El trabajo asociado: un laboratorio de nuevos modelos de organización del trabajo

¡Las cooperativas lo desafían todo, incluso desafían la matemática, pues, en una cooperativa, uno más uno da tres! Y, en una cooperativa, un fracaso es medio fracaso. ¡Esto es lo bonito de las cooperativas!
-Papa Francisco, 2015-

Por Luis Miguel Sánchez Seseña, Economista

La tortuosa aprobación en el Congreso de la Reforma Laboral acordada por empresarios y sindicatos mayoritarios, ha puesto en evidencia –entre otras muchas cosas- la absoluta preeminencia del trabajo por cuenta ajena como modelo en las relaciones laborales.

Trabajo asalariado, independientemente del tipo de sociedad mercantil o forma jurídica que adopten las empresas: Desde las pymes a las multinacionales; desde las empresas más tradicionales e incluso artesanales, a las nuevas y emergentes digitales con un fuerte componente tecnológico (startups, unicornios); desde la producción a los servicios.

Para completar el mercado de trabajo, habría que añadir a los autónomos y emprendedores (suponen algo más del 17% del empleo en España), y al Estado en sus múltiples facetas de “empresario” (según datos oficiales, el número de empleados públicos en España supera a los 2,7 millones).

Sin embargo, poco se habla de las cooperativas y de las entidades de economía social y solidaria como modelo empresarial. La izquierda ha relegado el cooperativismo a un rincón para antiguallas. No aparece en su ideario como una prioridad. En España, actualmente existen algo más de 17.100 cooperativas que dan empleo a otros 260.000 trabajadores.

El ejemplo más palpable son las elecciones en Castilla y León del próximo domingo 13-F. Muchos debates trufados de argumentos falaces sobre macrogranjas, ganadería intensiva y extensiva, agricultura y uso del suelo y del agua, etc. pero que escapan de un tema central, la propiedad de los medios de producción agropecuarios. Las cooperativas ni se han asomado a las propuestas políticas.

Tras la pandemia del Covid19, han venido tiempos de resistencia, poniendo en solfa aquellos modelos que no favorecen la proclamada resiliencia. Tras esta crisis global es urgente establecer las bases de la recuperación y la reconstrucción del tejido empresarial, aprender del pasado y transformar el actual modelo económico y productivo hacia otro más centrado en las personas y menos en los caprichos del mercado.

Las cooperativas de trabajo asociado han demostrado su capacidad de adaptación en momentos críticos, gracias a la flexibilidad de su modelo y a priorizar el mantenimiento del empleo frente a la rentabilidad económica.

La propiedad y gestión cooperativa de los medios de producción por parte de los trabajadores de las cooperativas y entidades de economía social y solidaria garantiza que, en caso de haber beneficios, los mismos no se acumulen en unas pocas manos, sino que se distribuyan equitativamente entre todos los trabajadores. No tienen ánimo de lucro, por lo que los excedentes se destinan o bien al impulso de proyectos sociales o se reinvierten en la propia cooperativa. También suponen la existencia de una democracia interna en la empresa. Frente a las “órdenes de las jefaturas” de las mercantiles, en las cooperativas y entidades de economía social y solidaria, los trabajadores deciden colectivamente qué se produce, cómo se produce, cuánto se produce, cómo se organizan, cuánto cobran, etc. Fomentan, por tanto, la democracia y la participación frente al aumento de los autoritarismos.

No cabe duda de que la organización cooperativa lleva en su ADN la promoción de la igualdad efectiva y el empleo de calidad, así como el impulso de modelos de corresponsabilidad. Suponen también la reducción de la brecha salarial entre los trabajadores, estrechando el abanico de retribuciones.

Por otra parte, el cooperativismo entiende que es necesaria la viabilidad económica de la empresa, y con ello que es necesario tener resultados positivos en cada ejercicio económico. Por este motivo, el cooperativismo sitúa de forma general y equilibrada el bienestar de sus trabajadores, la viabilidad económica de la empresa y el bien común de la sociedad, en el centro de su modelo de producción.

Producción orientada a un consumo consciente y organizado de bienes y servicios, más dirigido a la satisfacción de necesidades que de deseos, para no agravar la crisis ecológica. Por su parte, dicho consumo ha de llevarse a cabo en el mayor grado posible en las cooperativas y entidades de la economía social y solidaria, favoreciendo así también con ello el apoyo mutuo entre productores y consumidores.

Por todo ello se hace necesaria y urgente la (re)construcción del movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria. Las cooperativas se basan en los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad. Vivimos un momento de confluencias que brinda oportunidades para impulsar el poder transformador de otra forma de hacer economía. Un papel motor en la recuperación, alineado desde sus principios y valores con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El cooperativismo nació en el mismo medio social, en la misma época, de la misma miseria proletaria y de la misma opresión, y bajo el impulso del mismo espíritu que el sindicalismo y el socialismo. Desde sus orígenes intelectuales con Robert Owen (1771-1858) y Charles Fourier (1772-1837) a Fernando Garrido (1821-1883), líder republicano exiliado, autor de los primeros textos que se escribieron en España sobre cooperativismo e inspirador de la creación de las primeras cooperativas en Cataluña (1856),

Nosotros reconocemos el movimiento cooperativo como una de las fuerzas transformadoras de la sociedad actual, fundada sobre el antagonismo de las clases. Su gran mérito consiste en mostrar en la práctica que el sistema actual de subordinación del trabajo al capital, despótico y pauperizante, puede ser suplantado por el sistema republicano de la asociación de productores libres e iguales” afirmaban Marx y Engels.

Por su parte, el anarquismo que históricamente siempre se encontró cercano al cooperativismo (por ejemplo, en las experiencias desarrolladas en la revolución social española de 1936), en la actualidad apuesta principalmente por la vía sindical de defensa de los derechos laborales de los trabajadores en las empresas capitalistas, más que, de forma clara, por la constitución de cooperativas por parte de los trabajadores.

Por otra parte, como empresas resilientes, solidarias y comprometidas, el cooperativismo actúa desde los ámbitos más diversos en los que está presente: la agricultura, ganadería y alimentación, la salud, la educación, la industria, la vivienda, el comercio, el consumo, los servicios sociales, el turismo, la intermediación financiera, la energía, el transporte, etc.

Estos son ejemplos que funcionan como cooperativas de emprendedores independientes, que no están focalizadas en organizar el trabajo de sus miembros, sino en proveer los servicios que requieren estos para organizar su trabajo. Son un fenómeno muy importante, por ejemplo, en Finlandia. Este es uno de los países más cooperativistas del mundo, con una importante tradición de cooperativismo de consumo, agropecuario y de infraestructura.

Tienen en común como objeto social, generar empleo de calidad para sus socias y socios,hacer accesible el consumo responsable social y medioambientalmente, o garantizar que las personas que viven en una localidad tengan acceso al agua, a servicios sociales de calidad (educación, sanidad, transporte, conectividad), o a la energía de fuentes exclusivamente renovables, participando en la adopción de decisiones, incluida la de reinvertir los excedentes de la empresa. En palabras de la OIT, las cooperativas

contribuyen a la economía con un elemento más amplio de control democrático de la actividad económica y de distribución equitativa de excedentes.

Además, las entidades de economía social no se deslocalizan. Las propuestas hacia futuro, fundadas en la experiencia y recorrido de décadas, ofrecen respuesta al reto de la España vaciada. Son propuestas innovadoras, integrales, que se apoyan en la digitalización y la sostenibilidad social y medioambiental. Desde el punto de vista de la ordenación del territorio el cooperativismo contribuye al desarrollo local y al del medio rural, mediante su modernización y afianzamiento de la población.

El apoyo mutuo o ayuda mutua es un término que describe la cooperación, la reciprocidad, y el trabajo en equipo, y que comporta e implica un beneficio compartido entre los cooperantes. Como concepto fue desarrollado por el anarquista ruso Piotr Kropotkin (1842-1921), en su libro Ayuda mutua: un factor en la evolución. El título en sí mismo, supone toda una declaración de valores y principios para la humanidad. ¡Larga vida a los vieja guardia !

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