La Haya, para visibilizar uno de esos conflictos que ocuparon brevemente las portadas de los periódicos y que, como sucede ahora con Tigray, fueron abandonados en la zona de sombra informativa. ¿Cómo surgió este proyecto, cuanto tiempo tardasteis en materializarlo, y con que apoyos contasteis para financiarlo?

El proyecto surgió a raíz de los ataques de agosto de 2017. Nos sorprendió muchísimo la magnitud de la tragedia y la escasa continuidad en la mayoría de los medios de comunicación, así que decidimos crear una película sobre el pueblo rohingya, en la que fueran ellos mismos quienes narran sus orígenes así como su dramática situación actual. Pensamos que sólo ellos tienen la autoridad para hablar sobre el genocidio silencioso que viven.

Entre la producción del proyecto, rodajes y montaje, (pandemia mediante) habrán sido dos años de trabajo. Hemos tenido desde el primer momento mucho apoyo de las instituciones de la isla de Ibiza, como el Consell, ayuntamientos, y el gobierno balear, así como la colaboración de muchas personas vía crowdfunding.

Gracias a ellos, y sobretodo a Pauxa Films, que este film se ha podido materializar.

Dos de las voces, imprescindibles para entender este conflicto, que aparecen en el documental son la de Nurul Islam, presidente de la Arakan Rohingya National Organisation (ARNO) y la de Razia Sultana, presidenta de la Rohingya Women Welfare Society. ¿Quienes son Nurul y Razia, a quién representan, y que importancia tienen en la causa de los rohingyas?

Nurul y Razia son abogados rohingya exiliados que ejercen una labor importantísima en la difusión y denuncia del genocidio a nivel internacional.

Ellos guían al espectador y presentan las diversas cuestiones imprescindibles para conocer la situación del pueblo rohingya: la historia, discriminación política, represión, violencia y el exilio.

Razia Sultana es directora de Arakan Rohingya National Organisation. Trabaja también en los campos de refugiados con terapias de psico-resiliencia emocional, orientada principalmente hacia mujeres que han sufrido experiencias traumáticas, como la violación o presenciar el asesinato de sus hijos.

Documentó cientos de testimonios y elaboró los conocidos informes Rape for Command y Witness to Horror para Kaladan Press. Su trabajo le llevó a recibir el reconocimiento del Departamento de Estado de EE.UU en los International Women of Courage. Es una persona muy activa y volcada en los derechos de los rohingya, incluso en la Corte Internacional de Justicia o en Naciones Unidas.

Nurul Islam es un líder de la comunidad rohingya. Licenciado en derecho en Yangón, tuvo que huir de Birmania tras un trágico período como guerrillero en la Arakan Rohingya Islamic Front. Desde los años noventa desarrolla su activismo como presidente de Arakán Rohingya National Organisation, institución encargada de preservar el conocimiento de la cultura rohingya y difundir el genocidio a nivel jurídico internacional.

Aunque las voces Nurul y Razia son realmente esclarecedoras de la situación en la que se encuentra este pueblo, lo más notable del documental son los testimonios de Jaimur, de Sophiya, de Nobi Hasoon, de Shahida, de Lucky, que padecieron en primera persona la violencia del Tatmadaw, y nos narran de una forma desgarradora los crímenes de los que fueron objeto.

Los relatos de los refugiados son de una crudeza extrema, imposible de imaginar la barbarie que tuvieron que vivir. El dolor indescriptible de presenciar el asesinato de tu bebé, o de todos los miembros de tu familia, de haber sido violada, la angustia de haber perdido tu hija o la soledad experimentada en un campo de refugiados olvidado del mundo…. Uno de los días que Luna Alcántara y yo estuvimos filmando entrevistas en el campo, se formó una cola larguísima de personas que querían contar su experiencia. Necesitan contar lo sucedido, que alguien les escuche, y a ser posible difunda su situación. El documental pretende darles voz.

Otro de los aciertos de “Vivir sin país. El exilio Rohingya”, es la utilización de la animación para mostrar la violencia del ejército birmano contra la población desarmada, un recurso que también hemos celebrado en documentales como “Gurs. Historia y Memoria”, y “30 años de oscuridad”, en los que se combina, igualmente, los testimonios con la animación. ¿Quién o quienes son los responsables de la parte animada de la película, y cómo surgió la idea de reflejar de este modo el Genocidio?

La parte animada viene de mano del artista Jesús de las Heras, también conocido como “elimaginario”. Tenía muy claro que quería trabajar con él, me gusta mucho su estilo y versatilidad. El creó con gran acierto las animaciones de mi anterior documental “El Color del Alma”, sobre la sociedad de castas en India y no podía faltar en este nuevo trabajo. Las animaciones creadas para Vivir sin País pensamos que son inmejorables.

Nos decidimos a mostrar con animación las escenas de violencia porque teníamos las imágenes de la violencia real. Durante semanas, mi compañera Luna Alcántara, directora de fotografía, y yo estuvimos recibiendo vídeos de refugiados que registraban los ataques o su huida con el teléfono móvil. Las imágenes son estremecedoras. Pensamos que no era necesario ser tan visceral. Aun así, nos vimos en la obligación de incluir algunos vídeos, como habréis podido comprobar.

No queremos dejar de señalar la banda sonora del documental, compuesta por Miguel Ángel Aguiló, un músico mallorquín al que conocemos por su participación en el álbum “Coser i cantar” de Antònia Font. ¿Cómo fue el trabajo de Miguel Ángel, y por que os decidisteis por el para poner fondo musical a este film?

Miguel Ángel es una persona maravillosa que se comprometió profundamente en la producción de Vivir sin País. Es un músico con una gran capacidad para componer y una sensibilidad muy especial. Su propuesta musical para la película nos pareció magnífica. Es el compositor habitual de las producciones de Pauxa Films.

Por último nos gustaría saber que recorrido ha tenido “Vivir sin país. El exilio Rohingya”, tanto en festivales, como en plataformas digitales, y donde podemos verlo. También si este trabajo tendrá continuidad o si ya estás embarcado en un nuevo proyecto.

Vivir sin País fue adquirido en España por TVE para su espacio “La Noche Temática”, emitido en el Día del Refugiado del pasado 2021.

Fue galardonado Mejor Documental de Baleares en el Festival Evolution.

Ha sido seleccionado en algunos festivales, como el BKK doc, European Cinematography Awards, IBZCF, North Dakota Human Rights Film Festival, Toronto Independent Film Festival of Cift.

Durante los días del IBZCF (Ibiza Cine Fest) estuvo en la plataforma FILMIN.

El día 23 de marzo se proyecta en los Spanish Screenings del Festival de Málaga.

Mantenemos contacto también con AlJazeera y algunas televisiones nacionales europeas, a la espera de una posible adquisición.

Nuestro objetivo es que se visibilice esta crisis, pero a veces ciertas distribuidoras o televisiones se muestran reticentes. La crisis del pueblo rohingya siempre acaba eclipsada por otros eventos en los medios de comunicación.

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