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El resultado electoral refleja la división en la sociedad de Surinam, enfrentada sobre la gestión de los recursos, especialmente sobre sus recién descubiertas reservas petrolíferas, y por la recuperación económica.
Por Angelo Nero | 28/05/2025
Surinam, la antigua Guayana holandesa, independizada de los Países Bajos en 1975, celebró elecciones generales el pasado 25 de mayo, para renovar los 51 escaños de su Asamblea Nacional.
Las anteriores elecciones, se celebraron en 2020, en un contexto de fuerte crisis económica y de contestación social por la gestión de la pandemia, y pusieron fin a una década en el poder del socialista Partido Nacional Democrático (NPD), del presidente Dési Bouterse, que tuvo tres mandatos consecutivos.
El vencedor fue entonces el socialdemócrata Partido de la Reforma Progresista (VHP), del actual presidente Chan Santokhi, que logró los mejores resultados para su partido desde su fundación, en 1949. Aunque su gobierno tampoco estuvo libre de problemas. En 2023 se produjeron graves disturbios en la capital, Paramaribo, ante el alza de precios y las recetas de ajustes sociales del FMI, con enfrentamientos con la policía, saqueos de comercios y el intento de tomar la Asamblea Nacional. El gobierno de Santokhi, señalado como responsable de la corrupción generalizada del estado, fue el blanco de la ira de los manifestantes.
Aunque por la mínima, el NPD, ahora en la oposición, liderado por la expresidenta de la Asamblea Nacional, Jennifer Simons, ha ganado estas elecciones, con el 37,93% de los votos -subiendo del 24% conseguido en 2020-, y 18 escaños, dos más que en la anterior legislatura. Mientras que el VHP del presidente Chan Santokhi ha logrado el 32,24% de los votos -baja siete puntos porcentuales- y 17 escaños, tres menos que los obtenidos den 2020.
Este empate técnico tendrá que ser dirimido por las alianzas post electorales, por lo que serán determinantes las otras fuerzas política presentes en la asamblea.
El socialdemócrata Partido de la Liberación General y Desarrollo (ABOP), presidido por el exlíder rebelde Ronnie Brunswijk -durante la guerra civil de Surinam, entre 1986 y 1992 se enfrentó al presidente Bouterse-, que representa a la comunidad cimarrona del país, y que formó parte de la colación gubernamental estos últimos cinco años, en el que fue vicepresidente del gobierno de Santokhi, ha conseguido el 11,60%, un porcentaje similar al de 2020, y seis escaños, dos menos que en las anteriores elecciones.
El Partido Nacional de Surinam (NPS) también de centroizquierda, anteriormente fuerza hegémnica del país -40 años en total en el gobierno-, liderado por Gregory Rusland, con el 11,29 de los votos, sube tres escaños y consigue seis escaños.
Se mantiene con dos escaños el centrista Imperio Glorioso (PL), que representa a la comunidad javanesa, y que lidera Paul Somohardjo. Baja de dos a un escaños el socialdemócrata Hemandan y Unidad en la Política (BLP), también representante de la comunidad cimarrona. Y entra, por primera vez, en el parlamento, la coalición A20, liderada por el evangelista Steven Teyme, con un diputado.
El resultado electoral refleja la división en la sociedad de Surinam, enfrentada sobre la gestión de los recursos, especialmente sobre sus recién descubiertas reservas petrolíferas, y por la recuperación económica. Santokhi ha emprendido estos cinco años un fuerte ajuste económico, respaldado por el FMI, con recortes de subsidios, y se ha comprometido con las grandes petroleras occidentales y chinas para la explotación de su petróleo, que está previsto que comience a producir en 2028. Mientras que Simons defiende reforzar las políticas sociales y es más cauta en cuanto a las inversiones extranjeras, en un país con una elevada deuda externa, con una inflación galopante y una tasa de pobreza del 20%.
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