Miguel Riaño: «La Ciudad de la Selva era la élite de la resistencia antifranquista a principios de la posguerra»

La financiación con la que contaban y la red de vínculos era tan grande que les permitía estar perfectamente equipados para realizar su labor guerrillera. Incluso se habla de un hospital de campaña que tenían en la misma Ciudad de la Selva.

Por Angelo Nero

En 2017, un grupo de arqueólogos, reunidos en el colectivo Sputnik Labrego, comenzó a trabajar en el proyecto de excavación de una base de la guerrilla gallega en la sierra de Casaio, obra que fue recogida, excepcionalmente, por el director Miguel Riaño, en el documental «Ciudad de la Selva Prófugos y guerrilleros en las montañas de Casaio”, con quien hablamos hoy.

Cuéntanos Miguel, ¿cómo surge la idea de documentar este trabajo arqueológico pionero, y cuáles fueron los primeros pasos para iniciar el proyecto?

Lo primero que hicimos fue evaluar un poco lo que había sido el proyecto arqueológico, historiográfico, porque es cierto que los arqueólogos, el grupo Sputnik Labrego, desde un principio tenía la intención de hacer algún tipo de herramienta audiovisual de carácter divulgativo sobre el proyecto, también es cierto que no estuvimos desde el principio. Entonces, hubo una pequeña reunión, y de ahí fuimos a Casaio, miramos todas las instalaciones de Ciudad de la Selva, la mina de Valborraz, hablamos con la gente de Casaio y, obviamente, vimos que era una oportunidad para poder contar una historia bastante nueva, una historia que ya estaba cubierta, desde diferentes ángulos, pero no desde estos hallazgos que hicieron.

Entonces, el proyecto parte de ahí, de un pequeño acercamiento al lugar de la historia, y en ese caso simplemente por la relación personal que teníamos Carlos Tejerizo y yo, que ya nos conocíamos desde nuestra estancia universitaria en Salamanca. Hablamos del proyecto y vinimos de la productora a ver las instalaciones, y finalmente comenzamos con la película documental.

La llamaron Ciudad por su extensión, aunque entre las primeras construcciones y las últimas hay varios kilómetros de distancia, y de la Selva viene de la inaccesibilidad del lugar, al que aún hoy no es fácil llegar. Por lo tanto, es necesario preguntarse por las dificultades que surgieron, con estas circunstancias, para la filmación del documental.

La filmación del documental, si bien es cierto que desde el punto de vista de la naturaleza es bastante complejo poder ir a esos sitios, fue más o menos tan difícil como para los arqueólogos, porque ellos también llevan mucho material, de importantes dimensiones y peso. Para venir aquí, primero había que ir desde Vigo, unas tres horas en coche, hasta Casaio, y luego la primera hora del día para salir en un 4×4, pasar parte de las canteras de pizarra, y llegar a lo más zonas accesibles, que todavía no son muy accesibles, pero el trabajo de la Comunidad de Montes para facilitar el paso fue bastante grande. Y desde esas zonas, a las que podíamos tardar una hora en llegar, caminamos entre dos y tres horas más, para llegar a Ciudad de la Selva, a algunas de sus chozas más alejadas.

Pero, como digo, no ha sido el único, porque es verdad que es difícil grabar en estas condiciones, en las que, sólo durante un día, teníamos doce horas entre viajes de ida y vuelta, de Vigo a la Ciudad de la Selva, sin contar las horas de trabajo que dedicamos sobre el terreno, también hay que destacar la dificultad de dejar constancia de los documentos que relatan los hechos acaecidos en la Ciudad de la Selva, que se encuentran principalmente en el Archivo Militar de Ferrol, que tardamos más de un año y medio en que nos dieran permiso para grabar allí, y solo teníamos medio día de trabajo para grabar todo lo que necesitábamos. Por suerte, con el trabajo de Alejandro, el historiador, íbamos a grabar un poco más quirúrgicamente, no estábamos ahí tratando de encontrar cada documento, aun así era bastante complejo.

Y, finalmente, cuando empezamos el trabajo de entrevistas, Sputnik Labrego hizo bastantes entrevistas, trabajó tanto desde el punto de vista arqueológico como desde el punto de vista de la divulgación, de hacer pedagogía con la comunidad, sobre todos los hallazgos, y esto hizo que las entrevistas fueran mucho más fáciles para nosotros. Aun así, con mucha gente que no conoces es bastante difícil empezar a hablar, desde procesos traumáticos que apelan más a la juventud hasta momentos de historia personal y familiar de extrema dureza, como lo fueron en los contextos de posguerra, y esto fue bastante difícil, porque nos tocó hacer en algunos casos varias entrevistas para que la persona se sintiera lo suficientemente cómoda para hablar, y eso también fue complicado a nivel de grabación.

A través de su película descubrimos que la imagen de los fugitivos que retrata «Luna de Lobos», la película que Julio Sánchez Valdés rodó en 1987, basada en un libro de Julio Llamazares, y que quedó grabada en el imaginario colectivo de una generación de antifascistas, no era la única realidad. Como reveló el trabajo de Sputnik Labrego, estas guerrillas no estaban alejadas del pueblo y contaban con una importante red de apoyo. Esto está bien documentado con los objetos que se han encontrado en la excavación, ¿no?

Aquí hay un punto interesante, y es que el tratamiento historiográfico clásico muchas veces implica simplemente un acercamiento a la documentación, así que puedes sacar mucha información útil, pero cuando llegas a los campamentos guerrilleros y miras todo lo que han encontrado los arqueólogos, se da cuenta de que esto no se refleja en la documentación existente.

Efectivamente, el nivel de intendencia que tenían, hablemos de la penicilina por ejemplo, que era dificilísima de encontrar en los años 40, era prácticamente un artículo de lujo. Hablamos también de las pilas, que tampoco eran algo muy fácil de encontrar, junto con ciertos artículos como la crema de manos, en este caso de nievina, bálsamos estomacales, municiones de distintos países.

Esto nos lleva a pensar que efectivamente la financiación con la que contaban y la red de enlaces era tan grande que les permitía estar perfectamente equipados para llevar a cabo este trabajo. Incluso se habla de un hospital de campaña que tenían en la misma Ciudad de la Selva, donde atendían a los prófugos. Entonces sí, yo creo que eso está bastante lejos de esa imagen de esa película «Lobos Sucios», de gente más aislada, sucia, abandonada, y lo que estamos viendo en este caso con Ciudad de la Selva, es gente que tenía relaciones más desarrolladas que la mayoría de la población de su tiempo, incluso privilegiados, y gente que tenía un tremendo contacto con la sociedad, y que estaba perfectamente organizada.

Uno de los pilares de la película son los testimonios del pueblo de Casaio, donde se recoge la memoria oral de los guerrilleros. ¿Cómo lograste romper el muro de silencio que, aún hoy, se yergue sobre el pueblo y qué novedades descubriste a través de sus relatos?

Creo que, en parte, todo el trabajo realizado por Sputnik Labrego lleva a la gente de Casaio, especialmente a la gente que tiene información que transmitir, a la gente mayor, de un punto de ostracismo, de silencio, de miedo, a una posición de normalización. . En el momento en que la gente empieza a percibir que la gente que viene de fuera, los arqueólogos, están hablando de todo eso, que no hay problema, que nadie genera violencia, no se opone a su trabajo de manera muy beligerante o vehemente, efectivamente algo de lo que se puede hablar, y ese muro de silencio se rompe, porque no se normaliza.

Porque ese muro tiene mucho que ver con el proceso comunicativo que le da la espiral del silencio. Toda la represión, toda la violencia que sufrieron estas gentes durante los años de la posguerra, hizo entender que había una cierta trascendencia o que si hacían ciertas declaraciones o manifestaciones dentro de Casaio o de Valdeorras, sobre la guerrilla, sobre los vínculos, sobre la guardia civil, podrían sufrir represión.

Entonces esa concepción lleva a la gente a callar, y no es algo de lo que se habla, es un acuerdo tácito a nivel social, pero al final lo que se materializa es un silencio individual que se consume como silencio colectivo. Esa normalización que está haciendo Sputnik sobre la guerrilla, de poder hablar de los hallazgos, de las historiografías, de los hechos, de las cosas que se van encontrando poco a poco, les está abriendo la puerta a estas personas que vivieron esas situaciones, y estan dispuestas a hablar.

Por otro lado, lo que es nuestro trabajo propiamente, muchas veces consiste en colocar la cámara y hablar de cosas un tanto cotidianas, banales, porque cuando se quiere desarrollar empatía con una persona, no lo hago simplemente, o de hecho y casi diría como antitético, querer que alguien te hable de temas traumáticos o emocionalmente arraigados, sin tener una relación previa. Para nosotros, una cosa bastante importante, a veces, era hablar de cosas que pueden ser comunes, o no importantes para la historia en sí, pero eso ayudó a empatizar, y también creo que hay un elemento que tiene que ver con un concepción del trauma, de la emotividad, que muy probablemente muchas de las personas que hablaron en nuestra historia quizás no contarían a sus hijos, nietos, sobrinos, etc. Por qué eso, de alguna manera, para algunas personas, y cómo transferirles el trauma, y socializar el problema, mucha gente lo hace, en cualquier circunstancia, digo desde cierta generación hasta aquí, y callar y guardarlo en el más profundo secreto, y seguir adelante. Pero alguien que es un outsider, y creo que ciertas personas ya están en un punto de su vida que junto con esta normalización de la historia, que ya se ven bastante mayores y no les importa un poco, todo ayuda a romper ese silencio.

Y sobre lo que descubrimos, creo que se puede asegurar, con bastante contundencia, que al final, aunque la gente de Casaio estuvo en medio de la violencia que se generó, principalmente por parte de la guardia civil, pero que también llevó a cabo de forma reactiva la guerrilla, los convirtió en las primeras víctimas de esa violencia en el contexto de Casaio.

Pero, poco a poco, vas echando la manta hacia atrás, y lo que realmente se está viendo es un acoso por parte del estado franquista, en la mayoría de los casos, incluso con asesinatos, y con ataques desenfrenados de la guerrilla. La concepción de la mayoría de las personas con las que hablamos era de mayor hostilidad por parte de la guardia civil, de mayor acoso, de mayor violencia que la de la guerrilla, y eso es importante, porque creo que muchas veces practicamos cierto tipo de maniqueísmo.

Con respecto a los temas, y efectivamente los franquistas son los que inicialmente intentaron dar un golpe de Estado, y finalmente los que ganaron una guerra civil e impusieron una dictadura, lo que implica un nivel de violencia muy destacado, pero en ese la violencia también de forma reactiva si se produce violencia, es decir, si la guardia civil está atacando con armas, está amenazando a las personas, las personas que tenían que defenderse también aplicaron violencia. Por tanto, en esa violencia cruzada se produjo un daño, y hay que entender que la visión, como decía, aunque el Estado se posicione de lleno como instigador de todos los problemas que se desarrollan, tanto del surgimiento de los prófugos, de el pueblo que huía de la represión, y la constitución de guerrillas, como extensión de la lucha en la guerra civil, esa violencia también se ejerce.

En este caso se revela que a pesar de la dureza de la situación, y la dureza de los hechos, hay una relación bastante realista entre los hallazgos, la documentación y los testimonios de la gente, creo que la mayoría de las cosas que se dicen, más allá de ciertas mitologías que se puedan dar, con ciertos dimes y diretes, pero en general creo que las aproximaciones a la realidad por parte de los testimonios son bastante realistas.

Se hablaba de cientos, los guerrilleros que pudieron pasar por Ciudad de la Selva, incluso que era el único lugar donde, en plena dictadura, ondeaba la bandera republicana, que la guardia civil no se atrevía a entrar en su territorio, y hasta que tuvieron contactos con los aliados, a través de espías ingleses. Con todos estos argumentos, ¿no daban para una de esas series que hoy en día están tan de moda?

Sí, el enclave de Ciudad de la Selva, entendemos que es absolutamente extraordinario, fue la élite de la resistencia antifranquista a principios de la posguerra, y como dices, por allí pasaron cientos de personas. ¿Daría para hacer una serie? Sin duda, lo que pasa es ¿cómo conseguimos ese presupuesto? Ese fue el principal problema para hacer esta película, la financiamos gracias a una campaña de crowdfunding, y también gracias a la solidaridad de la gente de Casaio.

El audiovisual es tremendamente caro, estamos hablando de que si se hubiera hecho una película de ficción habría costado cientos de miles de euros producirla, y aunque es un tema que parece normalizar cuestiones de memoria, de memoria democrática , de la memoria histórica. Creo que las plataformas no están muy a la altura de hablar de temas de memoria, y prefieren dedicarse a un tema más comercial, no digo plataformas alternativas, que las hay, digo sobre todo las de series y películas, lo que vemos principalmente son piezas de ficción, piezas documentales un poco politizadas, o que no tienen nada que ver con la política. Y si nos fijamos en las series y películas menos representativas en este caso, que serían la excepción, por ejemplo «Salvar al Rey» de HBO, simplemente defenestra a Juan Carlos I.

Ha habido muchas películas en el campo historiográfico de la ficción pero más basadas en novelas y no con una intención divulgativa con hechos científicos contrastados. ¿Merecía una serie? Sí, merecía una serie de varias temporadas, de hecho hay muchos elementos que tenemos que tocar superficialmente en la película, para poder incluir parcialmente esa información, pero efectivamente, entre la falta de presupuesto y el desinterés de los plataformas principalmente, pero también de las distribuidoras, es bastante complejo poder hacer esto, lo que no quiere decir que mañana haya suficiente tejido social o ciertas dinámicas que permitan llevar a cabo este tipo de contenidos, pero por el momento Creo que ese no es el caso.

Otra de las claves para entender el fenómeno de Cidade da Selva, y la relación de las redes de contrabando que crecieron bajo las minas de wolfran en Casaio. ¿Cómo era la relación entre contrabandistas y guerrilleros?

Antes que nada, un matiz: nunca hablamos de la Ciudad de la Selva, hablamos de la Ciudad de la Selva, no por una cuestión lingüística, sino por una cuestión que tiene que ver con cómo estructuramos la narrativa de la película, llamamos a la película «Ciudad de la selva. Fuxidos e guerrilleiros nos montes de Casaio», con subtítulo en gallego, y la escritura que tenemos en el cartel del documental, está copiada del acta fundacional de la Federación de Guerrilleros, redactada por los asturianos, y en la que se dice específicamente Ciudad de la selva. Queríamos hacer ese guiño, porque basamos la película en hechos materiales, empíricos, contrastados, no es una cuestión lingüística, pero en todas las versiones, tanto en gallego como en castellano e inglés, es Ciudad de la Selva.

Con esto estamos enfatizando que el nuestro es un trabajo basado en algo contrastado y comprobable, no es algo basado simplemente en testigos, lo cual es bastante válido, sin embargo no podemos estructurar un relato de carácter historiográfico basado en testigos, porque de lo contrario lo que estamos haciendo es dar importancia exclusivamente a la memoria, y no estamos confrontando esa memoria oral con la materialidad y la documentación. La materialidad es realmente lo más aséptico que podemos conseguir para estructurar la película, de lo que podemos pivotar mejor, y luego tenemos que confrontar la documentación, tenemos que confrontar los relatos orales, pero creo que sería poco profesional si fuéramos basado simplemente en la narración de los testigos.

Y sobre el contrabando. De hecho, juega un papel bastante importante. El estraperlo, más que el contrabando, en la zona de la sierra de Casaio. Porque el wolfran era una herramienta de guerra, y al final la necesidad que tenían los alemanes de endurecer el acero para uso militar llevó a los aliados, desde distintos ámbitos, a boicotear o fomentar un mercado alternativo al formal, para minimizar el trasvase de wolfran, de tungsteno, a Alemania, y a su vez incrementar en lo posible el costo de obtención de ese mineral, para hacer el máximo daño. En este caso el wolfran que sabemos fue una herramienta que se usó para estropearlo, y también se usó para financiar a la guerrilla.

Además, como dentro de la mina de Valborraz había una cárcel con muchos presos republicanos, y también con presos comunes, porque esta mina de wolfran también servía para conseguir gente nueva para meter en la guerrilla, y por lo tanto tenía dos aspectos más importantes. Creemos que efectivamente si no hubiera habido una extracción de wolfran como la de Valborraz, quizás la presencia de la guardia civil no hubiera sido tan destacada, pero, por supuesto, como en muchas partes del estado, también sucedió en el construcción de presas y otros tipos de construcción. Digamos que la explotación pública, el suelo, pertenecía al estado franquista, y se dejaba explotar por terceros, por empresas privadas, de la Alemania nazi, para sacar un rédito económico de esas instalaciones.

Además, conseguían que los presos produjeran económicamente, y de cada preso había un retorno para el propio estado, y por tanto era un negocio seguro, no se ocupaban de explotar directamente los recursos y no se preocupaban de sacar cuidar a los presos, o darles cierto tipo de servicios, de atenderlos, y además recibían dinero de esa explotación de los presos, en un sistema de semi-esclavitud. Por lo tanto, el tema del wolfran es multifacético, no solo está ligado al extraperlo, sino también al suministro de personal para la guerrilla.

Me gustaría detenerme en uno de los aspectos técnicos del documental que me parece más destacable, la fotografía. ¿Quién está detrás de esas imágenes que tan bellamente retratan las escenas del documental, y esas tomas aéreas realmente asombrosas?

La dirección de fotografía estuvo a cargo de Thomas Harris, quien también es socio de la cooperativa que produce el documental, Metropolis.coop. La mayoría de las imágenes del dron las hice yo, y otra parte es de Fernando Portela, de la productora Imaco, de Pontevedra. Evidentemente, son imágenes impresionantes, pero aun así intentamos evitar cierta preciosidad o espectacularidad, porque tampoco nos parecía muy acorde con el planteamiento de la película. Es decir, no nos interesa hacer una película de forma automática o fácil, entonces, dada la dureza de los testimonios, pensamos que toda esa belleza del paisaje había que tratarla de forma estética y cuidada, pero sin mirar por esa magnificencia de la imagen, porque junto con la dureza, pensábamos que no tenía mucho sentido.

El tema de las minas de Valborraz, en la Cidade dos Alemáns, también era apto para otra película. El equipo de Sputnik Labrego está iniciando trabajos arqueológicos en la zona. ¿También pretende documentar esta nueva línea de investigación?

En cuanto a la mina de Valborraz, no sabemos si vamos a hacer algún trabajo relacionado con ella, la verdad sabemos que hay arqueólogos trabajando allí, pero no tenemos pensado, de momento, hacer ningún tipo de trabajo en la mina, espero que se haga, los dos como cualquiera, es una historia super importante y super interesante, que empieza a finales del siglo XIX, estamos hablando de un siglo de explotación de esa mina, desde la belgas, y la mina ahora se está trabajando a nivel arqueológico, y tuvo diferentes administradores. También en esa zona ahora con la pizarra de Valdeorras, cerca de Casaio, y en la zona norte de León, era un sector muy importante, y sería bueno que alguien valorara el trabajo de los arqueólogos y entendiera que estas estructuras son un activo de interés industrial, algo que apela a nuestro pasado, al desarrollo social e industrial de las comunidades. Las minas de Valborraz fueron uno de los primeros lugares de Galicia donde hubo una línea eléctrica, con un generador, porque existía el wolfran, había capacidad material para extraerlo, generaba grandes ganancias, se dio la posibilidad, se creó cierta necesidad para el desarrollo técnico de la zona. En cierto modo, la gente de Casaio hablaba de que la mina de Valborraz estaba más desarrollada que el propio pueblo de Casaio, era más grande, tenía un comedor, varios edificios, sería interesante trabajar en eso, pero nosotros, por el momento, no disponemos de propuesta de uso.

Y, finalmente, ¿por qué es necesario contar, después de tanto tiempo, la historia de la Ciudad de la Selva?

Creo que es importante por varias razones, primero porque es algo novedoso, a nivel historiográfico, el trabajo de Sutnik Labrego es bastante reciente, y aunque siguen trabajando, van encontrando más chozas y diferentes materiales, está claro que la zona de Casaio tiene mucha historia que contar, y además ahora es el momento en que gente más veterana empezó a hablar de estas historias, en parte es tarde, y en parte hemos llegado a tiempo. Entonces esto hay que aprovecharlo al máximo, porque otras personas que lo miran y que tienen historias parecidas o parecidas que contar, las cuentan, porque no nos queda mucho tiempo para que lo hagan.

En último lugar, que cualquier pueblo tiene que conocer su historia, esta historia, aunque se centra en Casaio, es representativa de un proceso que tuvo lugar en todo el noroeste peninsular, y por tanto, pensamos que para mucha gente tanto en Asturias , como en Cantabria, más allá de Galicia, en Euskadi, en el norte de Burgos, Palencia, León, puede ser de gran interés porque guarda relación o se parece a muchas experiencias y muchas historias de estos territorios.

También es importante como formato que empecemos a darle un tratamiento no neutro, sino aséptico, a los contenidos que tienen que ver con la memoria histórica, con la memoria democrática, porque muchas veces me da la impresión de que hay mucha gente que está no dispuestos a abrir la mentira y entender los hechos ocurridos tanto en la guerra civil como en la dictadura por cuestiones ideológicas, porque piensan que de alguna manera hay cierta venganza en torno a esto. No es que estas personas me parezcan centrales, pero en su conjunto, en cuanto al tratamiento de nuestra historia, de los hechos más recientes de nuestro país, creo que si logramos abordar este tipo de temas a través de la ciencia, elementos asépticos, hay mayor posibilidad de que aquellas personas que están cerradas a apoyar o ver estas historias, empiecen a hacerlo,

Entonces creo que eso es bastante importante, no quiero decir que no sea importante hacer otro tipo de contenido audiovisual, periodístico, literario, que recuerde la pobreza y la miseria de las víctimas sin hacer procesos de carácter aséptico, científico, de confrontación los testigos con la materialidad, pero creo que si queremos conquistar cierto espectro de la historiografía actual, si queremos generar una historiografía responsable en la memoria histórica, tiene que tener vocación de llegar a la mayoría social, a más gente, no podemos quedarnos en un espectro ideológico de izquierda, pero en lo que hay que tener vocación de llegar a la mayor cantidad de gente posible, porque esa gente al final tiene que defender su historia, tiene que luchar contra el revisionismo histórico, para mí, eso sería ser el elemento más importante.

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